CRÓNICA

Cuatro décadas del mejor punk-rock
Bad Religion, Suicidal Tendencies, Millencolin, Blowfuse
13 de Mayo de 2022 por Jorge Azcona BEC, Barakaldo 1487 lecturas

Teniendo en cuenta que la esperanza media de vida no llega siquiera a los 80 años, aquello de "pasar la mitad de ella encima del escenario" no podría estar más justificado cuando hablamos de leyendas vivas como Bad Religion. Pero más allá de cumplir cuatro décadas en la carretera y celebrarlo -con un +2 por culpa de la pandemia- junto a todos nosotros, lo verdaderamente admirable y que les distingue de muchos otros compañeros de generación es hacerlo de esta forma, en uno de sus mejores momentos como banda.
 
Al más puro estilo Gasteiz Calling o Punk In Drublic itinerante, con un enorme line-up que iría intercambiando bandas a lo largo de sus siete fechas peninsulares, arrancaba la primera de ellas en el formato Cubec! de Barakaldo (pista del BEC para unas 5000 personas), escenario perfecto para que la gira punk-rock del año por excelencia echara a andar. Los encargados de abrirla no eran otros que los catalanes Blowfuse, que para cuando logramos llegar y acceder al pabellón ya se encontraban finalizando su típica ración de piruetas y enérgico skate-punk noventero. A pesar de su juventud, el cuarteto comandado por Óscar Puig es ya todo un clásico en este tipo de saraos, y en definitiva, una de las bandas nacionales que mejor encarnan la filosofía de este festival.

Con la pista casi al completo y desde Suecia llegaban Millencolin, uno de esos casos extraños dentro del género. Los de Örebro lo tienen todo para triunfar en citas así, un cancionero tremendo, auténticos clásicos del hardcore melódico y su posterior transición hacia el punk-rock y la imagen necesaria. Sin embargo, cualquiera que les haya visto en directo coincide en algo, una falta de punch que no hace justicia a todo lo que tienen por ofrecer. Esto no cambió de un plumazo en el día de hoy, aunque la mejoría respecto a otros más agridulces (recuerdo la aciaga noche del Resurrection Fest 2013, por ejemplo) también fue evidente. Que la balanza de su repertorio cayera sobre "Pennybridge Pionners" tuvo mucho que ver, con casi la mitad de temas pertenecientes a tal clásico, y es que cuando suenan "Penguins & Polarbears", "Fox" o el mítico redoble que da comienzo a "No Cigar" -con la que se despidieron tras 45 minutos- a uno le da por olvidarse de todo lo demás. Entre ellas tampoco faltaron pequeños extractos del resto de su discografía, tanto de su época más zapatillera y añeja ("Twenty Two") como de la más reciente ("True Brew" o la inicial "SOS"), mejorando el recuerdo que teníamos de sus últimas actuaciones y, sobre todo, dejando el recinto a punto para todo lo que nos venía encima.

Con permiso del profesor Graffin y compañía, nadie duda que Suicidal Tendencies son el otro gran reclamo de esta gira. Pese a haber llevado una trayectoria algo más irregular a lo largo de sus -también- 40 años de historia, la banda de Venice sigue siendo una institución (la cantidad de camisetas, bandanas y gorras planas que se vieron en la pista y aledaños así lo atestiguan) y aunque a estas alturas ya no sepas ni qué formación te vas a encontrar en el escenario, Mike Muir siempre se las ha apañado para llevar unos músicos de escándalo en directo. Esta ocasión tampoco fue una excepción, con la sorpresa de encontrarnos al mismísimo hijo de Robert Trujillo (Tye, 17 añitos) al bajo y otro veinteañero como Brandon Pertzborn a los parches, que pese a su juventud ya presume de haber tocado con Black Flag, Marilyn Manson o Limp Bizkit, junto a los habituales Dean Pleasants y Ben Weinman. Los que apenas cambiaron fueron sus gags habituales, un extensísimo "You Can´t Bring Me Down" que sirvió para detonar la bomba, las carreras de fondo de Muir a lo largo y ancho del escenario con las que decorar clásicos como "Send Me Your Money", "Freedumb" o "War Inside My Head", y sus largos parones y discursos para tomar aire inevitablemente. Tan corto se hizo que para cuando llegaron "Cyco Vision" y "Pledge Your Allegiance" el tiempo de actuación agonizaba en su momento de mayor agitación. Quizá, con suerte, el público de Pamplona y Murcia tenga algún que otro regalo en sus propios conciertos de sala.

Pero si el foso se encontraba ya en pleno éxtasis todo explotaría definitivamente con el famoso "Like a rock, Like a planet, Like a fucking atom bomb" de "Generator", uno de los mejores temas de la carrera de Bad Religion (venga, ya lo he dicho). Cuentan que para cada uno de sus conciertos se sientan Brian Baker y Jay Bentley junto a sus más de cuatrocientas canciones y deciden, a juicio final de Greg, qué van a tocar cada noche. Esta vez no fue así, y es que salvo un par de cambios respecto a su reciente gira americana, el repertorio siguió el mismo camino. Algo que poco pareció importar -incluso los más acérrimos pudieron disfrutar de temas menos sobados como "Man With A Mission" o los medios tiempos "Struck A Nerve" y "Slumber"- cuando en el primer bloque ya te han clavado clasicazos de la talla de "Recipe For Hate", "New Dark Ages", "Punk Rock Song", "Los Angeles Is Burning" o "Suffer" así, sin respiro alguno.

Como digo más arriba, parece que el tiempo no haya pasado para Bad Religion. Totalmente engrasados pese a ver de cerca las 60 castañas y con un cancionero que podría cambiar de arriba a abajo sin aflojar el ritmo, las cuatro décadas de estos señores fueron cayendo a velocidad de crucero y como si de la propia historia del punk se tratase; de los primitivos ochenta ("We´re Only Gonna Die", "Do What You Want") a los sofisticados dosmiles ("Sorrow", "End Of History") sin apenas fricción, y ahondando en los años noventa con el mayor protagonismo de la noche. Aunque cueste quedarnos con alguna década favorita cuando hablamos de Bad Religion todos tenemos una, y temas como "Anesthesia", "Infected" o "Come Join Us" (gran recibimiento también el de esta última pese a no haber llegado nunca al status de clásico) certificaron que el catálogo que va de "Against The Grain" a "The Gray Race" fue la tabla de juventud de muchos de nosotros. Así lo demostró, además, la media de edad del respetable.

Con "I Want To Conquer The World" y -sobre todo- "21st Century (Digital Boy)" llegó ese punto de inflexión que a nadie le gusta vivir tan pronto. Por un lado estás encantado de sumarte al karaoke que se crea, por otro, ves que el final está muy cerca. Este cayó, sin sorpresas, de la mano del archi-coreado "American Jesus" y "Fuck Armageddon... This Is Hell", proyectando una sonrisa de felicidad en la cara de cada uno de los asistentes y fundiendo a cuatro generaciones distintas en torno al mejor punk-rock. No sé qué será de nosotros en ochos años, de lo que estoy seguro es que lo viviremos junto a Bad Religion en su 50º aniversario.


Fotos: Hara Amorós



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