CRÓNICA

Azkena Rock Festival 2024
Jane´s Addiction, Queens Of The Stone Age, Band Of Horses, Sheryl Crow
20 de Junio de 2024 por Jorge Azcona Mendizabala, Vitoria-Gasteiz 1311 lecturas

Hay gente que sueña con comprarse un coche nuevo. Otra, llega a junio con aquél propósito de fin de año que nunca llegó a cumplir. Otros, simplemente, se conforman con tachar los días del calendario y esperar el momento de volver a pisar su festival favorito, el Azkena Rock Festival, ese templo del rock ganado a pulso en el que pasarán tres de los mejores días del año.

Una vez dentro, atravesado el pasillo de la fama que inauguraba este año la entradilla del recinto con carteles de todas las ediciones (un detalle muy chulo y  melómano, por cierto), pudimos comprobar los cambios que ha sufrido respecto a otras ediciones. Espacios más amplios y accesibles en los laterales y una zona central limpia de barras enfocada a la cantidad de gente que se esperaba, más de 50.000 a lo largo de todo el fin de semana, llegando al récord de nuevo.  


JUEVES 20

Si hablamos de "tradiciones" personales, la mía no es otra que tener que hacer mil y un carambolas para compaginar (sobre todo) la jornada del jueves con mi turno laboral, siendo este año uno de esos en los que no queda otra que llegar bien comenzado el festival. Por un lado es una pena no poder vivir la apertura de puertas y las primeras actuaciones, que siempre se cogen con ganas. Pero por otro, el destino quiso que librara toda la lluvia del día (Brigade Loco en sus últimos temas, Ty Segall y, sobre todo, Whispering Sons dieron buena cuenta de ella) y pudiera llegar -sano, seco y salvo- con tiempo suficiente al verdadero reclamo del día.

Pese a la versión que pudiera ofrecer Jane´s Addiction en pleno 2024, con el eterno interrogante de Dave Navarro hasta casi última hora y la incógnita de un Perry Farrell en decadencia, las noticias que nos llegaban de su concierto en La Riviera madrileña un par de días antes eran del todo positivas. Algo que pudimos corroborar en la hora larga que duró su actuación, desde las icónicas notas de bajo que abren "Up The Beach", hasta el arrebato percusivo y tribal de "Chip Away" con el que se despidieron. Y es que, aunque cueste imaginar una victoria observando la presencia escénica de Farrell, un fantasma de lo que fue, y su escasa voz, amplificada con mil efectos, la solvencia del resto de la banda es tal (increíble lo de Avery y Perkins) que es capaz de tirar de ese fino hilo y sostener la papeleta con una actuación que nadie había visto venir. Temas como "Jane Says", "Three Days", "Stop!" o "Been Caught Stealing" la auparon, directamente, al sobresaliente.

En un hipotético concurso de virtudes musicales, los suecos Bonafide no saldrían muy bien parados en ninguna de ellas. Ni son originales, ni se acercarán nunca a la división de unos Airbourne en su carrera por adorar los preceptos de los hermanos Young. Pero contextos como los de cerrar la jornada de un festival es lo que tienen, que con canciones tan divertidas, desenfadadas y certeras como "Hero To Zero" (aquí sí se les va un poco de las manos el tema AC/DC), "No Doubt About It" o "Fill Your Head With Rock", y un sonido potente y nítido, te vas con buen sabor de boca. Tanto, que a la resaca del día siguiente en mi cabeza le acompañaron alguno de sus estribillos.


VIERNES 21

Cualquier banda que utilice el "Sabotage" de Beastie Boys para abrir su concierto tiene mi simpatía ya de entrada, pero más aún si son Bala las culpables. Y es que las gallegas son una de esas bandas con las que creas conexión aunque no lo quieras y siempre apetece ver en directo, con el añadido de tener ya nuevos temas de su último disc(az)o "Besta" en el repertorio. Sin estar tan finas como otras veces (en la inicial "Equivocarme" hubo algún que otro tropiezo, que valga la redundancia), fue otro concierto que hace afición, con dedicatoria especial a la hija de Anxela en "Bessie", que esta vez viajaba con ellas, y la sorpresa de contar con la bajista de Nashville Pussy, Bonnie Buitrago, en una batería de temas imperiales. Nunca antes habían sonado con tanto cuerpo "Hoy No", "Agitar" o "Territorial Pissings" de Nirvana, una de sus versiones habituales.  

