PELÍCULAS

Ponerse en contexto para hablar de McQueen es casi obligatorio, no solo por que estamos hablando de un director del que se esperaba mucho, sino también por que su nombre ha pasado muy desapercibido para la mayoría del público.

Ganador del premio Turner por su trabajo como videoartista, su primera película (Hunger, 2008) no solo se le otorgó en Cannes el mejor debut, también fue nombrada por ciertos círculos como la mejor película de la pasada década.

Ajeno a cualquier presión o expectativa creada en torno a él, el director londinense se marca un trabajo redondo que sino se ha llevado muchísimos más premios es por su altísimo contenido sexual.

Entrando en materia, la trama de Shame se centra en como Brandon (Michael Fassbender), un treintañero con aparente éxito dentro de la sociedad, intenta convivir con su adicción al sexo. Su vida dará un vuelco cuando Sissy (Carey Mulligan) entre en su vida y rompa todos sus hábitos.

Shame es un drama, un dramón para ser exactos. Una visión simplista y equivocada de la película nos llevaría a pensar que estamos delante de un diario de un ninfómano, nada más lejos de la realidad.

Brandon es un ser incapaz de amar a nadie, ya no solo al sexo opuesto, sino también a su propia familia. Ni siquiera tiene amigos, no entiende el concepto de la dependencia anímica entre las personas.

Paradójicamente es todo esto lo que hace de la película un canto al romanticismo, partiendo de la absoluta negación del amor la película nos plantea que pasaría cuando un individuo niega el afecto al projimo hasta el fin de sus consecuencias.

En anti-sentimentalismo que rodea toda la película no puede ser más acertado; el sexo, siempre presente y explícito, aunque no erótico, ayuda al espectador a caer en ese pozo de soledad y represión en el que esta Brandon. Sí, el protagonista podría tener cualquier otra obsesión más pudorosa, pero no os equivoquéis, el sexo no es un añadido gratuito, es una elección inteligente, hace mostrar la relación de Brandon con los que le rodean y además desnuda a todos los protagonistas, desnuda sus cuerpos, sus sentimientos y nos desnuda a nosotros junto a ellos, para llegar al punto en el que nadie puede ocultar nada.

El lenguaje cinematográfico esta casi siempre implícito, McQueen no tiene reparo en volver a llevar su antiguo videoarte a la gran pantalla, cosa muy curiosa por que aún así la película consigue mantenerse como una obra cinematográfica entera más allá de estar inundada de expresiones artísticas más complejas. Aunque da un poco igual por que su protagonista esta interpretado por un tipo capaz de lo mejor y de lo más complejo,...Michael Fassbender, el ACTOR, así con mayúsculas. Podría decirse que gracias a las 4 películas que ha facturado este curso es el hombre del año en el mundo del cine, y yo me arriesgo y digo que desde la irrupción de Daniel Day-Lewis no se veía a un actor de tal magnitud. Sus polvos dolorosos casi llegando a las lagrimas, o esa secuencia final bajo la lluvia son solo dos ejemplos de lo que ha conseguido este actor en esta película, hacer verosímil los sentimientos más complejos, y lo que es más importante, nunca cayendo en el humor aún estando rodeado de tanto sexo.

Carey Mulligan representando la ordinariez en su máxima expresión también se marca una buena interpretación. Por cierto, los fans de Fassbender y Mulligan estarán contentos por que lo enseñan todo.