CRÓNICA

Ya he perdido la cuenta de la cantidad de veces que Jaime Ladrón de Guevara (voz y guitarra) y José Miguel Ocón (bajo) han tocado en Málaga en los últimos dos años, bien en el seno de De La Cuna A La Tumba, proyecto que desde finales de 2014 comparten con J. A. Soler “Kantz” (Tenpel, Delobos) o como Catorce, banda de la que son miembros desde hace ya casi diez años. Ahora, justo una semana después de su publicación, y con la reincorporación de Luis Manuel Terán a la batería, el trío sevillano se embarca en la gira de presentación de “Agua. Naufragio. Equilibrio.” (The Braves Records, 2016), segundo álbum de una banda que a base de talento y trabajo se ha ganado la atención de no pocos fans y medios de este país. Y no podía ser de otra manera, después de la obligada fecha en casa, regresaron a Málaga, una de las ciudades donde más a gusto se sienten a día de hoy.

Abrieron la noche los mallorquines Flying Dog, que acaban de editar el EP “These Are the Dead Years” tras un hiato que al fin y a la postre ha durado cerca de once años. Se notó la experiencia sobre las tablas del quinteto, que a lo largo de aproximadamente cuarenta minutos desplegó su amalgama de rock alternativo, hardcore e incluso nu-metal en la que destacaron temas como “Grow the Fuck Up”, “Be a Man” o “Summit” (esta en una onda más descaradamente post-grunge). Es verdad que, tal vez por edad, no conecto demasiado con este tipo de música, pero hay que reconocer que los más fieles pudieron disfrutar de un concierto repleto de energía y melodías pegadizas. Bien.

«Somos Catorce y tocamos muy fuerte», dijo Jaime como introducción a la descarga de su banda. De entrada, lo primero era obvio, y lo segundo se hizo patente en cuanto atacaron “Oceána”, apertura de su segundo disco y a la sazón uno de los puntos álgidos de su nuevo repertorio. Y precisamente el excesivo volumen al que ecualizaron sus instrumentos fue el único lunar de un recital por otro lado intachable.

Cierto es que los temas de “Agua. Naufragio. Equilibrio.” son en general más directos, concisos y potentes que los de su debut, pero el trío mantiene ese filo accesible, casi pop, y, tocada tan alto, en una sala de pequeño aforo como Velvet Club, su música pierde parte del lirismo que, junto al empleo del castellano, es una de las características más definitorias de los sevillanos.

“Agua. Naufragio. Equilibrio.” lleva casi un año grabado y se notaba que el trío tenía ganas de estrenarlo en vivo, porque a lo tonto a lo tonto cayeron nueve de los diez temas que lo componen, cuyo orden estricto respecto al álbum solo rompió la inclusión de “Naves en llamas” (uno de los cortes más complejos de “Atlas”) entre “Yo, Sputnik” y “La Herida”.


El excelente riff stonerizado de “Farsalia”, la más reposada “Le mal du pays”, los pegajosísimos estribillos de “Nuevacosta” y “Einstein-Rosen” y la expansiva épica de “La ingravidez” funcionaron a la perfección y con el debido rodaje tienen todas las papeletas para convertirse en pequeños clásicos de la banda.

Al igual que en su anterior fecha en Velvet, finalizaron con la emblemática “El tiempo del fuego” (segunda y última concesión a “Atlas” de la noche) y el público pidió un bis que los músicos no pudieron conceder al haber roto Jaime las cuerdas de su guitarra en un momento, como él mismo dijo, de «embrutecimiento».

He de decir que me faltaron hits impepinables de su debut, temas como “En esta noche” o “Los días grises”, pero, en definitiva, fue otro notable concierto de una banda que, como Jaime recalcó varias veces, está lejos de ser profeta en su tierra y ha encontrado en Málaga un reducto donde reciben el cariño y la comprensión de un público que, por fortuna, cada vez entiende mejor su propuesta.

A partir de diciembre continuarán la gira y espero que sigan sumando adeptos para su noble causa.


Fotos: Jacques-Marie Bat.
Agradecimientos: Jorge Fretes (Goetia Media).