PELÍCULAS

Joe Wright es un director con una filmografía irregular en la que destacan sus cintas de época – Orgullo y prejuicio y Expiación, más allá de la pasión – y que falló estrepitosamente con su primer intento serio de salirse del género – El solista fue una cinta fallida a todas luces -. Ahora lo vuelve a intentar con una historia de acción aparentemente sencilla que se asemeja en muchos aspectos a otras como Nikita o la saga Bourne.

La cosa trata de una niña que es entrenada para ser una asesina, pero llega un momento en el que su padre le ayuda a escapar para a partir de ese momento verse inmersos en una huída constante y, en el caso concreto de la niña, un en un descubrimiento del mundo del que hasta ahora se había visto apartada contra su voluntad.

Una historia sencilla, mucho ritmo, unos actores excelentes y una puesta en escena brillante son los puntos fuertes de la que hasta ahora, y para el que escribe, es la mejor película de Wright. Un thriller de acción con toques de drama que conquista con su compleja sencillez y con unas persecuciones que son parte importante de la película y que le aportan ese ritmo alocado y esa exhuberancia visual que la convierten en una de las grandes sorpresas del año.