CRÓNICA

Toundra en el Barclaycard Center, Madrid (30 de abril)
Toundra, Alcest, Jardín de la Croix, Viva Belgrado
30 de Abril de 2016 por Israel Higuera Barclaycard Center, Madrid 1968 lecturas

Y llegó el día. El Barclaycard Center, pabellón anteriormente conocido como Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid, se preparaba para acoger el concierto más especial y esperado de los oriundos Toundra. Si no es habitual que una banda de rock española llegue tan lejos como esta (ni lejos a secas), aún lo es menos si dicha banda carece de vocalista. Solo una semana después ese mismo recinto recibe a los supermasivos Muse (dos noches seguidas y con las gradas operativas, cierto es). Lo de Toundra es una auténtica proeza, y los héroes lo celebraron a lo grande acompañándose de una orquesta y tres grupos de nivel. No se puede hablar de otra cosa que no sea éxito: llenazo de público, cuatro conciertos sin mácula, una puntualidad que se agradece y la sensación de que pasito a pasito los madrileños se han consolidado como una banda grande de nuestro país.

Aunque también es lógico pensar que la presencia de tres bandas de la talla de Viva Belgrado, Jardín de la Croix y Alcest contribuyó a la buena entrada. Como si de un mini festival se tratara, el público acudió temprano y ya con los primeros compases de Viva Belgrado se palpaba un ambiente propio de las grandes noches. Haber incluido a los cordobeses en el cartel me parece un acierto. No porque sean una debilidad personal, que también, sino porque como ya dije en la crítica de su disco debut "Flores, Carne" creo que su estilo tiene mucho que ver con el de los mayores protagonistas de la velada. Además son la sensación de los últimos dos años en underground español y atraen a un público ecléctico que no tiene por qué estar acostumbrado a este tipo de estilos.

Quizá por eso pudieron disfrutar de su primera vez en un escenario de tal envergadura ante un público considerable. ¡Qué lejos parecían aquellos días tocando ante diez personas en algún bar de Córdoba! No me puedo alegrar más por ellos. Y lo agradecieron regalando otro de esos conciertos memorables a los que nos tienen tan mal acostumbrados. Lo que nadie puede poner en duda viendo a Viva Belgrado sobre un escenario, sea del tamaño que sea, es que se dejan la piel en cada nota. Lo viven, lo sienten, dejan que les posea la intensidad de su música y lo transmiten de tal manera que es imposible no aplaudir. Otro recital emotivo al tiempo que enérgico, otra lección de cómo llevar la distorsión hasta los confines de la sensibilidad. Exhaustos, se fueron de allí sabiendo que toca volver a la realidad de un pequeño grupo de hardcore. Lo mejor es estar seguro de que no les importa: seguirán regando de sangre los escenarios haya quien haya enfrente.

La cosa cambió de tercio con la aparición de los madrileños Jardín de la Croix. Los que ya les conocemos sabíamos lo que nos esperaba y no decepcionaron: una intensa sesión de math rock con abuso de tapping, mucho guitarreo del gordo y algunos arreglos espaciales. Demuestran en escena lo que se intuye en sus discos, que lo suyo es la técnica y si por algo destacan en directo es por la precisión y la nitidez del sonido. Hipnóticos y apabullantes, poco más de media hora se hizo corta para el buen hacer de la banda. No me considero el mayor fan de su música y me pareció un concierto impecable.

La cosa iba bien, incluso muy bien, y aún quedaban los dos platos fuertes. Alcest tampoco fallaron. Los franceses eran la única formación foránea y también la más célebre pero parecieron enteder a la perfección que la gloria estaba reservada para los que tocaban después. O bien simplemente es la manera de ser de Neige, el tipo de frontman que jamás te esperarías que saliera de una escena como la del black metal europeo. Un tipo de camiseta lisa y vaqueros que prácticamente sin hablar se ganó al público con su carisma. ¿Y cómo pudo ser eso? Tiene algo especial ese hombre, algo que te hace empatizar con él al instante como si fuese tu amigo de toda la vida. Sus movimientos parsimoniosos y su voz languideciente embelesan.

Al igual que la música de su banda. Fieles a su estilo tan solo interpretaron unas pocas canciones muy largas y en general de lento desarrollo. Alcest existen para encandilar con sus pasajes oníricos y esa sonoridad a caballo entre la épica y la tragedia. Son un gran ejemplo de que se puede crear belleza a partir de los sonidos más rudos y abrasivos que se pueden sacar de una guitarra eléctrica, que no es poco. En apenas una hora les dio tiempo a crear su propio mundo, al que muy tímidamente nos invitaron a entrar. Y era un mundo cálido y amable, lleno de luz, un mundo de fantasía en el que quedarse a vivir. Otro concierto que se hizo corto; daba la sensación de que sus canciones podían sonar eternamente sin que nadie se cansara.

