CRÓNICA
Cuando uno llega al punto de cuestionarse la integridad del circuito actual de festivales, siempre aparece en escena el
Azkena Rock Festival para arrojar un poco de luz en esta burbuja tan turbia como impredecible. Lejos de ponernos demasiado románticos, la marca que ya ha patentado el festival más genuino y auténtico de nuestro país siempre es sinónimo de comodidad, ambiente inmejorable y cita obligada en el calendario.
VIERNES 21La típica rueda de reconocimiento que siempre supone el primer contacto con el festival no deparó grandes sorpresas esta vez (cuando algo funciona es mejor no tocarlo demasiado), si bien los escenarios alternativos siguen ofreciendo novedades para regalar al asistente una experiencia más. El
Thrasville (carpa dedicada a los artistas más
underground y al apartado más visual) recuperó la lucha extrema mexicana, mientras que las motos rugieron en un
Wall Of Death extremadamente original.
En el programa principal, las primeras horas de la tarde estuvieron protagonizadas por bandas como
Inglorious,
Deadland Ritual (supergrupo formado por
Geezer Butler,
Matt Sorum,
Steve Sevens o
Franky Perez) y
The Living End a lo largo de los escenarios
Love,
Respect y
God respectivamente, de menor a mayor tamaño y engalanados como viene siendo habitual por algunos de los nombres más representativos de la historia del
rock que nos han dejado este año. Los ojos de
Roky Erickson,
Aretha Franklin,
Andre Williams o
Vinnie Paul observaron desde el cielo y sus figuras fueron homenajeadas como se merecen.
El perfil mediano de esta jornada dejó de serlo en cuanto
Stray Cats saltaron a escena. Como ya hiciera en solitario en la edición de 2011,
Brian Setzer volvía a Vitoria para encabezar el festival con motivo del 40 aniversario de la banda más representativa de la historia del
rockabilly. El sorprendente buen estado de la banda (completada por
Slim Jim Phantom y un
Lee Rocker que volvió a regalar instantáneas espectaculares con su contrabajo) ya dio sus frutos en un más que correcto disco de regreso (
“40”), pero muchos de esos tupés que engalanaron Mendizabala volvieron a disfrutar de himnos como “Blast Off”, “Rock This City” o “Rumble In Brighton” como si el tiempo no hubiera pasado. Un año más, el
ARF vuelve a tachar otro clásico de su larga lista.

Uno de los solapes más comprometidos del fin de semana llegaba con
Blackberry Smoke y
Tropical Fuck Storm, decantándonos por estos últimos y comprobando que lo de
Gareth Liddiard y sus particulares compañeras de viaje (nunca mejor dicho) va mucho más allá de ser uno de los
hypes de la pasada temporada. Su complicada propuesta convirtió en accesibles temas como “Antimatter Animals” o “You Let My Tyres Down”, comandados por un
frontman en estado de gracia y esos coros femeninos tan particulares que de lo fieles y perfectamente empastados aún dudamos fueran de verdad. Quién lo hiciera de un segundo disco más acomodado tuvo “Paradise” como respuesta (
“Braindrops” será publicado el 23 de agosto), mientras que el
fan de
The Drones tuvo que esperar al final para disfrutar de “Baby Squared”. Su puesta en escena acabó por encandilar a un público que supo desde ya cuál iba a ser una de las actuaciones del festival.

Lejos (en todos los sentidos) de esas antípodas australianas se encuentran
The B-52's, pero así es el
Azkena Rock Festival. De una de las sorpresas del
underground actual viajas directamente a otra que popularizó y llevó su particular visión del
new wave a las masas en los años ochenta. Sería injusto desmitificar a una banda que convertía en
hit casi todo lo que tocaba, pero los cardados, las pelucas y los vestidos de colores no lucen de la misma manera cuando eres un septuagenario y toda esta parodia la imagen de una época tan concreta. A pesar de ello, y de la continua estampida del público, los valientes que decidieron llegar hasta el final recibieron su recompensa disfrutando de clásicos como “Love Shack”, “6060-842” (presentado por
Kate Pierson como un tema
punk) o “Rock Lobster”.

El desplome de la temperatura y la espantada general del público se aliaron para ensombrecer, aún más, la actuación de uno de los caramelos de esta edición. No debe ser sencillo despachar
post-hardcore de tintes modernos en un
Azkena Rock, llamarse
Glassjaw y cerrar la jornada en familia, pero todo eso quedaría en un segundo plano en cuanto las primeras notas de “Cut And Run” nos hicieron torcer el morro y mirar irremediablemente hacia la mesa de sonido.
A juzgar por la actitud del propio
Daryl Palumbo esto no preocupó en exceso a una banda carente de cercanía y expresividad en todo momento, palideciendo temas tan esperados como “Tip Your Bartender”, “Mu Empire”, “Ape Dos Mil” o “Siberian Kiss”, cierre que acabó siendo el epitafio de una noche fría y una actuación heladora.
SÁBADO 22 La jornada del sábado, multitudinaria y marcada por sonidos más densos, se vio acompañada incluso por la predicción meteorológica. La tarde más calurosa de las que se recuerdan por estos lares, al menos en las últimas ediciones, nos daba la bienvenida con
Garbayo, proyecto en solitario de
Ignacio Garbayo tras su etapa en
Los Zodiacs, y
Mt. Joy, una mezcla de
indie-rock que no acabó de cuajar en el escenario dedicado a
Scott Walker y
Dick Dale.

