CRÓNICA
Bilbao Bizkaia Rock Day
Metallica, The Hellacopters, Nothing But Thieves, Niña Coyote Eta Chico Tornado
03 de Julio de 2022
por Jorge Azcona San Mamés, Bilbao
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Metallica, The Hellacopters, Nothing But Thieves, Niña Coyote Eta Chico Tornado
Cuando en un futuro no muy lejano echemos la mirada a aquél verano de 2022, el del retorno festivalero y los grandes conciertos multitudinarios, más de uno lo recordará por el caos logístico que sufrió cada uno de ellos. El Bilbao Bizkaia Rock Day, evento de día convertido en pequeño festival aprovechando el paso de Metallica por España, tampoco ha sido una excepción. Y es que, aún obviando la duda que sembró la propia banda de San Francisco hace escasos días al cancelar su penúltimo concierto en Suiza por un caso de Covid en el equipo -que a punto estuvo de tirar el evento entero por motivos obvios- la gente tuvo que adaptarse a un cartel maquillado según transcurrían los acontecimientos.

Al retraso en los horarios estipulados no se le dio especial importancia hasta que las pantallas principales dieron la puntilla. Weezer, el mayor reclamo del cartel con permiso de Metallica y motivo por el que mucha gente hubiera venido desde diferentes puntos del país, alegaba "problemas de última hora sufridos en su viaje" para justificar su ausencia. Un vacío que además de dejar sin mucho margen de maniobra al público -los de dentro sin poder salir, y los que aún no habían entrado con la única opción de devolución hasta las diez de la noche- volvía a sobrevolar un panorama dramático (Resurrection Fest, Rock Imperium, Rock Fest...) Tan cierta es la dificultad de volar estos días de manera corriente como que las bandas deberían de contar con un plan "B" en condiciones. O mayor predisposición, quién sabe. Por no hablar de una falta de transparencia que siempre hace perder a una de las tres partes, el público.


Pasados diez minutos sobre las 22:00 de la noche y tras un reguero de silbidos algo violento comienza a sonar "It´s A Long Way To The Top (If You Wanna Rock n´Roll)" de AC/DC, seña de que esto iba a echar a rodar. Las pantallas dan paso a las imágenes de "The Good, The Bad And The Ugly", y en cuanto suenan las primeras notas de "The Ecstasy Of Gold" de Ennio Morricone para acompañarlas, el estadio se convierte en un insostenible mar de móviles. Para bien o para mal esto es un show de estadio, y aquí todo el mundo ha venido a jugar.
Sin más contacto visual que el que da entrada a "Whiplash", la banda emerge de la pasarela embutida entre la audiencia dando la sensación de estar tocando sobre ella. Desde allí se suceden "Creeping Death" y "Enter Sandman", casi sin respiro, siendo este último coreado por todas las generaciones presentes. Y es que si hablamos de un género como el metal pocos temas han logrado trascender tanto como él a lo largo de la historia. Detrás reina una escenografía sobria y elegante, con cubos enormes que irán iluminando o recreando diferentes ambientes en función de cada tema, aunque tratándose de un estadio y una producción propia quizá esperábamos algo más espectacular.

Hetfield pregunta si nos gusta "St. Anger", una cuestión tan irónica que se ha convertido en todo un meme de cara a presentar "Dirty Window" cada noche. ¿Qué se puede decir de aquél álbum que no se haya dicho ya? Por aportar algo diferente diré que ese intento de sonar a System Of A Down en las estrofas sigue siendo igual de entrañable que entonces, y que no me importó verla por una vez en la vida. Un foco blanco apuntaba directamente a Kirk Hammet (notable en la noche de hoy, por cierto) justo antes de improvisar un par de arpegios que enlazan directamente con "Nothing Else Matters". Si "Enter Sandman" era el tema, esta es la balada por antonomasia. Esa que es capaz de erizar la piel de un estadio entero cada vez que suena.

Otro de los caramelitos llegó cuando menos lo esperábamos, justo en el inicio de los bises, y a ritmo trepidante. Pero admitámoslo, no podemos pedir que el speed metal de "Metal Militia" suene como lo hacía en 1983. La dupla James/Lars se adaptó como pudo a tal hazaña juvenil y el resto lo guardamos como todo un objeto de coleccionismo. Mucho más cómodos se mostraron en "One" y "Master Of Puppets", al menos hasta que el sonido de la PA se cayera del todo cuando llegaba su punto más álgido. El hecho de que siguieran tocando -tan solo con sus monitores- puso en duda por un momento si formaba parte del show, pero los intensos pitidos hicieron parar a la banda y retomar algo que ya había perdido el encanto del momento. Sea como fuere, la agridulce sensación final no logró empañar el éxito que sigue teniendo Metallica en este país.
Fotos: Daniel Fernández