PELÍCULAS

Mátalos suavemente es una de esas películas peculiarmente llamadas “independientes” del cine norteamericano. Y digo peculiarmente porque Andrew Dominik, director y guionista, contó con un presupuesto de 18.000.000 de dólares para su rodaje, lo que le permitió surtir a la película de caras tan populares como Brad Pitt o Ray Liotta y de dos semidioses del mundo de las series HBO como son Richard Jenkins y James Gandolfini, cabezas de familia de las series A dos metros bajo tierra y Los Soprano respectivamente. Dicho esto, aceptemos barco como animal acuático a pesar de que Mátalos suavemente haya sido producida, entre otros, por dos de los cofundadores de Miramax Films, ahora embarcados desde 2005 en una aventura “independiente”.

Los que ya conozcáis a Andrew Dominik, habréis comprobado que el buen hombre ha debido quedar más que satisfecho con su anterior película, El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, puesto que ha vuelto a contar con un dúo protagonista muy similar, donde repite Brad Pitt aunque Cassey Affleck es remplazado por Scoot McNairy, un actor con un gran parecido físico. Pero ésta no es la única analogía con respecto a su anterior película, viendo las primeras opiniones del público parece que su tercer film seguirá sin contar con la total compresión de los espectadores y es que el ritmo que imprime a sus películas no acaba de cuajar entre los seguidores de tanta cara bonita. En cambio, para mí, el problema no está ni en el ritmo, ni en el repóker de actores, sino más bien en la falta de algo más de chicha en el guión entre tanto diálogo elaborado y actuación sobresaliente. Actuaciones de entre las que destacan especialmente las de James Gandolfini y Brad Pitt.

Aún así, recomiendo a todo al que le seduzca medianamente la trama a que pruebe personalmente puesto que a veces las opiniones de los críticos son bastante engañosas y yo personalmente veo a la película mucho más cercana a una Lock & Stock con dinero y un poco menos cómica que a una versión contemporánea de Uno de los nuestros.

Para finalizar, cabe mencionar brevemente la coletilla con la que Dominik nos martillea insistentemente durante toda la película y que poco tiene que ver con los criminales y mafiosos convencionales del cine negro. Me refiero al tema de la crisis económica, tema que nos brinda un final bastante brillante apuntalado con una frase final tan acertada como poco frecuente en el cine “made in USA”.

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