CRÓNICA

Leyendas del Rock 2015
Sepultura, Satyricon, Kreator, Fleshgod Apocalypse
05 de Agosto de 2015 por Vicente Madrigal Villena (Alicante) 3450 lecturas

El metal nacional e internacional tenía una nueva e interesante cita en Villena el pasado fin de semana. El festival Leyendas del Rock cumplía su décimo aniversario y esto había que celebrarlo como se merecía. Desde su última ubicación en esta ciudad alicantina la apuesta por no dejar de crecer ha sido clara, tanto que uno se pregunta la clase de malabares que tendrán que hacer los promotores de estos eventos para llegar a un balance mágico entre gastos e ingresos. Aun sin subir mucho los abonos (se habló de subidas mucho mayores) los allí presentes pudimos disfrutar de grupos de actualidad y primer orden (y otros no tan actuales, de ahí lo de leyendas), con un buen ambiente, correctas instalaciones y la sensación de que todo el cansancio ha merecido la pena. Pero mejor empezamos por el principio.


MIÉRCOLES
Con el recinto ya bien repleto y con muchos curiosos acercándose para aprovechar el día gratuito, pudimos comparecer ante los andaluces The Storm, quienes estuvieron muy intensos, más de lo que sus grabaciones progresivas anunciaban. Tras ellos, Sepultura se encontraron con una grandísima entrada para ser apenas las ocho de la tarde. Celebraban 30 años de vida, y lo hicieron con un set muy cambiante, que picaba un poco de cada disco y cada época, empezando con momentos muy fan como la inicial “Troops Of Doom”, de “Morbid Visions”, el que fuera debut de los de Sâo Paulo.

Tras despachar una inspirada “Kairos” (pese a que no pintara mucho en esta conmemoración) los brasileños nos dieron pequeños y salteados placeres de esos que hacen de ellos algo grande en su conjunto. Lo que se viene a llamar comúnmente en España el aperitivo. Eso sí, “Propaganda” es gambón a la plancha, más que unas simples olivitas, y “Dead Embryonic Cells” o “Inner Self” nos muestran hasta dónde pueden seguir llegando si se ponen burracos. Bueno es saberlo.

El ansia por escuchar los grandes hits era tal que la opresiva “Convicted In Life”, o “Choke”, del disco “Against” pasaron muy desapercibidas. Y habría que esperar un poquito más, pues antes tuvo lugar la presentación de “Sepultura Under My Skin”, recogida en el EP que han editado este año, y de mismo nombre.

Luego llegó “Territory”, y ese riff machacón martilleando cabezas, y la gente respiró tranquila. La lluvia empezó a arreciar un poco en ese momento, aunque sin llegar a hacer del conci algo salvaje. De hecho, un par de versiones (enorme el punk de “Policia” de Titäs) fueron el preludio de un amago de locura general que se quedó en amago porque era el primer día y había que guardar fuerzas. Sea como fuere, el momento llegó y “Arise”, “Refuse/Resist”, “Ratamahatta” y “Roots Bloody Roots” formaron un momento sagrado de conexión entre los pies de todos los allí presentes y la guitarra de Andreas Kisser.

Salvo un par de problemas que podrían haber deslucido el show (un solo de Kisser al principio totalmente off…), nadie puede decir que Sepultura no cumplieran. Lo hicieron, no forzaron y dejaron a todos contentos, a la espera de más marcha más pronto que tarde.

Lo de Gigatron es otro rollo. Son como esos personajes de película que interactúan con el que los está viendo desde la pantalla. Lo mismo te clavan un doble bombo y un solo que te sueltan un monólogo sobre sus batallas con mortadela (“Sangre Y Fiambre”) o nos recuerdan el hecho de que son los más trves y encima tocan el día gratis para todo el mundo. Entre pausa y pausa se cascaron todas las miticadas más cafres que han editado durante este tiempo, empezando el bolo con “Warrior Of The Barrio” y acabando con una apoteósica tanda que incluía “Apocalipsis Molón”, “Grábame el de Slayer” y “Te Voy A Petar El Cacas”. La asistencia era muy grande, y Charly Glamour y compañía volvieron a triunfar como ya lo hicieran El Reno Renardo el año pasado, dejando claro que entre tanta cerveza y tanto Satán siempre hay tiempo para reírse un poco también.


