PELÍCULAS

Está claro que Len Wiseman no es Verhoeven, mientras que en el currículum de uno hay cintas mediocres como Underworld, Underworld evolution y la anodina cuarta entrega de la saga La jungla de cristal, el otro atesora en la suya clásicos como Robocop, Starship troopers, Instinto básico, El libro negro o El cuarto hombre (todos ellos cuestionables, pero lo que no se les puede negar es el riesgo y la provocación que llevan como marca de la casa). Lo cierto es que juegan en ligas distintas y eso se nota en cómo han llevado cada uno a la gran pantalla el genial de relato de Dick.

Si bien es cierto que esta nueva visión de Desafío total no aguanta comparaciones con el original, hay que reconocerle momentos de buen cine. El inicio de la película es impecable, con una escena de acción-persecución trepidante, con una Kate Beckinsale tremendamente física que mantiene perfectamente el tipo frente a Farrell.

Como digo, la primera hora es poco menos que excelente, con una narración certera y un ritmo electrizante que te mantiene pegado a la butaca, pero la segunda parte de la película se torna repetitiva y anodina, con muchas persecuciones y saltitos que acaban por aburrir. Además, en muchos momentos el director es incapaz de conseguir situarnos espacialmente en los escenarios sobre los que se desarrolla la acción, POR lo que no se llega a entender del todo a donde quieren llegar los personajes y con qué finalidad, lo cual no sería mucho problema si estuviésemos lo suficientemente metidos en la historia como para pasar los pequeños detalles por alto, pero este guión no es tan redondo como el de los noventa y necesita tirar de un exceso de acción y efectos especiales para tapar sus agujeros, cosa que rara vez funciona, no siendo esta una excepción.

Por lo tanto estamos ante una película con una factura técnica impecable, con un par de escenas de acción remarcables y unos esforzados actores que aportan credibilidad a todo el asunto, pero por otro lado Kurt Wimmer, guionista de la película, no han conseguido dotar al libreto de la profundidad necesaria como para hacer que la película perdure en nuestra memoria como lo ha hecho, y seguirá haciendo, la de Verhoeven.