Pero claro, había que dejar paso al grupo que había montado todo este tinglado. Poco nuevo se puede decir de Toundra a estas alturas. Diez años en la carretera, avanzando con cada disco un poco más en cuanto a popularidad y dando pequeños pasos hacia un status impensable para un grupo de sus características en nuestro país. Así que voy a aprovechar para confesar una cosa: nunca he tenido a esta banda entre mis preferidas. Me gustan desde el principio, y he seguido su carrera de cerca pero siempre he pensado que les faltaba un punto para llegar a ser ese grupo especial, esencial del que habla tanta gente. No niego que hacen buena música, saben hacer riffs y tienen un puñado de buenos temas. Pero echo en falta ese punto diferencial que sí tienen otros grupos para hacer de cada canción algo mágico. En general, pienso en ellos como un grupo de rock instrumental para gente a la que no le gusta realmente el rock instrumental. Puede que ese sea precisamente el secreto de su éxito.

De todas maneras el sábado poco importaba todo eso. Estaba a punto de presenciar un momento único en la carrera de una banda, y sabía que iba a ser algo especial. La presencia de una pequeña orquesta (la mayor con la que han contado, eso sí) le añadía un poco más de aliciente, con la posibilidad de escuchar al fin la preciosa "Viesca", o "Requiem" en todo su esplendor. Solo por eso iba a merecer la pena. Y fue la orquesta la encargada de abrir el concierto con una pieza que parecía escrita para la ocasión. Toundra habían trabajado hasta el último detalle de esta noche irrepetible. Los músicos se situaban por encima del escenario, dominando todo el espacio, aunque el lugar privilegiado estaba reservado para los cabezas de cartel.

Salieron al escenario a hacer lo que saben hacer: electrificar el ambiente con riffs de todo tipo de pelaje que se entremezclan, chocan, se acompañan y van y vuelven y de vez en cuando, solo de vez en cuando, dejan un poco de respiro. Una vez más se notó la química entre sus miembros, que no dejaron de divertirse en ningún momento. Normal. Era su día, todo estaba saliendo a la perfección y se notaba en sus caras. No pararon. Y, como ya nos tienen acostumbrados, la ejecución fue perfecta. Tanto con la orquesta como sin ella (desapareció tras las dos primeras canciones para volver casi al final) todo sonó a la perfección y el repertorio fue elegido muy sabiamente para encadenar los mejores temas al final.

En eso me satisficieron completamente: excepto "Cielo Negro" tocaron todas las canciones que más me gustan, afortunado que es uno. Porque "Oro Rojo" me flipa, pero no es nada comparado con escuchar "Viesca", "Requiem" y "Bizancio" seguidas y con la orquesta recién reaparecida. Especialmente la primera, para mí la auténtica joya de su discografía pese a ser la canción que menos encaja con ellos —¿o precisamente por eso? Una orgía de viento y cuerda que suena a gloria y que atronó como ninguna otra. Maldigo haber acudido con una otitis que no me dejó apreciar al cien por cien todos los detalles. Para acabar, el consabido bis nos trajo "Magreb", y vítores y aplausos y toda una celebración que ponía colofón a un autohomenaje bien merecido.

No creo que nadie saliera descontento del recinto. Casi cinco horas de conciertos, a cuál mejor: el público disfutó de lo lindo. Las bandas, encantadas por haber tocado ante tantas personas y sobre todo Toundra por haber conseguido que un evento tan arriesgado les saliera así de bien: prácticamente lleno y sin percances aparte de algún foco rebelde que hizo retrasar la última actuación apenas unos minutos. Una tarde-noche, simple y llanamente, perfecta. ¿De cuántos conciertos se puede salir diciendo esto con la boca bien llena? Pues eso. Mis más sinceras felicitaciones, estimados señores de Toundra.

COMENTARIOS

1 Comentarios

  • #1
    USER_AVATARel 11 de Mayo de 2016
    chelin
    El concierto estuvo muy bien. Pero fue sorprendente que toquen el mejor tema de su discografía, \"Medusa\". No tocaron ni uno de su primer disco. \"Bajamar\" fue otro que faltó. Se centraron entiendo en temas más recientes y que pegaban más con la orquesta.


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