JUEVES
La maratón de metal extremo de infinita calidad que nos deparó el jueves no decepcionó en absoluto. Mientras Destruction machacaban con su velocidad heavy e insana a los ya numerosos asistentes, los locales V.I.L. estrenaban el escenario pequeño regalando a los moshers más exigentes los temas de su primer disco “Requiem For A Prayer”, e incluyendo versiones de Brujería, Napalm Death y el Fary. Lo mejor de cada casa, vamos. Los gorrinillos de su cantante Juanmi fueron los únicos en escucharse en todo el festi y más de uno dio gracias por eso y por el oasis de death-grind en el que nos tuvieron durante casi una hora.

Y nada podría ser mejor a continuación que poder tener el metal extremo y sinfónico de Fleshgod Apocalypse. Con un trabajado formato y con decorados dignos de un escenario grande (y no el pequeño donde estaban) rebosaron todo de death técnico y cambiante, más aún cuando aquel lugar no era especialmente amigo de las melodías, las cuales se perdían entre el conjunto. Su pianista lo dio todo y también lo hizo la característica voz de ópera de su componente femenina (con máscara durante todo el tiempo), que se unían a la voz melódica del bajista Paolo Rossi, tan poderosa como en estudio. Menos mal que el sonido fue mejorando y pudimos disfrutar de su gran hit “The Violation” como se merecía, siendo sin duda uno de los grandes momentos del día.

Después tocaba visita a los finlandeses Sonata Arctica, que pasaban un poco sin pena ni gloria por el escenario grande Azucena. Su power metal veloz y gélido tiene muchos fans pero no acabó por romper allí, quien sabe si por desidia o por la excesiva demanda de protagonismo de su frontman Tony Kakko. Pero todo se olvida pronto cuando unos virtuosos aparecen por el escenario de al lado, y con un logo de Death sobre ellos. Casi parecía que Chuck Schuldiner estuviera en alguna parte con sonrisa malévola manejando los hilos. Aunque tampoco hace falta cuando tienes a músicos más que consagrados y antiguos miembros, destacando entre ellos a Steve DiGiorgio (qué clase con un bajo en las manos, impresionante) y al cantante Max Phelps (también en Cynic) que pese a su poca experiencia clava la voz de Chuck y no se queda atrás con la guitarra. La única pega fue un setlist con poco espacio para temas míticos, y más centrado en la bella rabia del death progresivo, aunque brillaron con fuerza “The Philosopher”, “Symbolic” (momentazo) y “Bite The Pain”.

Poco a poco los grupos más heavies de la jornada iban reclamando su espacio, aunque ahí teníamos aún a unos Overkill que vinieron con ganas de guerra, o al menos así lo decían sus dos paredes de amplis. El problema fue que en algunos momentos lo único audible era una gran bola de ruido que transformaba en tortura para los oídos el estar allí un solo momento. Por fortuna o por trabajo de los técnicos (o ambas) todo mejoró, aunque ellos siguieron a piñón y el público sediento de caña se lo agradeció hasta el final. Por destacar algo, me quedo con “Rotten To The Core” (de su debut “Feel The Fire” del 85), que mejoró por mil en directo y que captó muy bien la esencia del grupo neoyorkino.

Tras unos Within Temptation plagados de hits sinfónicos (los que todos nos conocemos) que su cantante y atracción Sharon den Adel se esforzó en engrandecer, y unos Sabaton poniendo el lado más heavy rolero y medieval de este estilo en lo más alto (para los más puestos en ese rollo fue de lo mejor del festi).

Lo extremo todavía tendría una última conquista en el escenario pequeño, donde Kataklysm no dejaron títere con cabeza. Los canadienses son un rodillo en disco, pero en directo encima añaden un toque muy macho-core que evita cansarse de tanta tralla. Uno le coge el gusto a esos riffs envenenados cuando se juntan con la actitud potente de unos Hatebreed, por poner un ejemplo. Como era de preveer, nos obsequiaron con una aplastante “In Shadows And Dust” a modo de cierre que nos dejó a unos cuantos más que contentos y que queda guardada a buen recaudo entre nuestros sueños más húmedos.

