CRÓNICA

Como si los astros se hubiesen alineado colocando a una de las bandas más festivas y eclécticas del último reducto patrio en la ansiada apertura de las salas, el colectivo
Califato 3/4 llegaba al norte de la península dispuesto a poner patas arriba Bilbao, Vitoria-Gasteiz y Pamplona en el primer fin de semana de normalidad controlada. Hoy no era el día de Andalucía ni la previa de una Semana Santa en clave de
rave, aunque en algún momento lo pareciera.
Y es que reducir al combo andaluz al resultado de una simple fusión de estilos es quedarse demasiado corto cuando hablamos de
Califato 3/4. El hoy septeto ha logrado conectar y remover la escena con algo tan personal como el revisionismo autóctono, readaptando la tradición y los estandartes del folclore andaluz con la actitud del
punk y los sonidos del momento, ya sea
hip-hop, electrónica e incluso música urbana. En definitiva, un concepto que va mucho más allá de lo musical y que, pese a su profundo arraigo cultural, tampoco conoce de fronteras.
Pese a trazar una hipotética línea de casi 1000 kilómetros y abogar por un concepto cultural radicalmente opuesto, la música de
Califato llegó a la sala
Jimmy Jazz cual agua de mayo, por muy discreta que pareciera la entrada en la apertura de puertas. Quizá la ausencia de teloneros o el hecho de apurar al máximo la apertura total de la hostelería tuvieran algo que ver, pero lo cierto es que para cuando la intro de "Indiô der Cûh" comenzó a sonar y las pantallas empaparon el ambiente de un tono andalusí, la sala mostraba un aspecto inmejorable.

A pesar de su corta vida, el catálogo de los andaluces cuenta ya con varios imprescindibles que no tardaron en aparecer. El carisma de
Curro Morales y el desconcierto de
Manuel Chaparro quedan totalmente al descubierto en "Çambra der Huebê Çanto", con la impagable estampa de ver cantar al público una marcha de Semana Santa cual
riff de guitarra, mientras que "Buleríâ del aire acondiçionao" y "En bûcca y câttura" retrocedieron hasta su
debut para el deleite del personal. Aunque si hay un tema capaz de capturar todos los estados posibles este es "Fandangô de Carmen Porter"; oscuro, bello, desgarrado y con un toque de humor de lo más original. Por si habían sido pocos hasta ahora, con
Rosana Pappalardo ya asentada sobre las tablas, llegaron los mayores contrastes de la noche. De la sevillana (pero innovadora) "Pascual Márquez 33" o la bulería que es "Camino de Aghmat" a las sustancias psicotrópicas que protagonizan "La bía en roça", y del eufórico final que nos regaló la remezcla de "La Puerta" (
Le Parody) al homenaje hacia
Lola Flores en "Historia de un amor" y "La bomba gitana". A su manera, claro está.

Tras el típico solo de guitarra flamenca y un cierre que ya oteaba en el horizonte comencé a echar en falta temas como "Ruina", con ese puntito macarra en el que desbarrar, y sobre todo "Te quiero y lo çabê", fin de fiesta en muchas ocasiones que esta vez brilló por su ausencia. Los que no fallaron a la cita fueron "L´ambôccá", única concesión a su primer EP de mismo nombre, el imprescindible "Crîtto de lâ Nabahâ", haciendo pequeño aquél primer paso de Semana Santa, y la mejor manera de lanzar Andalucía al mundo entero, con el himno de
Blas Infante a ritmo de
drum n´ bass. Faltaron algunos temas, quizá también algo de sonido, pero pocos planes mejores se me ocurren para empezar a vivir de nuevo.