PELÍCULAS

Yusuf es un niño de seis años que vive en una hermosa zona montañosa con sus padres. Acude a la escuela cada día con motivación pero parece que lo que más disfruta son las tareas que realiza con su padre que vive de la apicultura. Un año las abejas desaparecen de su zona habitual y el padre de Yusuf  se ve obligado a partir en su búsqueda.

La estrecha relación entre padre e hijo, llena de cariño y complicidad, despierta una fulminante emotividad en el espectador dando fuerza a ambos personajes más allá de sus magistrales interpretaciones. Sobresale especialmente la del joven Yusuf que nos deja boquiabiertos con su poder de gesticulación durante los cien minutos de película. Sin duda una de las mejores interpretaciones infantiles que haya visto en una pantalla de cine.

“Miel” trata muchas más cosas de las que aparenta pero necesita de la máxima atención del espectador para transmitirlas. En este aspecto se hace muy palpable la relación entre cine y poesía. Un buen poema siempre dice mucho más de lo que podemos leer literalmente, necesita de la predisposición e interpretación del lector, en este caso espectador, para cobrar un significado completo.

El estilo del director y guionista turco Semih Kaplanoglu, resulta familiar al estilo propio del cine independiente oriental de países como Tailandia, muchas veces llamado contemplativo de forma negativa. Siendo un cine extremadamente realista donde es el cine el que se adapta a la realidad y no la realidad la que se adapta al cine.  Llegando incluso a abusar del uso de planos largos con cámara fija especialmente en las dos primeras películas de la trilogía. En “Miel” observamos una evidente evolución en la forma de grabar de Semih, utilizando planos más dinámicos a pesar de no abandonar ese gusto por los planos fijos de ritmo pausado, los objetos están más cercanos a la cámara y existe un mayor uso de la iluminación pero sin dejar de dar una sensación de gran realismo, especialmente en los interiores donde juega mucho con las sombras y la oscuridad.

Las tres películas carecen de música y en “Miel” el sonido ambiente cobra una importancia vital, recomendando al espectador no ver la película en soportes de baja calidad visual o sonora. “Miel” posee una fotografía despampanante que hace justicia a un bellísimo escenario montañoso de la provincia de Anotalia en Turquía.

La fuerte complicidad entre padre e hijo, puede que desmonte la idea de muchos sobre que la trilogía es una especie de tributo a la figura materna dentro de una obra en parte autobrigráfica. Una de las mayores pruebas en contra de dicha idea es esta tercera película que cierra la trilogía, donde reaparecen referencias al huevo, la leche y obviamente a la miel, siempre de forma muy ligada a la relación padre e hijo. Ante la falta de una aclaración por parte del director, se ha hablado incluso de que  la figura de Yusuf no es la misma persona en las tres películas. A favor de esta teoría está lo que también podría ser un pequeño descuido en la ambientación cuando en “Miel” se ve una sombrilla con el logotipo moderno de “Frigo”, lo que haría imposible la coherencia cronológica de las tres historias. Pero en contra tenemos muchas otras referencias, cómo que el padre de Yusuf sufriese ataques epilépticos, enfermedad que el propio Yusuf también presenta en las otras dos películas o la viudez de su madre en las dos primeras.

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