A pesar de la buena voluntad del público, lo de Gamma Ray fue probablemente lo más aburrido de todo el día y una de las decepciones del festival. Podría decirse que alrededor de uno 80% del tiempo total del concierto fue para solos y más solos. Puede que exagere o que en eso radicara lo bueno de la actuación (su líder Kai Hansen probablemente así lo piense), pero la impresión general fue que con cualquier otra cosa el resultado habría sido mucho mejor. Al menos en ese otro 20% incluyeron “I Want Out” (original de Helloween) entre otras y lo demás quedó en cierto segundo plano.

Para acabar, los asistentes más jóvenes (la media de edad era bastante alta) tuvieron su momento con los bongos y los pogos de Vita Imana, que motivaron como el público y las altas horas de la madrugada así lo exigían, incluso haciéndolo en el escenario grande. Es obvio que hacen un buen trabajo, aunque es el segundo año que vienen y seguro que hay otros por el estilo tocando a la puerta y queriendo hacerlo igual de bien que ellos.


VIERNES
Por desgracia, el viernes resultaba en teoría un día algo más flojo, comparado con la bacanal extrema y la de thrash del jueves y el sábado, respectivamente. Eso sí, nada de excusas: desde primera hora había más de una oferta bien atractiva, y de hecho la mejor de todas abría la actividad en los escenarios. Los israelíes Orphaned Land (con manifiesto anti-política y pro-música) nos mostraron cómo sonaba su último y cuidado disco “All Is One” en vivo, con un prog-metal más que acertado y de gran sonido, pero con la lástima de llevar pregrabadas las partes de los instrumentos folk, con lo que la sensación de originalidad se perdía en muchas ocasiones.

La vista antes de comenzar Turisas se desplazaba tanto a sus seguidores (muchos de ellos en pleno carnaval medieval disfrazados para la ocasión) como al enorme, épico y llamativo cartel que ilustraba su actuación. Ya en materia, su “Battle Metal” (canción muy pegadiza) ladra pero no muerde, y sirve más como una gran fiesta a lo Oktoberfest que para invadir territorios ajenos. De igual manera, imposible no disfrutar con “Hunting Pirates” o con ese temazo tan Manowar llamado “Stand Up And Fight” y que puso un titánico fin a su hora, culminada con Vangelis retumbando en los altavoces, lo cual fue un puntazo.

Quien guste de escuchar metal y no conozca a Rage debería al menos saber que existen y probar. Su heavy metal alemán y todo lo que esto incluye (la peculiar y cuidada voz, la velocidad, etc.) son obligados para los más puestos en esto, y tras muchos hiatos, idas y venidas, se ha quedado en Refuge formado por “Peavy” Wagner, co-fundador, junto a dos nuevos componentes sin experiencia en la banda. Las canciones de Rage sonaron muy poco frescos e incluso forzados en algún momento, pero se mostraron totalmente entregados e incluso bromeando con el buen rollo que había abajo.

Si el año pasado eran Possessed quienes llamaban la atención por su inclusión en el noveno Leyendas (y por saber que seguían en activo), este año la sorpresa era AngelWitch. Forjados en la Gran Bretaña de Iron Maiden y con muchísima influencia de estos, dieron todo sobre un escenario pequeño cuyo techo parecía querer derretirse por aquellos momentos. Pese a estar muy lejos de cualquier estilo extremo (aunque su artwork no diga lo mismo) lo suyo suena suficientemente atractivo como para seguir vivos todo el tiempo que quieran. Y si encima tienen un temazo llamado “Angel Of Death” no nos pueden caer mal. Y si cierran con su conocida y homónima “Angel Witch” pues mejor aún.

Pese a la avalancha de heavy o power que se cernía desde ese momento en los escenarios grandes gemelos, pudimos resistir un poco para escuchar a los alemanes Edguy compartir con nosotros sus canciones, típicas como ellas mismas, así como los comentarios jocosos de Tobias Sammet y su humor más británico que alemán. “Fucking With Fire (Hair Force One)” reunió lo mejor de ambas partes para ser lo más destacable, así como el final previsto con la famosa “King Of Fools”.

Yo de ser Justin Hawkins me pensaría lo de cambiarle el nombre a The Darkness por el suyo propio. Los protagonistas de su concierto, aparte de la obvia “I Believe In A Thing Called Loved”, fueron sus calzones (lo único que le quedó puesto), sus solos y sus idas de pinza. El público quedó más que ganado con eso.

