PELÍCULAS

por el 21 de Mayo de 2013
Vergonzosa, creída, estridente y pesada. El Gran Gatsby es como esa chica guapa borracha que disfruta calentando al personal.

Dirección: Baz Luhrmann
Guión: Baz Luhrmann, Craig Pearce (novela: F. Scott Fitzgerald)
Reparto: Leonardo DiCaprio, Tobey Maguire, Carey Mulligan, Joel Edgerton.

Nota: 35
El alcohol brota por todas partes, ¿su prohibición? un morbo más que añadir a la lista. Los escotes son descarados, no hay quien los evite. El jolgorio es máximo y no cabe un alfiler, el contacto físico es constante, abrumador, aún así la intimidad es máxima. Empieza a sonar Rhapsody in blue a ritmo de fuegos artificiales. Nuestro protagonista, Nick Carraway, persigue un objetivo, encontrar al anfitrión. Algo doblemente extraño, pues es el único del lugar que busca un fin más allá del de divertirse y porque a nadie parece importarle quien ha organizado tal desfase. De golpe un brazo perfectamente trajeado nos hace un gesto amigable, en su extremo hay una mano que viste un anillo que capta nuestra atención. La voz que acompaña el encuentro tiene un timbre cautivador. Una vez Nick ha intercambiado un par de palabras con el misterioso sujeto este mismo desvela su identidad. Él es Gatsby, el Gran Gatsby. La pieza de G.Gershwin llega a su clímax y los fuegos artificiales a su cima, Leonardo DiCaprio se gira a cámara lenta y nos muestra esa sonrisa suya tan irresistible.

Sobre el papel es difícil pensar como algo tan potente como esto puede quedar tan mal. A Baz Luhrmann no le han faltado medios ni dinero para marcarse tal secuencia, se dice incluso que se gastó 40 millones de más en el presupuesto y retrasaron 6 meses el estreno. La única lógica que explica porque esta pelicula y concretamente esta secuencia no funcionan es la total ineptitud de un director que nunca demostró nada, y siempre quiso demostrar de más. Sin irnos de la dichosa secuencia. Toda ella esta filmada con una borrachera de planos cortos, largos, aéreos, travellings, subjetivos, cámaras lentas y efectos digitales. No hay criterio alguno más allá del exceso. El montaje es nefasto hasta el aburrimiento, prueba de ello es como acaba esta escena. El hilo musical mantiene la continuidad, sin ningún salto, pero a su vez Gatsby se marca una elipsis de espacio-tiempo y aparece en lo alto del castillo. Es un recurso que podría quedar bien por supuesto, el problema es que los otros dos personajes que observan a Gatsby son inmunes a esa elipsis, por lo que directamente uno acaba por no entender nada.

¿Como puede permitir la Warner Bros tal narcisismo? No estamos hablando de una película mala sin más. Estamos hablando de que a un director le han dado un porrón de dinero para que se marcara el ejercicio de estilo más cutre de los últimos tiempos. Música, fotografía, dirección artística, efectos digitales... todo es tan hortera y de mal gusto que no se por donde empezar. Mejor vayamos al principio del film.


El Gran Gatsby tiene 45 minutos iniciales de delirio cinematográfico. Tres cuartos de hora en el que la película no se toma un mínimo descanso. Ritmo endiablado, adulterado e innecesario. Si hace falta para que no baje la velocidad se usan planos aéreos imposibles que nos llevan de una localización a otra. Algo así como lo que vimos en Los Miserables. ¿Os acordáis de esa cosa tan mal hecha? pues peor. Cuando Nick y Gatsby se montan en el coche dan ganas de gritar “¡parad un momento!”, pero no paran, siguen y siguen hasta la primera secuencia que nos da un poco de respiro, el encuentro de la pareja. Por evidente parecerá absurdo, los mejores momentos de la película son aquellos donde los protagonistas están encerrados en una habitación y no les toca otra que actuar lo mejor que saben y avanzar en la trama. Al pobre Luhrmann no le gusta esto, seguramente se rompió la cabeza intentando idear un plano desde el espacio que traspasara nebulosas, agujeros negros y gran parte de la historia de la humanidad hasta entrar por la ventana de la habitación y chocar con la frente del personaje y así mostrar que ha tenido un pensamiento audaz. Quizás ya no le quedaba más dinero, por suerte.

Después de tomarnos este descanso la pelicula vuele a sur fueros, no tan histérica pero el concepto sigue allí. La cosa consigue aguantar gracias a dos factores: la calidad del libro y la maestría de varios actores. Leonardo DiCaprio es una bestia de la interpretación, no le recuerdo una mala faena y hoy por hoy es uno de esos reclamos que mueven masas a las salas de cine. Sin él El Gran Gatsby podría haber dado un buen tropiezo en taquilla. Tobey Maguire también está que se sale, esa cara de sociópata nunca le abandona, pero da igual, ayuda a mostrarlo como ese observador en la distancia. Para rematar el trío de salvadores de Luhrmann añadiría un Joel Edgerton con el que incluso llegas a simpatizar. La otra cara de la moneda es la pobre Carey Mulligan. No es lo suficientemente guapa como para que Gatsby cometa tantas locuras, ni lo suficientemente buena actriz como para moverse bien entre la tontita rubia, la fascinante seductora y la mujer atrapada entre dos hombres. Muy poca personalidad por parte de Mulligan, o muy mala dirección de actores por parte de Luhrmann, les dejo elegir.


Y llegamos al apartado más vergonzoso de El gran Gatsby: la música. Estamos delante de una colección de temas anacrónicos y mal elegidos cada cual más cutre. Luhrmann debió pensar que eso de usar Jazz en una pelicula de los años 20 es de lerdos. Si al menos hubieran remezclado temas de la época para la ocasión... pero no. La mayoría de temas son contemporáneos, para más inri cosas totalmente mainstream y con nula personalidad. Jay-Z, que se adjudica la producción ejecutiva en esta materia, se lo ha pasado en grande. Hay como cinco o seis temas de su repertorio y del de su mujer, Beyonce. Y si, me refiero a RAP, en mayúsculas y por supuesto Crazy in Love. No salvo nada. Incluso el tema principal de la pelicula esta hecho con guitarra eléctrica. ¿En que narices estarían pensando? Esto no es como Moulin Rouge, donde temas pop pueden colar, ya sea porque hablamos de un musical o porque al fin y al cabo instrumentalmente tenía un mínimo de coherencia con la época. Es que quizás no me explico bien, así que pondré un ejemplo: En mitad de la película suena la típica pieza para órgano de Johann Sebastian Bach, tocada precisamente con un órgano. En menos de 5 segundos la remezclan y pasan a una canción con una base electrónica propia de Pacha Ibiza. Si a esto le añadimos gente vestida a lo Charleston bailando como si estuvieran en un videoclip de LMFAO... el resultado es grotesco.

Las nenas que se lo pasaron en grande con Moulin Rouge se van a llevar una decepción, aquí hay muy poco romanticismo. A los que leyeron el libro (no es mi caso) parece que les ha parecido un insulto a Fitzgerald. Y para acabar, a los que creyeron que descubrieron el género musical con la dichosa Moulin Rouge mejor que se aparten y vuelvan a su querida película. Luhrmann se ha esforzado en demostrar que es un pésimo cineasta que tuvo en sus manos elementos muy populares en el momento exacto, y nada más. Mejor que siga con sus videoclips y anuncios teens y deje paso a directores con algo que decir, que no les importe cuantas chicas colgarán en su habitación el póster de su próxima pelicula, que no les importe poner la historia por encima de su ego.

  


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