PELÍCULAS

a idea de la película, sacada de la novela homónima de Seth Grahame-Smith, autor también de Orgullo y prejuicio y zombies, tiene su aquel, da juego y resulta lo suficientemente atractiva como para atraer la atención del público por sí sola.

Los primeros problemas llegaron con las primeras imágenes de la película, que si bien nos daban a entender que se iba a tratar de una película de acción descerebrada, también nos dejaban con la duda de si todo iba a ser tan cutre como parecía en el tráiler. Lo cierto es que lo es e incluso consigue llegar a sorprenderte en algún momento. Concretamente hay dos escenas, una que se da entre, más bien sobre, una manada de caballos y otra que se da dentro, y sobre, un tren, que son de juzgado de guardia, un auténtico despropósito visual indigno incluso de la peor producción de bajo coste kazaja. Imágenes borrosas, sucesión confusa de planos, unos efectos especiales que cantan a la legua, etc., etc.

Por otro lado, el que podía ser un punto fuerte, el hecho de ser una película de acción descerebrada, se cumple en el inicio de la cinta, pero siempre tomándose demasiado en serio a si misma, lo cual se acentúa en la segunda parte de la película, donde se nos muestran los juegos de poder, las alianzas y los mítines políticos; y nosotros nos aburrimos porque no es lo que hemos ido a ver y porque no son lo suficientemente hábiles como para hacerlo interesante y evitar que afloren los bostezos. El guión es una plana mezcla de terror, acción, romance y política sin el más mínimo equilibrio y con una preocupante inexistencia de sentido del humor, o por lo menos uno con el que el público pueda sentirse aliviado o la película despojarse de ese halo de ridícula solemnidad que la condena.

Y qué decir del plantel de actores más allá de que su absoluta ausencia de carisma no ayuda lo más mínimo a que la cosa gane en interés. Consiguen que hasta la casi siempre estimulante, Mary Elizabeth Winstead (Death proof y Scott Pilgrim contra el mundo), resulte un fantoche más de esta función sin vida.

Excesivas pretensiones para algo que podría haber sido notable si se hubiese planteado como un mero entretenimiento palomitero, una especie de Bienvenidos a Zombieland o Zombies party de época y con más adrenalina y testosterona. A la postre, una de las peores películas del año.