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 Anti-Flag

ENTREVISTA

The General Strike por Jordi Meya
15 de Julio de 2012 5717 lecturas
En tiempos de crisis, huelgas y revoluciones, la política se convierte en un tópico de conversación cada vez más común. Si hay un grupo que nunca ha rehuido de hablar de política, ya sea en sus discos o en sus conciertos, ése es Anti-Flag. Aprovechando su paso por el Warped Tour, el batería de la banda, Pat Thetic, conversó sobre las exigencias de esta gira, la sentencia de Pussy Riot y las similitudes entre conciertos y manifestaciones.

¿Cómo se vive el Warped Tour desde dentro?

Hemos hecho unos cuantos así que sería interesante conocer la opinión de alguien que no lo haya hecho antes. Creo que verlo por primera vez y formar parte de ello es una experiencia abrumadora.

¿Cómo lleváis el dilema entre lo corporativo y lo alternativo?

Es cierto que el Warped Tour se ha alejado de la escena puramente punk-rock. Ahora tiene más que ver con la cultura juvenil que con la escena punk. Lo que es realmente importante para mi es la influencia y el énfasis en asociaciones sin ánimo de lucro como PETA, Keep a Breast y todas las iniciativas ecologistas. Muchas de las organizaciones que tienen parada en el Warped Tour son ONG’s y están intentando concienciar a los chicos para que piensen de otra manera.

¿Eso justifica la presencia de Anti-Flag?

Bueno, para nosotros tiene sentido pero creo que también es importante para gente como Kevin Lyman [director del Warped Tour]. Kevin tiene que pagar las facturas y por eso cuenta con Vans y Monster, pero también tiene conciencia social y sabe que hay vida más allá de bebidas energéticas y zapatos.

¿La veteranía os da un status diferente?

No. Eso es lo bueno del Warped Tour. Todos tenemos que hacer cola para comer. Es lo bueno y lo malo. Te despiertas a las 9 de la mañana y no sabes a qué hora tocarás. Eso vale tanto para Anti-Flag como para un grupo que acaba de sacar su primer disco. El Warped Tour tiene ese aspecto igualitario que no creo que se vea tanto desde afuera. Tienes que caminar para recibir tu lote de agua y cerveza y eso es lo que te toca. Así que es una gira única si la comparamos con otras giras donde las bandas son estrellas de rock y existe una jerarquía. Normalmente, el cabeza de cartel es el importante y los teloneros lo son menos. En el mundo de Warped Tour, todo el mundo es menos importante.

Debe ser complicado montar todo el circo.

Sí, es un desastre diario. Por ejemplo, hemos llegado a tocar a 40 grados.

¿Cómo afrontan esas condiciones?

Simplemente lo haces, no tienes otra opción. Ese es tu trabajo del día y cumples. Es un desafío porque cuesta levantarte en tu bus todo sudado. Nosotros no tenemos un bus sino una especie de camión. Muchas veces te preguntas qué haces allí pero luego tocas el concierto y todo queda justificado.

¿Cómo ha ido el 2012 para Anti-Flag?

Publicamos un nuevo disco en marzo, titulado "The General Strike". Acabamos el Warped Tour en Toronto, nos tomamos cuatro días libres y viajamos a Europa para una gira de seis semanas. Luego, tocamos en Sudamérica y, en el otoño, visitamos México D.F. por primera vez, algo que nos hace mucha ilusión. Acabaremos el año en Australia así que es un 2012 intenso.

Como banda política, ¿os motiva visitar países con un pasado o un presente revolucionario?

Ésa es una de las cosas que más me inspira. Me encanta tocar música pero lo que realmente me interesa es la revolución y cada cultura que visitamos está luchando su propia batalla. Es interesante y emocionante poder hablar con gente que está implicada en esas luchas.

¿Con qué se quedan últimamente?

Venimos de hacer una versión de Pussy Riot, una banda/colectivo de mujeres rusas que están en prisión por una canción protesta contra Putin y sus vínculos con la iglesia católica. Es impresionante ver una banda que hable de estos temas y que sus integrantes estén dispuestas a arriesgar sus vidas y su comodidad. Eso nos inspira.

Parece que en Estados Unidos ya no sea tan arriesgado hacer punk…

Sí. Tras el 11-S, se volvió muy oscuro pero después nos volvimos menos amenazantes para la sociedad. Aunque desde hace un par de años la gente se está haciendo más conservadora y hay quienes se vuelven a ofender con nosotros, lo cual me encanta. Me gusta hacer sentir incómodos a aquellos que tengan mentes cerradas y pequeñas perspectivas del mundo.

¿Cómo compara tocar en un país rico a uno con más problemas?

No importa donde vayas, siempre te encontrarás a activistas y punk rockers con ganas de cambiar las cosas. Sea en España o en Rusia, el caso es que hemos aprendido que la revolución es cuestión de tiempo. No depende tanto de tener a la gente adecuada en el lugar adecuado sino del momento en que ocurre. Simplemente tienes que estás listo y en países como España, está llegando y la gente está muy quemada. En otros lugares, como en los Estados Unidos, donde tuvimos el movimiento Occupy, las cosas están empezando de nuevo, aunque se ha calmado un poco últimamente. En Canadá, por ejemplo, no se piensa en una revolución, pero aún hay gente enfadada que quiere el cambio. En Québec, la revolución ha sucedido con los estudiantes, lo cual es estupendo.

¿Estamos viviendo tiempos revolucionarios?

Ha sido posible en Egipto y en Túnez y lo están intentando en Siria, en el Líbano, etc.

¿Pero qué sucede tras la revolución?

Ahí está la dificultad. La gente piensa que es algo que pasa una vez y que todo será mejor tras la revolución. No es así como funciona. La revolución es algo continuo que ocurre todo el tiempo. Los poderosos siempre van a querer acaparar el poder y apropiárselo y, como pueblo, tenemos que dispersar ese poder y asegurarnos que se quede con la gente.

¿Cómo puede contribuir el punk rock al cambio?

A través de la organización. Montar un concierto de punk-rock y una manifestación es exactamente lo mismo. Necesitas ayudantes, tienes que conseguir que la gente hable y necesitas a líderes públicos, sean músicos o activistas. También tienes que asegurar que haya lavabos, vallado y protección. En ese aspecto, es lo mismo. Si te acostumbras a crear y a organizar un concierto de punk-rock, cuando llegue el momento propicio, estarás muy bien preparado para llevar a 500 personas por la calle para una manifestación en lugar de llevar a 500 personas a un concierto de rock. Las habilidades que aprendemos como punk-rockers se trasladan muy bien en los activistas.

Texto: James Begg
Fotos: DR
  


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