CRÓNICA

Legendary Shack Shakers
Legendary Shack Shakers
12 de Abril de 2012 por Gonzalo Puebla Gruta 77 (Madrid) 3998 lecturas

Parece ser que poco a poco el sonido de raíces americanas más gamberro y pasado de rosca comienza a generar interés en el público de por aquí. Lo que hace tan solo un par de años parecía tan improbable como que gente como Bob Wayne, Hank Williams III o los propios Legendary Shack Shakers se pasasen por nuestras tierras, ahora es toda una realidad. En el caso de nuestros protagonistas, ya es el tercer año consecutivo que tocan en España, por lo que ya hay número respetable de gente sabedora de cómo se las gastan sobre las tablas, amén de los que nos acercamos curiosos y expectantes a comprobar por primera vez su impactante directo.

Hay que apuntar que el combo capitaneado por el carismático Coronel J.D. Wilkes llegaba en cuadro con las bajas del Jesus Lizard Duane Denison y el batería Brett Whitacre. Quizás la falta de tiempo para que los substitutos se aprendiesen un repertorio más amplio fuera la razón por la que su show apenas duró algo más de una hora, la cual también hay que decir que se nos pasó volando.

Desde que arrancaran con “Pinetree Boogie”, el concierto fue un crescendo que pasó de un público estático y pasivo a que en los últimos compases aquello casi pareciese una batalla campal. Se centraron principalmente en sus obras más recientes (“Swampblood”, “Dixie Iron Fist”, “The Deadening”) y en el lejano pero maravilloso “Cockadoodledon't”, pasando casi de puntillas por las que considero que son su obras magnas: “Believe” y, sobretodo “Pandelirium”.

Puede que el setlist fuese mejorable y que la banda cumpliese sin más (especialmente el guitarrista nuevo, que tocaba con la misma intensidad como si estuviese en el salón de su casa), pero por fortuna el Coronel es uno de esos frontmans capaces de echarse todo el peso de un concierto a su espalda. No paró ni un solo instante de interactuar con todo lo que estuviese a su alcance: bajando la pantalla del escenario, subiéndose a los monitores cual gárgola, golpeando al respetable con el micro, jugando con los cables e incluso cortándose la mano con un copa, colgandose del techo… un auténtico showman que además demostró ser un maestro en el noble arte de soplar la harmónica.

Ya en la recta final, “Where’s The Devil… When You Need Him?” y especialmente con un aceleradísima “Blood On The Bluegrass” terminaron por encender al público y a partir de ahí ya no paramos de poguear como locos.  “Cheat The Hangmen”, “Wild Wild Lover” e “Ichabod!” sonaron con una rabia y una locura que se intuía pero que hasta entonces no habíamos comprobado en nuestras carnes.

Lástima que la banda decidiese cortar en el mejor momento y únicamente volviesen para un bis de apenas dos temas con la furiosa “Bullfrog Blues” como punto final. 18 temas despachados a toda pastilla en apenas una hora no es un mal balance, pero mientras enfilaba el camino de vuelta a casa no podía más que pensar en que de haber tocado 20 minutillos más, ahora mismo podríamos estar hablando de uno de los conciertos del año.

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