CRÓNICA

Lo que empezó siendo un festival dedicado a la cerveza artesana no solo se ha convertido en una de las citas ineludibles del circuito
punk-rock europeo, sino también en el antídoto perfecto al veto que sufre
NOFX en EEUU. Tras varias ediciones mirando de reojo hacia otros países del continente, el itinerante
Punk In Drublic aterrizaba en nuestro país de la mano de
Fat Mike y con el atractivo que supone compartir cartel con
Bad Religion,
Lagwagon,
Less Than Jake,
The Real McKenzies o
Anti-Flag entre otros, estos dos últimos únicamente en Vitoria-Gasteiz.

El frío y la fina lluvia no fueron obstáculo para que desde mediodía, coincidiendo además con la
Final Four de baloncesto, se viviera un gran ambiente por las calles de la ciudad. Los aledaños del
Iradier Arena no fueron excepción, y no eran pocos los valientes que esperaban impacientes la apertura de puertas. El
punk-pop de
The Bombpops, apadrinad@s por el propio
Fat Mike y una de las jóvenes promesas de la escudería
Fat Wreck Chords, abrió la jornada con esa propuesta ligerita y desenfadada que tan bien sienta para echar los primeros tragos y mimetizarse en el ambiente. Y es que, pildorazos como “FOMO (Fear Of Missing Out)”, “Turn Up The Thermostat” o “Brake Lights”, y la dulce combinación vocal de
Jen Razavi y
Poli Van Dam nos transportaron a un escenario mucho más veraniego que el de esta triste tarde otoñal. Lástima que muchos se perdieran la mayor parte de su actuación (
El Hefe de
NOFX no fue uno de ellos), y para cuando “Dear Beer” empezó a calentar el ambiente con una de sus melodías más efectivas ya era hora de abandonar.

Los que no tardaron en hacerlo fueron
Blowfuse. Algunos vimos este mismo
show hace justamente un mes, cuando abrieron para
Sick Of It All y
Good Riddance en la mítica
Jimmy Jazz vitoriana, pero el llevarlo a este escenario (fueron los primeros sorprendidos del buen aspecto de la plaza a estas alturas de la tarde) y en un cartel que hace años solo podrían soñar espoleó al cuarteto desde el inicial “Dreams”. Más tiempo en el aire que con los pies en el suelo, la de los catalanes fue una lección de cómo aprovechar treinta minutos despachando lo mejor de tu catálogo (“Angry John”, la vacilona y de ritmo casi
funk “Outta My Head” o el homenaje a los patineteros “Ripping Out”) y provocando que la plataforma de
stage diving empezara a echar humo.
Otros que solo harían parada en el
Iradier Arena fueron los legendarios
The Real McKenzies, que con su
punk de tradición escocesa cambiaron los saltos por los cánticos y los pantalones cagados por las faldas. Como no podía ser de otra manera, el gallego (y gaitero)
Luis Cao ejerció de anfitrión, mientras que
Paul sigue siendo aquél
Mackenzie que te podrías encontrar en cualquier barra de bar y con el que ponerte a cantar algunos de sus himnos taberneros, bien dedicados a los héroes caídos (“Droppin´ Like Flies”), al patriotismo (“Yes”) o simplemente al alcohol (“Drink Some More”). No solo eso, también gozaron del mejor sonido de la tarde junto a
Mad Caddies.

