PELÍCULAS

Yo no soy fan de Almodóvar, pocas son las películas suyas que me gustan y solamente Hable con ella me parece que sea un peliculón, por lo que intento ir al cine a ver sus películas con mentalidad abierta aunque con una cierta predisposición a la decepción. Sus primeras películas, y por primeras quiero decir hasta Todo sobre mi madre, me generan una indiferencia absoluta en el mejor de los casos, salvo contadísimas excepciones, y de sus últimos trabajos tengo opiniones diversas que van del hastío a la profunda admiración, por lo que al visionar su última película no tenía ni la más mínima idea de lo que me iba a encontrar.

Primero habría que decir que La piel que habito está lejos de ser una película de género, a no ser que Almodóvar se haya convertido ya en un género de por si. Se trata de una mezcla de thriller y drama, decantándose mucho más por el drama, con los elementos propios del universo del director manchego que aquí nos ofrece una historia de amor nada habitual, la que protagoniza un cirujano plástico junto a una mujer a la que mantiene cautiva para experimentar con su cuerpo.

Si los clichés del cine de Almodóvar están presentes en la película, también lo está su elaborado estilo visual y su siempre cuidadísima producción, a lo cual hay que sumar una interpretaciones bastante aceptables en la mayoría de los casos, y a un Antonio Banderas que sorprende por su convicción en uno los, desde ya, papeles de su carrera.

La adaptación de la novela no la puedo juzgar ya que no he tenido la oportunidad de hincarle el diente, pero, salvo ciertas idas de tono y de olla, el guión está magníficamente elaborado, jugando con el espectador sin necesidad de utilizar trucos fáciles para a la postre entregar una de las mejores películas de su carrera y una de las mejores del cine español de los últimos años.