CRÓNICA
Texto: Javier Jiménez
Fotos: Javier Jiménez
Unas semanas antes del concierto se empezó a especular con la posible visita de
Berri Txarrak por tierras madrileñas. Era un simple rumor, típico boca a boca, pero nada aparecía en el horizonte. Poco después saldría de la nada un myspace de un grupo llamado
JMH Trío, que invitaba a reservar entradas a un correo con el nombre del grupo. En algunas informaciones se instaba incluso a no colgar dato alguno por la red, a no promocionarlo y a hacer de esto algo estrictamente secreto. Un secreto que compartimos algo más de 300 personas que abarrotamos una sala donde colgaron el cartel de todo vendido sin promoción alguna. Era pues un concierto especial, no sólo porque fuera “secreto”, si no porque además era el estreno de
David Gonzalez al bajo y la última parada antes de su próxima grabación con Steve Albini, es decir, algo que no nos podíamos perder.

Dos o tres días antes del concierto apareció en el anteriormente mencionado myspace un supuesto setlist (que además ilustraba la entrada del evento) que mezclaba multitud de versiones con algunas canciones de la banda. Al final, no era más que un secreto dentro de otro secreto, ya que el grupo centró su repertorio básicamente en su último disco y en sus propios temas. Con un JMH 3 sobre unas pantallas y con muchas ganas y nervios, los de Lecumberri salían al escenario a comerse el mundo. Sólo para empezar engancharon “Hil Nintzen Eguna”, “Pintadek” y “Gelaneurria” y el sonido empezó a mostrar sus carencias, con unas bases muy altas y con la guitarra y la voz de
Gorka Urbizu a menor nivel, llegando incluso en algunas canciones a convertirse en ese ruido que sonaba con el bajo y la batería, elemento que por otra parte, resulta hasta elegante (pese a su contundencia) de lo sencilla que es. En cualquier caso no era problema, ya que entre que el volumen estaba por las nubes y que estos navarros saben transmitir energía en todo momento, las siguientes “Izena, Izana, Ezina” y “Kezkak” provocaron los primeros movimientos eléctricos y “Ebideentegia” y “Ez Dut Nahi”, seguidas de “Onak eta Txarrak” y “Jaio.Musika.Hil” vinieron a cercionarnos de que su último disco caería casi al completo.
Gorka, muy participativo alentando al público y a su nuevo compañero
David (que cumplió con creces en su estreno con la banda), agitó a los para nada adormilados madrileños antes de “Isiltzen Banaiz”, a la que seguiría “Min Hau” y “Aka Idiot”, ahora sí, una versión de
The Hives. Tras tanto agitarnos con su música, el grupo bajó unas cuantas marchas para tocar “Eskuak”, con
Gorka cantando en solitario sobre una melancólica base de guitarra. Y como después de la calma llega la tempestad, la tormenta generada por “Espero Zaitzaket” traería a gente por los aires y objetos voladores entre el público. Después bordarían “Iparra Galdu: Hegora Joan”, una de los que gozó de mejor sonido, como “Zirkua”, que dedicaron con todo su amor a los políticos y sus mentiras. Sin darnos cuenta habíamos superado la hora de concierto y tras tocar “Bisai Berriak” el grupo desapareció en los camerinos para tomar un merecido respiro.

Todo seguía el guión del setlist trucado, así que no faltaron “Oreka”, “Bueltatzen” o “Zertarako Amestu”, pero también se marcaron una curiosa versión del “Sols els poble salva al poble” (de los catalanes
KOP) y “Berba eta Irudia”, tema con el que el grupo dejaría otra vez el escenario para volver a los pocos minutos con
Aritz, amigo de la banda, que les echó una mano con las voces de
Tim McIlrath en “Denak ez du Balio”, haciendo las delicias del público. Tras casi dos horas de concierto,
Aitor Goikoetxea y
David González dejarían solo a
Gorka sobre el escenario con una maltrecha guitarra de una sola cuerda con la que tocaría un par de riffs de “Iron Man” de los míticos
Black Sabbath antes de marcharse también, dejando atrás a 300 felices y exhaustos madrileños. Esperemos que la próxima vez la cosa no tenga que ser tan secreta y más gente pueda disfrutar de este grupazo.
¡Hasta pronto!