La guinda final la puso otro grupo español pero esta vez muy diferentes a la noche anterior. Fueron Celtibeerian, provenientes de Ciudad Real, quienes se marcaron un concierto que no andaba lejos de los grandes del estilo, como Eluveitie. Repasaron su último disco, “Keltorevolution”, a base de canciones muy rápidas y con un violín que le daba el necesario toque celta al asunto, además de ser bastante respetados por el dichoso sonido del escenario Mark Reale (el pequeño), dentro de lo que cabía esperar.


SÁBADO
La lluvia, la cerveza y la gran panza de Gerre, vocalista de Tankard, nos daban la bienvenida a la última jornada del festival. El thrash de los del Big Teutonic 4 fue incesante y encontró un gran aliado en el manto de agua, que cayó en ese momento con mayor fuerza que en el resto de tardes. Esto solo animó mucho más al público empapado, que no era poco precisamente y que eliminó cualquier rastro de tedio en el set.

Es obvio que existe un largo camino para ser alguien en el mundo del metal, y eso lo saben bien [In Mute], que con su death metal a lo The Agonist se van haciendo hueco con potencia y con todas las ganas. Pese a sufrir de nuevo el efecto pegote en el sonido, todo fluyó lo suficiente como para disfrutar de los temas de sus dos lanzamientos, a la espera de más cosas nuevas. Emocionante momentazo con la versión de “Imperium”, de Machine Head.

Escuchar a Sodom en directo no se asemeja a hacerlo en disco, como me temía. La expectación comedida y un público muy numeroso pero nada excesivo no hacían justicia a lo que se escuchaba arriba, donde tres hombres de Gelsenkirchen hacían honor a una carrera que empezó en 1981 con Tom “Angelripper” y sus otros dos fundadores formando un grupo para poder dejar atrás la profesión de minero. A sus 52 años, lo que minó fue cualquier posibilidad de fiasco desde el minuto uno, tocando “Agent Orange” y dejando a fans de la banda y del thrash en general con la boca abierta. Más tarde “Outbreak Of Evil”, “Stigmatized” o la gran “Ausgebombt” daban fe de que estos Starship Troopers del averno no iban de farol. Triunfadores.

El retraso en el avión de Finntroll hizo que la organización tuviera que recolocarlos en el escenario pequeño, con los consecuentes dolores de cabeza por un aforo mucho más limitado de lo normal. Pese a estar más embutidos que de costumbre, la cosa fue como la seda, siendo más un problema el sonido, que se tragaba de vez en cuando a los teclados, fundamentales en este conjunto finlandés. Aun así, ningún problema: la gente disfrutó de lo lindo, no se pudo parar de saltar, bailar y poguear ese folk-party-metal tan único en su especie, donde brillaron temas como “Solsagan” o “Jaktens Tid”, y que tuvo otro de esos momentazos del festival entero con el ya himno “Trollhammaren”.

El momento de proseguir con la descarga de thrash alemán tuvo su pausa con Sôber. Podríamos decir que la música de los madrileños no ha envejecido mal, pero que empieza a pertenecer a un tiempo diferente. Eso tiene cabida en un festival como este, pero quién sabe fuera de un terreno tan propicio, o sin fans detrás apoyando. Tanto Savia como Skizoo también echaron una mano, adoleciendo de problemas similares.

Y allá que fueron Kreator. Los alemanes, hablando claro, completaron la ejecución más extraordinaria de todo el fin de semana. Nunca serán tan grandes como Metallica o Megadeth, pero por fortuna tampoco serán americanos ni sonarán como tal. Su thrash (o THRASH, mejor en mayúsculas) de frenético llega a ser doloroso, así como la voz de Mille Petrozza, que se desgañita sin parar de un lado para otro al mismo tiempo que escupe esos riffs que se debaten entre el infierno y el circle pit. Fue un set acertado al principio y al final, comenzando con “Enemy Of God” y tocando “Phobia” de una manera sublime en tercer lugar, teniéndonos ya agarrados por donde duele hasta el final.