A la cantidad de gente que ya se agolpaba hoy (nunca antes había habido tanta en una misma jornada, cerca de agotar) supieron sacarle provecho gente como Ezpalak y La Perra Blanco en el escenario Love, con pequeños guiños al foro del Azkena por su 20 aniversario en su atrezzo. De los de Zestoa siempre he dicho que su directo engrandece muchísimo lo grabado en estudio, y quien nunca hubiera oído hablar de los "IDLES vascos" pudo descubrirles resarciéndose de la suspensión del año pasado por la lluvia en su terreno favorito. Lo de la señorita Alba Blanco, por su parte, me temo que se le escapó hasta a la propia organización, que de haberlo sabido la hubiera ubicado en otro escenario mayor. Vale que su progresión está siendo rápida -hace tan solo dos años estaba tocando en la sudorosa carpa Thrasville a escasos metros de aquí- pero la estampa que tuvo delante el ahora cuarteto nada más salir debió ser de época. A decir verdad, se hizo extraño tener que andar tan apretujados a estas horas de la tarde y no poder bailar tanto como nos gustaría las canciones de "Get It Out", que le ha servido para estar hoy así, pero me alegro que una artista nacional consiga triunfar con un género como el rockabilly y sonidos 50´s en este país.

La música de Redd Kross sonó tan compacta, uniformada y perturbada en Mendizabala como su misma puesta en escena, con impolutos trajes blancos que a la vez escondían pequeños signos de excentricidad. No siempre es fácil aunar adjetivos tan diferentes entre sí, pero al fin y al cabo es los que llevan ensalzando los hermanos McDonald desde hace 45 años, que se dice pronto. De toda esa larga vida extrajeron pildorazos de power pop y rock alternativo tan efectivos como "Annie´s Gone" o "Mess Around", olvidándose de repertorios extraños en los que daban más cancha a sus orígenes, así como novedades de su reciente nuevo álbum a lo "Candy Coloured Catastrophe" o "Born Innocent", con la que cerraron un concierto made in Azkena.

Aunque duela decirlo, la actuación de L7 dejó un sabor bastante agridulce. Y eso que, a priori, venir interpretando tu mejor disco ("Bricks Are Heavy") al completo y en el orden original tiene todas las de ganar. Sin embargo, ni el pobre sonido ni su envejecida imagen (tuve que chequear en qué año las vimos por última vez, hace 6 años en Download Madrid concretamente) pusieron de su parte. Es cierto que algunos momentos ("Pretend We´re Dead" o "Shove" ) amagaron con resucitar un concierto que fue de menos a más, pero quizás ya era demasiado tarde.

Con la polémica respecto a la inclusión de Arde Bogotá en el cartel como ruido de fondo, vivimos un par de temas de los murcianos entre la muchedumbre que abarrotaba el escenario Respect. Hay que reconocer que la cosa no sonaba nada mal, y que si su propuesta es capaz de llenar la jornada de un día algo tendrán, pero no es esta la deriva que muchos esperamos del festival. No obstante, quisimos alejarnos del fenómeno Bogotá en cuanto The Black Halos saltaron al tercer escenario. Y es que, pese a su poco reconocimiento por estas tierras, lo de los canadienses tocando "The Violent Years" al completo es otra pequeña golosina que solo al Azkena se le puede ocurrir. Queda todo dicho, fue un gustazo corear los estribillos de "Some Things Never Fall", "No Tomorrow Girls" o "Jane Doe" con ese infalible sonido punk-rock glammie, y ver un final con Michael Monroe de invitado y Billy Hopeless enfundado en una camiseta del Popu, posiblemente la única revista que los reivindicara en España en su día.  

El tercer concierto de Queens Of The Stone Age en la historia del ARF trajo una buena y una mala noticia consigo. La mala solamente va dirigida a quienes siguen pensando que la de Homme es una banda de stoner y desert rock. O añorando que vuelva a serlo algún día. La buena es que las reinas son una banda de ROCK en mayúsculas ahora mismo, sin etiquetas a las que agarrarse. Quizá el hecho de no haberlos visto en muchos años tenga algo que ver, los de la inflexión hasta llegar aquí, pero lo cierto es que (casi) todo el mundo coincidió en haber visto a la banda en su prime. Quizá no tan visceral como antaño, a pesar de hacer las delicias del respetable con "Go With The Flow", "Lost Art Of Keeping A Secret" o "Songs For The Dead", pero en otro nivel de poso y madurez. Porque tras arrancar con la idónea "Little Sister" y despojarse del pañuelo que llevaba al cuello, el pelirrojo llevó el concierto a donde quiso. Escudado por una banda en estado de gracia y un juego de luces espectacular, nos tuvo comiendo de la mano tanto en los temas más recientes como "Paper Machete" o "Emotion Sickness", que sonaron de miedo, como en los menos recurrentes, caso de "Misfit Love" o "Burn The Witch". Un concierto intachable que incluso ha servido para reencontrarme con ellos.

