CRÓNICA

Festival SOS 4.8 2014
The Prodigy, Pet Shop Boys, Damon Albarn, The Bloody Beetroots
02 de Mayo de 2014 por Vicente Madrigal Recinto Ferial La Fica, Murcia 2677 lecturas

El domingo sobre las 6 de la mañana, el recinto del Festival SOS 4.8 se acabó por convertir en un lugar lleno de gente satisfecha. El festival tocaba a su fin y con la pieza clásica de Strauss “El Danubio Azul” atronando en los altavoces, la gente se despedía poco a poco con unos confusos pero alegres pasos de ballet y, sobre todo, con una gran sonrisa en la boca. Y en cierto modo es en esos momentos donde puedes constatar que un festival ha sido un éxito, al menos en un primer momento, antes de hacer repaso general, cosa que ha llegado el momento de realizar.


Primero, y como apunte previo, comentar que los problemas de organización que pueden darse en el SOS no son más que los repetidos año tras año por la mayoría de festivales nacionales: mala distribución de aseos y limpieza nula, cierto caos en las recogidas de pulseras… pero por lo demás la visita merecía la pena. Entrada récord de público (se habla de hasta 70.000 personas en total), principalmente españoles y mucha gente de Murcia y de la zona del Mediterráneo. El sol de verano y la ciudad volcada con la cita invitaban a que todo saliera a pedir de boca.


VIERNES

Ya metidos en faena, pese a que toda la atención del viernes se la llevaban los cabezones electrónicos, hubo mucho y muy bueno que ver, y lo que es mejor de todo, en forma de sorpresa. Primero, The Strypes se hicieron con el escenario grande y cualquiera diría que querían bajar de allí. Rock n’ roll, rythm & blues, locura y ritmos desenfrenados, probablemente los más sueltos en todo el festi si nos referimos a bandas. Estos irlandeses, que no tendrán más de 20 años cada uno, se han dado una más que buena propaganda en Murcia, y no será la primera vez porque son sólo unos chavales.

Metidos de lleno en la parte alta del cartel, aparecieron The Kooks en el escenario apelando a años y melodías pasadas. “Ooh la”, primer tema en sonar, refrescó la memoria de todos rápidamente. Este grupo tan brit, tan FIB y tan disfrutables en directo, acabó por abrir los oídos de los que aún faltaban por añadirse a la fiesta. Seguidamente no faltaron todos los demás éxitos, aun sabiendo que los de Brighton se han difuminado a lo largo de la década. Todo el mundo sabía que no tenía a Arctic Monkeys delante suyo, pero no importó mucho. ¿A alguien puede importarle algo en pleno bis con “Naïve”? Otro gran momento para los recuerdos de esta cita. Y bravo por la guitarra acústica de Luke Pritchard, el elemento clave y fundamental en esta banda, y por su dominio de la misma. Y por supuesto, muy agradecido a que este tipo de grupos se deje el ego en el backstage. Ni rastro de otra cosa que no fuera ser uno con el público. De agradecer.

Llegado el momento de The Prodigy, hace falta convertirse en la mente y el sistema nervioso de cualquier fan de Liam Howlett y compañía para ser consciente de lo que sucedía a las 2 de la madrugada del viernes en ese escenario. La palabra electricidad podría ser muy adecuada. En el momento de comenzar, ni más ni menos que “Voodoo People” nos da la bienvenida. El show y los efectos son los mismos desde hace unos años, los integrantes desde siempre también y por supuesto los años no pasan en balde, pero todo lo demás, el viaje, las sensaciones, la adrenalina multiplicada por un millón… todo eso fue “Voodoo People”, todo un mundo. Más tarde vino todo lo demás, como un torrente desbocado, casi sin darnos cuenta de que todo estaba en marcha, contrayendo y alargando el tiempo y las canciones a su antojo. “Breathe” y “Omen” encadenadas, casi como amenaza para la seguridad, y lo mismo con “Poison” y “Thunder”, y el más difícil todavía con “Firestarter” y “Run with the wolves”. Los temas más contemporáneos se hilaban con fragmentos a base de rave, dubstep o incluso con canciones no publicadas hasta la fecha (“Jetfighter” o “AWOL”) y que ojalá formen parte de un disco que no se haga mucho de esperar.