De la mitad del concierto hacia delante se fue poniendo todo mucho mejor todavía. Una añeja y enorme “Extreme Aggressions” dejó paso a una tanda de grandes éxitos de actualidad, como “Suicide Terrorist” u “Hordes Of Chaos”, que representaron fielmente lo que es hoy en día este grupo. Para acabar, poco faltó para que un final con “Violent Revolution” y “Pleasure To Kill” nos sacara el corazón por la boca de pura emoción. Ante ustedes: Kreator, el nuevo Reich.

Lo primero en que nos fijamos cuando vimos aparecer a nuestros amigos Satyr y Frost por el escenario es que los tiempos del apocalipsis, del olor a iglesia quemada o de performances con tajos en la piel pertenecen a un pasado lejano, del que por supuesto quedan referencias en su atmósfera, aunque la misma esté mutando en una especie de rock metalizado muy pero que muy pesado. A estos dos jinetes se les sumaban otros dos más, llamando la atención un joven llamado Diogo Bastos que les acompaña en directo a la guitarra desde 2013 y que cumplió más que bien su cometido.

En cuanto al sonido, más que notable. En cuanto al setlist, las pocas (y muy limitadas) concesiones al viejo repertorio fueron más que un éxtasis para el cuerpo, pero las nuevas tampoco se quedan atrás, salvo “Our World, It Rumbles Tonight” que se empeñan en hacer funcionar. No hay ninguna necesidad de ello, cuando contando solamente con sus últimos 3 o 4 discos se ventilan un concierto de lujo. A saber: desde “With Ravenous Hunger” de “Rebel Extravaganzza” hasta “Now, Diabolical” o “The Pentagram Burns”, todo pesado, oscuro y con ese regusto pseudo industrial y esa cadencia tan obsesiva que solo Satyricon le dan a cada tema. Y si la cosa ya anda bien tirando de repertorio, imagínense cuando se trata de “Mother North”: locura insana, vuelta a los orígenes, sudor, sangre y lágrimas, todo en uno, y esos teclados… Y para acabar, Satyr toca “K.I.N.G.” mientras se reafirma como tal, como el rey del cotarro, aunque ya no lleve corpsepaint. Pero aún rockea, vaya que sí.

El fin de fiesta corrió a cargo de los vascos Vhäldemar y su power metal veloz. Hasta aquí nada raro, pero para los que pudimos disfrutarlos nos encontramos con un plus añadido. Y es que su cantante Carlos Escudero llevaba una cogorza tal que hizo que la gente que no quería acabar la noche se metiera de lleno en la fiesta. Repetía frases algo inconexas intentando explicar su estado, como “8 horas de viaje”, “a la mierda todo” o su ya característico “A MUERTE!!!”. O bien se marcaba un solo de lo más etílico con la guitarra de su compañero, o bajaba a la pista hasta llegar a subirse a la barra del bar, o se tiraba entre la gente de la grada botella de whisky en mano, etc. Si a algo se le puede llamar show, este es el ejemplo más claro. Un 10 para ellos y por lo bien que nos lo pasamos.

Poco más queda por decir de este magnífico fin de semana, donde la horrorosa cantidad de texto escrita por un servidor da buena cuenta de la maravilla que es el Leyendas: sobre todo por el ambiente y el buen rollo, el cual es únicamente gracias a sus asistentes. Y si encima la música y los artistas acompañan (y si el tiempo no da sustos) poco más se puede pedir, y a ese precio (unos 65€). Esperemos que la organización no se duerma en los laureles y siga a tan buen ritmo y calidad, ahora que el festival ha prorrogado durante 4 años más su estancia en Villena, además de haber confirmado para la próxima edición a Steel Panther, Holy Moses y Grave Digger.

No será el festival más grande, pero ese no debería ser el objetivo del Leyendas del Rock. No se demandan mejores y más grandes grupos, sino que las cosas se mantengan como hasta ahora, de manera humilde y evitando aglomeraciones y problemas mayores. Y si se puede, se crece. Hasta entonces a nadie le amarga un dulce, y menos si es una tarta enorme de chocolate como esta. Y ya me dejo de metáforas.

Si tu música es el metal, deberías estar en el Leyendas del Rock. Si no lo es, siempre serás bienvenido a probar y pasar un buen rato. Merece la pena.

Fotografía: Facebook Oficial Leyendas del Rock (Salvador Villa) y Vicente Madrigal

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