En cierta manera, tengo que reconocer que el show de Demolition 23 me dejó cierta sensación de dejá-vú respecto al de hace un par de años, cuando el propio Michael Monroe cerró este mismo escenario. Pero claro, nada de esto importa si hablamos de un torbellino capaz de devorarlo. O de una reunión exclusiva para el Azkena que parecía imposible. Con ellos, algunos de los miembros de Hanoi Rocks, despellejó una serie de clásicos de su único álbum de culto como "Nothin´s Alright", "The Scum Lives On" o "Hammersmith Palais", así como un festín de covers lógicos ("Ain´t It Fun" de los Dead Boys) e inesperados ("Kick Out The Jams" de MC5). Por un momento, incluso vimos peligrar por su integridad cuando se vino arriba y trepó por los andamios hasta reponer un poco de cordura.


SÁBADO 22

Aún con el recuerdo de su gira de reunión en 2017 llegamos pronto al recinto para disfrutar de estos intermitentes PI L.T., que sin embargo están cogiendo con gusto sus conciertos recientes y sumando otros nuevos a la agenda. Arrancando con "Automatak Bezela" como aquella vez, el cuarteto mantiene ese aura de banda peculiar, con personalidades muy diferentes, que lo mismo te hace cabecear rememorando la época nu metal ("Jo", "Zein") que cantar como si se tratara de un grupo de pop con guitarras ("Erreparatzen"), así como mover a todo el personal con su pequeño himno ("Hil Da Jainkoa"). Lo extraño -posiblemente se les echara el tiempo encima- es que no tocaran "Garai Honetan", su reciente single y primer tema en 20 años.

La elegancia y la clase inundó los dos escenarios principales con Glen Hansard y Warren Haynes Band. El irlandés sorprendió a propios y extraños con un viaje a caballo entre lo acústico y lo eléctrico, con subidas y bajadas de intensidad que enamoraron al público casual, al más rodado y al que tan solo le conoce de la película "Once", mientras que el segundo, ex-miembro de The Allman Brothers y otros proyectos como Gov´t Mule, tiró de todos ellos para exhibir su librillo de estilo americano.

El objetivo de The Pleasure Fuckers era todo lo contrario, hacernos quitar el monóculo, regar el estómago de cerveza y pasar un buen rato junto a nosotros. Más un homenaje al malogrado Kike Turmix que un concierto en sí, el escenario se convirtió en un local de ensayo donde amigos de la banda como Manolo Uvi o Marga (viuda del artista en cuestión) subían y bajaban para cantar clásicos propios como "Socio de Satán" e improbables versiones de todo pelaje, a lo "Un papel morao" de Manolo Kabezabolo.  

Incluso un no-fan de Sheryl Crow como yo, que tan solo ha seguido sus hits más famosos a lo largo de los años, acabó reconociendo el buen hacer de la compositora. Con una imagen reluciente para sus 62 años, y una voz aún mejor, expuso un repaso variadito de su discografía, combinando temas como "Real Gone" de la película "Cars" o la reciente "Evolution", de su último álbum, con grandes éxitos que ya son cultura popular de los noventa a lo "All I Wanna Do" o "If It Makes You Happy".

El giro fue de órdago con Psychedelic Porn Crumpets, que ganaron por goleada a St. Paul & The Broken Bones y pusieron patas arriba el Love con su rock psicodélico a todo trapo. Vencedores en la jornada de hoy, la suya fue una demostración de destreza al servicio del directo, una lección muy bien aprendida que a otros muchos grupos se les escapa. A menudo se habla de ese paso que debe dar el Azkena con bandas que rejuvenezcan un poco el cartel, y los australianos podrían ser el ejemplo perfecto.

La música de Band Of Horses es conmovedora, emotiva y sabe cómo abrazarte si le tiendes la mano en el momento preciso. Por desgracia, ninguno de esos astros se alineó en Vitoria-Gasteiz. Ya fuera por la voz de Bred Bidwell, sin tener su mejor noche, el horario, o la secuenciación de los temas, más de uno desfiló a las primeras de cambio ya que el bolo no acabó de despegar en ningún momento. Si acaso los momentos mágicos de "Is There A Ghost" y "The Funeral" fueron los que más se acercaron. El debate de verlos como cabezas de un Azkena Rock y en recintos como este ya es otro tema.

El mismo peligro corrían All Them Witches para cerrar, cuyo blues rock psicodélico de pasajes densos e interminables parecía incompatible con su horario. Sin embargo, todo cuajó para que la gente se dejara llevar y flotara gracias a una ejecución impoluta y un impecable sonido, directo y a la medula en los temas directos ("Enemy Of My Enemy") y profundo en los más expansivos ("See You Next Fall"). Incluso la lluvia, ese extraño elemento al que no le tengo mucho aprecio, se puso de acuerdo en filtrarla al ritmo de los americanos para hacerlo todo un poco más épico. Cuando el año que viene volvamos a Mendizabala y recordemos los mejores momentos este será uno de ellos. ¡Hasta entonces!


Fotos: Oscar L. Tejeda, Jordi Vidal, Azkena Rock Festival.

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