CRÓNICA

La Sonrisa de Julia
No olvidéis su nombre
09 de Marzo de 2012 por Manuel Piñeiro La Fábrica de Chocolate Club 2223 lecturas

Esperaba con ganas el concierto de La Sonrisa de Julia. Cumplían diez años y lo hacían por tierras gallegas. Yo, ignorante, los conocía desde hacía una semana. Pero aún así, esperaba este concierto como si los conociera desde hace mucho, mucho tiempo. En unos pocos días, las canciones de su último disco “El Hombre que olvidó su nombre” me cautivaron por su delicadeza, por su mensaje, por su buen gusto. Tanto Marcos Casal Cao, vocalista y guitarrista, como Curro Morales, teclista, hammond y bajo, y Raúl Delgado, batería, no se hicieron esperar mucho. La sala La Fábrica de Chocolate, situada en la céntrica zona de copas de Churruca, en Vigo, acogió una buena entrada, con más de media sala llena. El público desde un principio dio su cariño al trío de pop-rock, acercándose lo más cerca posible al escenario, coreando las canciones y llegando a ovacionar en más de una ocasión. No en vano son una banda con un cuatro trabajos discográficos a sus espaldas y, al parecer, acumulan una fiel base de seguidores.

  Si bien, es cierto que la banda asentada en tierras cántabras hizo lo propio desgranando sus mejores temas encima del escenario del club vigués. Comenzaron con un tono reivindicativo y haciendo entrar en calor al respetable con “Mundoalrevés”. Todo sonaba compacto y Marcos Casal se desenvolvía como pez en el agua con su voz y dosis elevadas de carisma, en un estado de forma envidiable. Sin tiempo para descansar le seguiría “Euforia”, una canción que en directo actúa como energizante. La temperatura no dejaba de subir.

  “Grito” sería la primera de las baladas que ofrecería La Sonrisa de Julia a largo del concierto, género que ejercen con autoridad y calidad. “Hay alguien más ahí” nos puso los pelos de punta por  su emotividad. Con “Libres” demostraron que se puede hacer un tema crítico a la par que sugerente. Tras este tema, Marcos Casal aprovechó el momento para presentar al resto de integrantes –además de recordar su origen gallego, como deja entrever su segundo apellido- y todos comprendimos que el hecho de que Raúl Delgado –“el primer batería que se levantó”- tocara la batería de pie y sin asiento no era fortuito. La crítica social continuó con “América”, arrancando la primera ovación de los asistentes al evento.

Sería con “Luces de Neón” cuando uno se rindió ya a la evidencia: estaba en un concierto memorable. La intensidad y el cuidado con el que interpretaron esta canción dejo a los presentes en un atento silencio, sólo quebrado por alguna voz que se alzaba para acompañar al vocalista en su interpretación. Precioso instante.

  El final de la velada se acercaba, pero tras un descanso merecido, volvieron con más fuerzas para de un tirón regalarnos “Puedo”, muy participada por el público, “Loco”, más intensa si cabe en directo, y “Naufrago”, en la que Marcos se quedó solo con su guitarra para tocar melancolía con su voz y dedos. No podían irse sin interpretar “El hombre que olvidó su nombre”, con un final enérgico y muy aplaudido, con una banda desatada encima del escenario. Como colofón le cantaron a la vida y el paso del tiempo en “Extraño”. Con una sonrisa de oreja a oreja saludaron al público con reverencias entre aplausos y bravos antes de retirarse al camerino.

  Inexplicable. Esa es la palabra que se me viene a la cabeza cuando recuerdo el concierto. ¿Cómo unos músicos de esta calidad y con esta propuesta como son Marcos, Raúl y Curro, no consiguen con La Sonrisa de Julia más popularidad? Nada tienen que envidiar a otras propuestas de indie-rock. En definitiva: felicidades por los diez años y que vengan otros tantos más. A los pocos días del concierto muchos nos preguntábamos: ¿Cuándo volverán?

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