PELÍCULAS

Sin tener muchas esperanzas puestas en las películas de Nanni Moretti, siempre que estrena algo nuevo no puedo evitar tener interés al respecto. Películas como Querido diario o La habitación del hijo me parecieron notables y, aunque en su filmografía también cohabitan absolutas mediocridades, no puedo evitar ver todas sus películas con la esperanza de que vuelva a dar en el clavo.

La primera media hora nos hace pensar que lo ha vuelto a conseguir e incluso que se ha superado a si mismo. La historia de este cardenal (igual es arzovispo, obispo o cualquier otra cosa, pero es que yo de esto no tengo mucha idea) de la iglesia católica que es nombrado Santo Padre y que alberga dudas al respecto, hace presagiar una película lúcida e inteligente, alejada del humor de chichinabo del que suele echar mano Moretti a la mínima ocasión, pero nada más lejos de la realidad.

Conforme avanza la trama todo se banaliza, y, salvo un par de chistes tremendamente inteligentes, todo se vuelve vulgar y manido. Todo lo que promete la película queda en un segundo plano, quedando básicamente la historia de un hombre mayor que sale al mundo por primera vez y las idioteces de Nanni Moretti en el Vaticano.

Al final todo queda en agua de borrajas, con un comienzo que nos genera las más altas expectativas para luego dejarnos con la miel en los labios, pero por lo menos podremos disfrutar de un par de momentos de buen cine y un Michel Piccoli en plena forma.