PELÍCULAS

Una nueva droga que permite a quien la consume aprovechar el cien por cien de la capacidad de su cerebro es el punto de partida de la nueva película del director del El ilusionista. Una cinta que podríamos clasificar dentro del género del thriller y que se muestra incapaz de generar tensión a pesar de su ritmo sin pausa, en gran medida debido a un argumento por momentos absurdo que aun así se muestra previsible y sin garra. La acción avanza a trompicones, las relaciones entre los personajes carecen de sentido y el desarrollo del personaje de Bradley Cooper es uno de los más patosos que he visto en tiempo.

La película genera sensación de déjà vu constante, todo suena ha visto, no hay aportaciones novedosas que hagan que la película salga de la mediocridad en la que se halla instalada y no es lo suficientemente impresionante a nivel técnico como para que el mero hecho de verla en pantalla grande compense el sopor y la decepción. Actores sobrevalorados (Bradley Cooper) y en caída libre (Robert De Niro) que no ayudan a que la cosa funcione más allá de ser un mero entretenimiento para aquellos que consigan abstraerse de la estupidez manifiesta de su guión y la incompetencia de su director para dotar al conjunto de un cierto sentido.

A la postre, Sin límites resulta ser una película blanda con aspiraciones a blockbuster para listos que se queda a medio camino de casi todo y que acaba dejándonos una moraleja de lo más edulcorada y fuera del tono general de la película.