Mientras el mercadeo festivalero desafía sus propias leyes mirando de reojo la explosión de la burbuja, el ARF sigue a lo suyo, fiel otro año más a unos principios que lo alejan en muchos sentidos de todo lo anterior haciendo gala de un cartel atractivo, una filosofía sostenible y, a fin de cuentas, la garantía de hacernos sentir en casa. Así lo debieron ver también las 48.500 personas (récord de asistencia una vez más) que pisaron en algún momento del fin de semana el recinto del Azkena Rock Festival. Su Azkena.
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