PELÍCULAS

Muchos son los detractores de Fincher y su estilo cinematográfico, pero yo lo considero como uno de los grandes directores americanos del momento. Películas ya de culto como Seven o El club de la lucha, divertimentos de nivel como The game o La habitación del pánico y obras maestras como Zodiac y La red social, hacen que se haya ganado una posición de prestigio dentro de la industria. Se le podría catalogar de mainstream, pero hasta ahora nunca ha sucumbido a las presiones de Hollywood y hasta haciendo un remake ha sabido alejarse de lo preestablecido y dotar a la película de personalidad propia.

La película de Fincher es básicamente idéntica a la de Niels Arden Oplev en el fondo, pero se aleja de ella en la forma. En Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres, Fincher se muestra contenido, evitando sacar toda su artillería visual, dando simplemente algunas pinceladas de su talento, como ya hizo en Zodiac y La red social, películas con las que dio el salto de director de grandes espectáculos a narrador con mayúsculas. En esta ocasión la historia avanza de manera mucho más orgánica, menos directiva que en el original, exigiendo la atención y participación del espectador, arrastrándole consigo a través de este rocoso guión desarrollado con maestría durante 158 minutos, minutos que no se hacen largos y que dejan con ganas de más.

En el apartado actoral todo muy correcto, con un reparto repleto de actores solventes y de reconocido prestigio encavezados por un Daniel Craig al nivel exigido y por una Rooney Mara sorprendente y efectiva, haciendonos olvidar la gran actuación de Noomi Rapace en el original, o incluso superándola.

Me gustaría hacer una mención especial a Trent Reznor y Atticus Ross, otra vez a los mandos de la banda sonora de una película de Fincher y otra vez dando en el clavo. Esta vez han sido menos protagonistas que en La red social, pero vuelven a demostrar que tienen mucho futuro en esto, sobretodo si se embarcan en proyectos de tanto nivel como este.

Una vez más Fincher da en el clavo y nos entrega una joya de gran inteligencia y estilo que cautiva del primer al último plano, con mención especial a unos títulos de crédito absolutamente espectaculares tanto en lo visual como en lo sonoro.