CRÓNICA

Bruce Springsteen
Bruce Springsteen
17 de Junio de 2012 por Gonzalo Puebla Estadio Santiago Bernabeu, Madrid 9436 lecturas

Cuando estoy escribiendo esto, apenas han pasado 12 horas desde que terminase el concierto de Bruce Springsteen & The E Street Band en el Santiago Bernabeu y aún me hallo en estado shock. Tengo que pellizcarme para darme cuenta que lo vivido hace escasas horas no ha sido un sueño fruto del alcohol y dormir poco. Cosas como estas merecen la pena ser vividas no solo una, sino todas las veces que uno pueda permitirse. Después de casi cuatro horas maratonianas, el de New Jersey ha sido capaz de que al salir a la calle haya perdido la noción del espacio y el tiempo, y que cosas como la el rescate de España, la Eurocopa o que al día siguente sea lunes parezcan las menores de mis preocupaciones. Pero antes de continuar con mis delirios fanáticos, vayamos al principio de todo esta historia.

El 17 de junio estaba marcado en rojo sangre en el calendario. Probablemente, la fecha que más he estado esperando estos meses. Tres años después de la gira de “Working On A Dream”, necesitaba imperiosamente volver a vivir, sentir y disfrutar lo que es un concierto de Springsteen. Las criticas hablaban de que durante esta gira The Boss estaba demostrando un nivel altísimo (vamos, lo habitual en él), acompañado por una sección de vientos para sustituir al enorme Clarence Clemons y ofreciendo show tres horas y media largas como el de hace pocos días en Milán.

El lugar elegido era el estadio Santiago Bernabeu, el mismo lugar de su última comparecencia en la capital española. Como era lógico y a pesar de que aún quedaban entradas, el ambiente resultaba inmejorable con un lleno hasta la bandera. Entre el público, podías encontrar todo tipo de gente: desde familias enteras con niños pequeños, adolescentes, cuarentones, abuelos, rockeros, pijos, novatos, veteranos…

A las 21:30 fueron apareciendo poco poco todos los miembros de la E Street Band, con Bruce saliendo del túnel en último lugar, esta vez solo sin la compañía de su alma gemela durante 40 años. Sin vacilar, quemaron el primer cartucho: “Badlands”. No se puede empezar mejor un concierto, el público ya estaba rendido. Tras “No Surrender”, llegaba el momento de presentar algunos de los nuevos temas. A pesar de que “Wrecking Ball” y “Death To My Hometown” funcionaron muy bien, hay que apuntar que esta fase fue la más floja de toda la actuación. Entre medias sonaron “My City Of Ruins” con un marcado toque soul, en memoria de los ausentes Danny Federici y Clarence Clemons (“Si vosotros estáis aquí y nosotros estamos aquí, entonces ellos también están aquí”), “Jack Of All Trades” dedicada a todos los que están pasándolo mal en estos tiempos tan complicados y una “Spirit In The Night” como siempre mágica y divertida. Pero se echaba en falta más ritmo y dinamismo.

Menos mal que a partir de “Youngstown” (con Nils Lofgren en plan guitar hero) y “Muder Incorporated”, la cosa empezó a calentarse y ahí la máquina sí que empezó a funcionar a pleno rendimiento. Piezas clásicas como “She’s The One”, “Working On The Highway” o “Waiting On A Sunny Day” (con el numerito de subir a un niño a cantar incluido) se intercalaban con rarezas como “Spanish Eyes” o una “Talk To Me” que tuvo la colaboración sorpresa de Southside Johnny. Mención aparte merece Jake, el sobrino de Clarence, que en esta gira está resolviendo la enorme papeleta de sustituir a su tío con la misma potencia y desparpajo. Aunque relevado a un segundo plano junto a la sección de vientos, tuvo más más un momento de protagonismo.

El “Apollo Medley” dio paso a una recta final en la que cayeron prácticamente todos los grandes hits del grupo. “The River” fue dedicada a Nacho, un chaval fallecido pocos días antes cuyo mayor sueño era ver en directo a su ídolo y que gracias a las redes sociales su historia llegó hasta Bruce. Suenan de seguido “Because The Night” (grandiosa, como siempre), “My Love Will Not Let You Down”, “The Rising” y entonces ahí el público se viene arriba. Respiramos en “We’re Alive”, un tema que recuerda mucho a las “Seeger Sessions”, su último gran disco. Y para rematar, “Thunder Road” coreada a pleno pulmón por todo el estadio. El solo final de saxofón todavía consigue ponerme el bello de punta.

Pero esto no se acaba, queda la traca final. Tras una sosísima “Rocky Ground” y ya con las luces encendidas, atacan con los que probablemente sean sus cuatro canciones más populares: “Born In The USA”, “Born To Run”, “Hungry Heart” y “Dancing In The Dark”. Aún les quedan fuerzas para marcarse una de esas versiones de rock and roll que tanto gustan: “Seven Nights To Rock”. La pista es un auténtico desmadre. Bruce aparenta estar agotado, pero todos sabemos que queda una más, y con la ayuda de la esponja de Steve Van Zandt, nuestro hombre se vuelve a poner en pie para subirse al piano de Roy Bittan mientras suenan los primeros acordes de “Tenth Avenue Freeze-Out”. De todos los instantes memorables que dejó el concierto, seguramente este sea el más emotivo de todos: Bruce canta el verso “When the change was made uptown and the Big Man joined the band”, y entonces, en lugar de entrar el saxo, la música se detiene durante un minuto y en las pantallas aparecen imágenes de Clarence Clemons para que la gente pueda rendirle homenaje y darle las gracias.

El reloj pasa ya de la una de la noche, el grupo se reúne para despedirse, y aunque estamos todos al límite de nuestras fuerzas, Springsteen ordena a todos volver a sus puestos. “Es demasiado pronto para irse a casa”. “Twist And Shout” es la última bala tras casi cuatro horas sin parones. Ahora sí, la banda dice adiós, y como buen jefe, Bruce es el último en dejar el escenario. Aún con el subidón en el cuerpo, abandono el estadio y empiezo a pensar en cómo diablos voy a volver a casa con el metro ya cerrado. Pero créanme que después de lo que había vivido minutos antes, aquello era casi secundario.

COMENTARIOS

1 Comentarios

  • #1
    USER_AVATARel 20 de Junio de 2012
    Sickman
    Una pasada de concierto sí señor. Este tío tiene unos cojones que no caben en el Bernabeu


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