Por si los más aventajados de la banda inglesa no se habían quedado del todo contentos, The Prodigy volvieron para algún bis y acabaron por volver a todo el mundo más que loco. Las guitarras extremadamente afiladas y con mala baba de “Their Law” y la locura y el éxtasis de “Hyperspeed” hicieron de cualquier asistente un autómata con fijación por la anarquía y caos de cuerpo y mente.

Acabado The Prodigy, tocaba un breve paso por el SOS Club, situado justo en la entrada del recinto, y que servía para mantener el ritmo como quien recarga las baterías; a esa gran localización del escenario se le une un enorme buen rollo a cualquier hora del día y la noche. Para mí uno de los grandes puntos del festival. Además, el Escenario Jagermeister albergaba otra cita importante: comprobar si la gente respondía al indie bailable de Is Tropical y a su radiado himno “Dancing Anymore”, a lo que la respuesta fue claramente afirmativa.

Finalmente, llegaron The Bloody Beetroots para despejar esas dudas que podían quedar al pensar que The Prodigy podían haber convertido el festival en un solar lleno de zombies. Nada más lejos de la realidad. Los italianos, en su versión en directo (piano, teclados, batería, y guitarra) consiguen no sólo un sonido enfocado a la fiesta, sino que la sensación de estar viendo a una banda hace más palpable su sensación en vivo, pese a que en ciertos momentos los sonidos pregrabados acaben construyendo un refrito de playback, que igualmente se salvan fácil teniendo temas que ponen a saltar a uno lo quiera o no.

Con un directo centrado en las canciones de su nuevo disco “Hide” (empezando y acabando además con “Spank”), acompañado de algunos de sus remixes (includo el famoso “New Noise" de Refused) y aderezado de momentos donde el sonido electro daba paso a momentos épicos de piano, a puro rock n’ roll de los 50 o a cualquier otro tipo de truco que sirviera como subidón para otro nuevo temazo. Momento cumbre y de éxtasis, por muy previsible que pudiera ser: "Warp 1.9".

Con esto y The Zombie Kids de fondo, con una sesión de lo más light para los oídos menos hipsters, finalizó el viernes a la espera de poder cumplir las expectativas para el sábado, donde un par de leyendas británicas nos andarían esperando.


SÁBADO

Si hay algo que he de echar de menos de esta edición del SOS 4.8 es no haber asistido a más conciertos nacionales. Bien por horario, bien por solape (lo de Za! con The Prodigy es de juzgado de guardia…) ha sido una asignatura que no se ha podido aprobar. Como consuelo, Triángulo de Amor Bizarro  amenizaron las últimas horas de tórrido sol durante la tarde para repasar algunos de sus temas, princpalmente de su genial “Victoria Mística” del año pasado, empezando el concierto muy en clave pop y aumentando la distorsión y el ruido de las guitarras según avanzaba el concierto (quién sabe si por combatir el calor con más calor o por temas técnicos). Tenemos una joya musical en este país con ellos.

Más tarde, cuando el sol ya se despedía, el escenario grande se vestía de una manera de lo más sutil para recibir al gran personaje de esta edición murciana: Damon Albarn. De traje, junto a otros tres músicos, entonaba ese melancólico “When I’m lonely I press play” y los corazones se encogían al mismo tiempo que avanzaban para coger sitio. Y así fue durante el resto del concierto, donde presentó todas o casi todas sus canciones de “Everyday robots” de una manera tan personal y una implicación tal que sólo le faltó bajar a darnos la mano uno a uno a todos los asistentes. Intercalados entre esos nuevos temas, Damon nos obsequiaba con clásicos de Gorillaz, casi con el objetivo de admirar ese gran y desbocado proyecto pudiendo ver a la multitud gozando de lo lindo con “Tomorrow comes today”, “Kids with guns” o “El Mañana”.

También hubo algún que otro momento reservado para su guitarra. Enfundado en ella sonaron dos temas de The Good The Bad & The Queen, sin duda los más intensos en cuanto a energía, junto con una sorpresa: “All Your Life”, tema de Blur incluido en el single de “Beetlebum”.