La cosa se puso seria en cuanto el mítico “Blitzkrieg Bop” empezó a sonar. Vale, es de todo menos original, pero también señal de que
Anti-Flag saltaban a escena. Si la cosa va de reacciones, puede que los de Pensilvania acabaran proclamándose como uno de los triunfadores de la jornada (si obviamos a unos señores mayores que vendrían después), desatando la locura absoluta en primeras filas y llegando al público con su compromiso político. Sin embargo, el sonido en algunas zonas de la pista hizo imposible que disfrutáramos al 100% de algunos de sus temas más emblemáticos, casos de “Die For The Government”, “This Is The End (For You My Friend), “Fuck Police Brutality”, “American Attraction” o “The Press Corpse”. Darte un baño de multitudes para acabar no me parece mal (típico momento en el que
Chris Barker y
Pat Thetic tocan “Brandenburg Gate” en la pista, batería incluida), pero cuando lo haces todas las noches puede llegar a convertirse en algo un tanto predecible. Diría que incluso prescindible cuando dispones de tan poco tiempo, pero la gente no debió pensar lo mismo.
La nota de color la pusieron tanto
Mad Caddies como
Less Than Jake, míticas bandas que con su mezcla de
punk,
ska y
reggae acabaron liderando sus respectivas escenas de los 90 en adelante. La de los primeros fue una actuación notable, con un sonido muy nítido (gracias a una propuesta mucho menos distorsionada), y donde sonaron algunos de sus temas más representativos como “Backyard” y “Monkeys” (con la inestimable colaboración de
El Hefe), así como alguna sorpresa de su último
"Punk Rocksteady", llevando algunos clásicos
punk-rock a su terreno.
El mestizaje fue electrificándose con
Less Than Jake y cortes como “Plastic Cup Politics”, con el que arrancaron, o “All My Best Friends Are Metalheads”, aunque el formato festival empezaba a hacer mella haciendo rugir nuestros estómagos. Aquí es donde podríamos hacer una crítica constructiva, y es que si no puedes entrar y salir del recinto a partir de cierta hora la zona de restauración debería estar preparada para recibir a un buen pelotón de golpe.

La noche llegó, y con ella el triunvirato (a priori) ganador de esta edición del
Punk In Drublic. La expresión incluida en esas dos barras empezó a quedar en entredicho con
Lagwagon, que en ningún momento llegaron a convencer del todo a pesar de hacer sonar temazos como “After You My Friend”, “Violins”, “Cog In The Machine” (¡qué poco representado este gran disco!) o “May 16”. Puede que en estudio siga siendo una banda muy fiable (a
“Hang” me remito), pero en lo que respecta al directo no dan la sensación de atravesar su mejor momento. Me temo que
Joey Cape tampoco.

De los que poco (o nada) se puede dudar son
Bad Religion, considerados por muchos los verdaderos cabezas de cartel. No se equivocaron. Y es que pocas bandas son capaces de despachar cuatro clásicos de la talla de “Suffer”, “Generator”, “Fuck You” y “Stranger Than Fiction” así, sin apenas presentación ni despeinar canas. La pregunta también podría ser qué banda es capaz de tenerlos, pero ese ya es otro tema. El sonido seguía siendo un tanto embarullado en este tramo inicial, pero es algo que se lleva mejor cuando la inconfundible voz y carisma de
Greg Graffin están encima del escenario. Ni los temas de su recién publicado
“Age Of Unreason” se resintieron (“My Sanity” podría seguir en el repertorio todos los años que quieran), e incluso se atrevieron a incluir un corte como “The Dichotomy”, del difícilmente comprensible (y único lunar de su discografía)
“Into The Unknown”. Sería complicado destacar momentos concretos de un
set de 20 temas que no decayó en ningún momento (podrían tocar otros tantos diferentes y seguiría siendo un
greatest hits), pero el éxtasis que provocó la dupla formada por “I Want To Conquer The World” y “21st Century (Digital Boy)” (con toda la plaza de pie) es algo que muchos tardarán en olvidar. Hasta el sonido pareció ponerse de acuerdo con nosotros, pero para cuando nos quisimos dar cuenta “Sorrow”, “American Jesus” y “Punk Rock Song” cerraban una actuación memorable.

Cualquiera que haya visto a
NOFX en directo sabe a qué atenerse, sin ir más lejos los que presenciamos el circo del último
Gasteiz Calling, pero ni el quedar retratados tras la lección de
Bad Religion es algo que ya preocupe a
Fat Mike (señora en el día de hoy). Es verdad que su repertorio se vio “revolucionado” con temas no tan trillados como “Dinosaurs Will Die” o “The Separation Of Church And Skate”, algo totalmente lógico después de pisar el mismo recinto hace menos de un año, y que las bromas innecesarias no fueron tan prolongadas como aquella vez, pero tan solo en momentos puntuales (“Bob”, “Linoleum” o “Kill All The White Man”) ves al público capaz de perdonar a una banda cada vez más indefendible.
Pese a todo, esperemos que la marca se consolide en nuestro país y podamos seguir disfrutando de uno de esos carteles referencia a la hora de tomar en cuenta ese género marcado por la nostalgia pero que tantas alegrías nos sigue dando.
Fotos: Poli Karpo