PELÍCULAS

Partamos de que la película es un gran engaño, es una colección de pistas visuales que nunca son como realmente se muestran. Son 120 minutos de dilemas perdidos en un laberinto, el cual no parece tener salida.
Bajo esta premisa podríamos decir que Luces Rojas es un film fallido, nunca alcanza su meta. Eso no quita que hasta el sprint final el espectador pueda asistir a un buen espectáculo.

Obviamente estamos hablando de una película en la que el final lo es todo, o casi. Saldremos de la sala con dudas, intentando cazar las pistas, reestructurando toda la película desde el principio, y eso es bueno. Lo malo empieza cuando te das cuenta de que todas estas dudas no arreglarán ese final tan atropellado, apresurado y bueno... marciano.

Tanto nadar para morir en la orilla, dirían algunos. Pero tampoco es eso, por que los 100 minutos iniciales son totalmente disfrutables, que sin llegar a ser una exhibición ponen el listón alto, bastante alto, para los futuros thrillers norteamericanos. Por no hablar de que deja por los suelos muchísimas producciones que le han precedido estos últimos años.

El tema es jugoso, es un caramelo para atrapar al público. Un mentalista contra un parapsicólogo, una lucha entre la fe y la ciencia. Cortés nos marea y nos sacude cambiando una y otra vez nuestra opinión (y he aquí lo mejor de la película), haciéndonos cuestionar nuestras creencias incluso cuando estamos convencidos de ellas. En realidad todos nosotros somos Sigourney Weaver, y a todos nos ha pasado lo que ella nos explica en su monologo.



¿Cuantos años hacía que Robert de Niro no tenía un papel con tanto potencial? Esas gafas de sol omnipresentes, ese aire altivo y con una confianza ciega (y nunca mejor dicho) en si mismo. El personaje de Simon Silver es eso, la ostia. Y aunque nunca llega a tener el peso deseado en el metraje consigue mantener su importancia hasta el final, saliendo y entrando en la penumbra. Esa penumbra, siempre presente, obligándonos a poner nuestros sentidos en alerta para cazar los engaños, pues al fin y al cabo un buen engaño requiere de poca luz. Y Cortés lo sabe y juega con ello. Domina el espació y la iluminación, no enseña más de lo que toca, e incluso cuando lo muestra intenta dirigir nuestra mirada a otros sitios. En resumen, Luces Rojas esta bien dirigida.

Quizás es el momento de que este director cace un guión no escrito por él, puede que así veamos la mejor película de Rodrigo Cortés, hasta entonces tendremos que disfrutar con películas como esta. Formales, bien hechas, arriesgadas (¡que es española!) y profesionales.