CRÓNICA

Toundra
Toundra
10 de Diciembre de 2011 por Gonzalo Puebla Sala Caracol, Madrid 5202 lecturas

Si hace un par de años me hubiesen dicho que un grupo español de rock instrumental llenaría una sala como la Caracol en un fin de semana de puente y encima coincidiendo con un Madrid-Barça, seguramente me habría echado a reír. Pero parece que los gustos de la gente poco a poco van cambiando, y el pasado 10 de diciembre Toundra consiguieron colgar el cartel de “no hay entradas” en la mítica sala madrileña.

Mientras media España estaba pendiente del enésimo partido del siglo, las 500 personas que abarrotábamos la Caracol nos preparábamos para presenciar el último concierto en una buena temporada de los madrileños. Y es que el grupo está ya metido de lleno en lo que será su tercer LP, con vistas a publicarse en 2012. Así que antes de entrar en el estudio decidieron cerrar lo que ha sido esta primera etapa de la banda por todo lo alto.

  No en vano anunciaron que interpretarían íntegramente sus dos obras hasta la fecha. La primera parte de la actuación se centró en su álbum de debut, donde la contundencia de las guitarras fue la tónica predominante. “Jauría”, “Bajamar” o la portentosa “Medusa” pasaron como un huracán de decibelios en cuestión de media hora, prácticamente de seguido y sin apenas parones. El sonido era claro y potente, dejando bien claro que íbamos disfrutar de Toundra en su máximo esplendor.

El telón del escenario se volvió a correr para preparar el segundo acto. Y si bien “(II)” no es tan potente como su antecesor, si que cuenta con suficientes matices y partes más complejas que lo convierten en una obra igual de fascinante. A las impecables revisiones de “Magreb” y “Danubio” (ese riff final nos voló la cabeza a más de uno) hay que añadir el cuidado que se tomaron para una pieza tan breve como “Voland”, en la que varios colegas del grupo se les unieron con percusiones mientras atacaban a las acústicas con la misma energía de siempre. “Bizancio” puso el cierre de manera devastadora a una hora y media que se pasó volando.

  Al final del concierto las caras de los cuatro miembros de la banda lo decían todo. Rostros llenos de felicidad y agradecimiento con los que seguramente afrontarán una nueva etapa que les puede llevar todavía más lejos.

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