Por el contrario, no hizo falta esperar mucho para ver como toda la explanada del escenario principal se llenaba para disfrutar de
Tesla diez años después de su última visita a nuestro país. Eternamente infravalorados, me atrevería a decir que el
Azkena Rock (y su público) es uno de los pocos festivales que ha sabido apreciar la longeva carrera de una de esas bandas a las que solo un
single rompedor separó del estrellato. Esa especie de
jam controlada que responde al nombre de “Cumin' Atcha Live” dio inicio a un
show en el que no solo brilló el nuevo blanqueado dental de
Jeff Keith, sino también gran parte de su discografía (“Heaven's Trail (No Way Out)”, “Love Song” o “Edison´s Medicine”), curiosas versiones (“Blackbird” de
The Beatles) y alguna que otra novedad (“Taste Like” de su recién estrenado
“Shock”).
La primera baza de esos sonidos más pesados fue la de
Corrosion Of Conformity, a los que el tercer escenario quedó minúsculo. No cabe duda de que la gente tenía hambre de
Pepper Keenan y ese repertorio que finalmente no cubrió
“Deliverance” al completo (no faltaron “Seven Days” o “Broken Man”, entre otros) pero que equilibró la balanza (por suerte para servidor) con temas de discos como
“America's Volume Dealer” (lluvia de mecheros incluida a la pregunta de “Who´s Got The Fire?”),
“Wiseblood” e incluso el último
“No Cross No Crown”. Aún nos preguntamos qué hubiera sido de esta actuación en uno de los escenarios principales y con un sonido algo más potente y depurado.

La sensación que dejó el anuncio de
Wilco como cabezas de cartel de esta edición fue el fiel reflejo de su actuación. Quien tuviera en un altar a
Jeff Tweedy y su personal visión del
rock americano agigantó su leyenda a lo largo de hora y media cargada de emociones y temas tan brillantes como “Misunderstood”, “Box Full Of Letters” o “Heavy Metal Drummer”. Para el resto, estos noventa minutos fueron la prueba de que el cabeza de un
Azkena Rock Festival debe rockear más, mucho más.
Los mayores beneficiados de la caída de
(the) Melvins del cartel fueron sin duda
Morgan, que a pesar de contar con una amplia (y variada) base de
fans lograron arrastrar al grueso del público frente al poco éxito de
Gang Of Four, sustitutos de
Buzz Osborne y compañía. Seguramente no fuera este el mejor escenario para profundizar en la grandeza de la banda, una suerte de
pop,
soul,
funk e incluso góspel al servicio de la increíble voz de
Nina, pero esta íntima propuesta dejó destellos de su magia en una actuación que fue de menos a más. No es de extrañar cuando en ese
más se encuentran piezas como “Oh Oh!” (que la gente hizo suya), “Sargento de hierro” (derramando alguna que otra lágrima) o “Another Road (Gettin' Ready)”, guiño a
Daft Punk incluido.

Al contrario que en otras ocasiones, la tercera visita de
The Cult a Mendizabala se presentaba en el mejor marco posible, un horario adecuado y la certeza de que el trono del día acabaría siendo suyo. Por si fuera poco, el aniversario que prometía interpretar íntegramente uno de sus buques insignia (
“Sonic Temple”) sería la mejor de las excusas. Como era de esperar, cortes como “Sweet Soul Sister”, “Soul Asylum” o “Fire Woman” fueron los más celebrados, y a pesar de que otros tardaron más en desperezar al público no dejó de ser un auténtico lujo escuchar uno de sus trabajos más maduros e icónicos treinta años después. La incógnita que siempre rodea a la figura de
Ian Astbury no deparó demasiadas sorpresas más allá de un ligero enfado con su monitor y una voz algo justa en determinados fraseos, mientras que la solvencia del resto de la banda apuntó inevitablemente hacia una sola dirección, aquella en la que siempre brilla
Billy Duffy. La recta final redondeó una actuación notable (el sobresaliente de 2017 sigue siendo una nota difícil de igualar para la mayoría de asistentes) regalándonos una tanda de clásicos en la que no faltaron “Wild Flower”, “Rain” o “Love Removal Machine”.

Puede que solo fuera casualidad, pero el destino quiso que en el primer aniversario de la muerte de
Vinnie Paul el público del
Azkena Rock escuchara los mayores himnos de
Pantera en directo. Para muchos un tributo y para otros lo más cerca de una hipotética reunión, lo cierto es que el
show de
Philip Anselmo & The Illegals fue más aceptable de lo que muchos podíamos imaginar en un primer momento si estás al tanto de la vida y milagros de
Phil. Temas como “Mouth For War”, “I´m Broken”, “Fucking Hostile” o “A New Level” (los himnos más básicos y cañeros de su inabarcable
greatest hits) fueron el epicentro de un repertorio que también ofreció canciones menos explotadas como “Yesterday Don't Mean Shit”, “Use My Third Arm” y “Hellbound”. La sensación de estar frente a una banda de
metal extremo versionando a
Pantera con su histórico cantante en horas bajas no desapareció en toda la actuación (ese
groove tan característico sí que lo hizo), pero lo que disfrutamos de esta cita única e irrepetible no se olvidará tan rápido.
Para los que gusten de números y estadísticas, el festival cerró su decimoctava edición con la nada desdeñable cifra de 36.000 espectadores y las fechas para el próximo año (19 y 20 de junio), para el cual se vendieron más de 3.000 abonos en el propio recinto. La experiencia de la que hablaba fideliza, el anuncio de
Fu Manchu y
Social Distortion hizo el resto.
Fotos: Azkena Rock Festival