A partir de entonces, pelos de punta y muchos escalofríos. Damon se marca “Out of Time” él solo junto a su piano, haciendo que todo desaparezca a su alrededor y sólo quede él, frente a una luna que ascendía en lo alto, y sobre la que Damon nos advirtió, como quien te sonríe sabiéndose feliz de algo y te comenta la buena noche que hace. Y obviamente, aquella felicidad debía seguir: Damon invitó a un coro mixto a compartir sus últimas canciones. “Mr. Tembo” se clavó muy dentro de todo aquel que no la conociera, “Heavy Seas of Love” fue la última gota de melancolía en un vaso ya rebosado, y como perfecta despedida, Damon y su coro cantaron “Tender” y nos despidieron con su ya mítico “Oh my baby/ oh my baby/ oh why/ oh my”.

Los franceses Phoenix, al igual que su música, tienen un directo donde pocas sorpresas pueden esperarse, y donde todo está fundamentado en sus temas conocidos mundialmente. Ningún fan de esta banda puede quedar decepcionado cuando suenan “Lisztomania”, “If I ever feel better” o “1901”, y cuando suenan con la intensidad lógica que se les debe pedir encima de un escenario. Y por supuesto, cuando uno es grande, la confianza de tu público es ciega.

Esa misma sencillez del grupo francés a la hora de agradar es la que se encontraron los dos componentes de Pet Shop Boys cuando llegó su momento de aparecer al escenario. Su presentación fue con una gigantesca proyección de un túnel futurista, junto con iconografía muy cibernética de la pareja, recordando mucho a Kraftwerk, los padres de casi todo en este estilo, por así decirlo. Más tarde, y abriendo espacio para algún que otro tema de su último disco “Electric”, los clásicos de toda la vida fueron los grandes protagonistas, junto con más proyecciones y el siempre exótico vestuario de los británicos. “Suburbia”, “West End Girls”, “It’s a sin”, sus famosísimas versiones-himno “You are always on my mind” y “Go West”… casi como un bis continuo para los fans del grupo, vivido al máximo, pero algo descafeinado para las generaciones más jóvenes, que encontraron en la simultánea sesión de Gold Panda la vía de escape perfecta para continuar con la fiesta. El inglés afincado en Berlín echó mano de su repertorio en estudio para sumergirlo en un set continuo de beats psicodélicos y llenos de colores.

Como citas finales para despedir, nos quedaba probar con el techno más cafre del festival de la mano de Erol Alkan, que disfrutó del escenario grande para él solo, y donde quizá se habría agradecido un mayor equilibrio entre lo duro de la propuesta y la hora trasnochada. Igualmente volvía a haber una alternativa apetecible en el escenario contiguo: primero con Branko (componente y dj de Buraka Som Sistema) que regaló una gran selección de electrónica, dubstep, hip hop y fusión y donde pudimos ver al batería de Damon Albarn, todavía vestido de etiqueta como en el concierto, dándolo todo durante la hora que duró la sesión.

Para acabar, el dj set de Totally Enormous Extinct Dinosaurs consiguió armonizar de cierta manera ese techno duro del que hablamos antes con la energía y las ganas de los de abajo, haciendo del final del festival algo que nunca quisimos que llegara.

En conclusión, los 70.000 asistentes al festival de esta edición y su manera de vivirlo confirman que el SOS 4.8 es un bien muy preciado en Murcia y en España, siendo este récord de asistentes la razón por la que Murcia debe mantener su apuesta por no encarecer hasta donde otros lo hacen, con un cartel que obviamente se resiente pero combinando muchos grupos noveles (algo muy importante, nos guste o no) con nombres más que contrastados y con otros que, subidos al escenario, pueden despertar el interés de cualquiera. Esperemos que la apuesta del SOS 4.8 continue y los pies vuelvan a pedirnos Murcia cuando llegue el próximo Mayo.

Fotos: Festival SOS 4.8, Vicente Madrigal

COMENTARIOS



Debes estar registrado para poder publicar un comentario


Entra en tu cuenta o regístrate