PELÍCULAS

por el 23 de Octubre de 2013
Tul es un policía taiwanés de férreos principios que arrastrado por una terrible trama de corrupción se convierte en un asesino a sueldo especializado en eliminar a sujetos poderosos que creen estar por encima de la ley. En una de sus incursiones como pistolero un insensato descerraja un tiro en la cabeza de Tul que le dejará una extraña secuela: su visión se ha invertido y su mundo se ha venido literalmente abajo. A partir de entonces una jauría de corruptos y una misteriosa sociedad secreta de radicales darwinistas querrán aprovechar la situación y acabar de una vez por todas con Tul.
 
Año: 2011
País: Taiwan
Género: Negro, thriller
Director: Pen-Ek Ratanaruang
Guionistas: Win Lyovarin, Pen-Ek Ratanaruang
Reparto: Nopachai Chaiyanam, Sirin Horwang, Chanokporn Sayoungkul

Nota: 30

El cine de género (B, Z, trash, exploits, mercado asiático, etc.) fue el que hace tres décadas empezó a prostituir los códigos de los géneros cinematográficos establecidos para lanzarse a contar nuevas historias que sin ningún tipo de pudor utilizaban la gramática propia de diferentes estilos cinematográficos. Así la acción, el terror, la comedia y el sci-fi, por numerar algunos, empezaron a retozar durante los 80 y 90 para tener hijos en el nuevo milenio, hijos que se han convertido en el nuevo paradigma fílmico que puebla las pantallas a lo largo y ancho del planeta. La mezcla de géneros y de códigos, algo que empezó en el cine más macarra e independiente, marcó el cine que se hace hoy en día.

Estamos en un proceso de cambio de la gramática audiovisual, no de los temas o la prostitución inter-género. Es evidente que la experiencia de vídeo en Internet tiene mucho que ver con la exageradísima planificación del cine acción en el que no se ve nada o el terror de efectos y cámaras en mano que puebla nuestras salas. Ante tanto cliché y producto que ya hemos visto consideramos que merece la pena echar un ojo a ese cine pequeño que hace 30 años empezó a cambiar las cosas, qué historias están haciendo esos directores, qué se está contando los nuevos mercados, dónde está la nueva Troma o el nuevo John Woo.
 


Así llegamos a Tailandia y a Headshot (2011) y lo primero que nos llama la atención es su apuesta por un estilo totalmente clásico propio del noir de mediados del siglo pasado. Una propuesta por la narrativa clásica con argumentos contemporáneos (algo parecido a lo que vimos en Brick (2005) pero peor realizado en este caso). Vamos, que si hace 30 años la propuesta era la ruptura del abigarrado mercado audiovisual con la heterogeneidad de contenidos ahora la intención es recuperar los géneros clásicos con sus códigos y estructuras o ésta es, al menos, la apuesta de Headshot.

Un desmesurado hype festivalero le hace falco favor a esta interesante pero fallida película de Pen-Ek Ratanaruang que sorprendió al forero medio de rottentomatoes hace casi una década con Invisible Waves. El estilo de Ratanaruang no ha cambiado en exceso: ambientes pesadillescos, gusto por una planificación pausada, pasión por el primer plano con teleobjetivo dónde el fondo pierde importancia para cedérsela al actor, una influencia descarada de Lynch en la composición y una desmesurada pereza en el avance de la acción.

Headshot tiene una interesante primera mitad en el que repite al pie de la letra la estructura de un film negro aportando abracadabrantes subtramas como la orden secreta de asesinos y un grupo de desconocidos criminales que quieren dar caza al protagonista. Sin embargo la película se desmorona en su segunda mitad cuándo todas las subtramas confluyen retrasando el desenlace y la paciencia del espectador.
 

El guión recurre a la casualidad para resolver los desenlaces de cada trama, se presentan personajes fundamentales para el cierre del film con calzador, que aparecen de repente sin ninguna razón aparente pero que se quedan acompañando a Tul y lo que es peor revelando la trama al espectador. Fotográficamente la película es una maravilla pero sin embargo el director desaprovecha el hándicap que supone la enfermedad del protagonista de tener la visión invertida y queda como un recurso vacilón para resolver alguna escena de acción.

Nos quedamos con mal gusto con Headshot porque empieza fantásticamente y la apuesta por el noir clásico como el género en el que se desarrolla la narración es acertada, sin embargo el guión termina llevando al traste las buenas sensaciones.
 

  


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