PELÍCULAS

La historia de amor imposible entre dos hermanastros es una de las más famosas de la literatura, y Olivia Hetreed, guionista de la película, la adapta a los tiempos modernos incluyendo el elemento interracial para hacerla más contemporánea, pero sin cambiar el momento histórico.

Dichas libertades no afectan al producto final, o por lo menos no tanto como la puesta en escena que lleva a cabo su directora. Una mezcla entre el cine de arte y ensayo de Gus Van Sant, que a mi personalmente tanto me gusta, y la banalización de los clásicos que podríamos personalizar en la versión de Romeo y Julieta que rodó Baz Luhrmann. El problema es que Andrea Arnold no obtiene, ni de lejos, los mismos resultados que ellos.

Excesivo metraje y falta de carga dramática de unos personajes que durante la primera hora y media de película no llegan a trasmitir ni de lejos el tormento de unos amantes condenados a la infelicidad, mucho menos efectiva que la película de William Wyler, la mejor adaptación a la gran pantalla hasta la fecha, y, sobretodo, que la genial novela de Emily Brontë.

No se puede negar que hay elementos interesantes en esta adaptación o que el despliegue visual de su directora resulta hipnotizador en muchos momentos, pero más innegable aun es que los problemas narrativos siempre se imponen a los hallazgos visuales, siendo estos últimos los causantes de los primeros en más de una ocasión, por lo que nos encontramos ante una adaptación arriesgada pero fallida a la que por lo menos hay que valorarle el hecho de que lo ha intentado.