CRÓNICA

Pocas leyendas del hardcore les quedan por traer a la gente de HFMN. Y esta vez, han tachado de la lista a uno de los grupos más míticos de este género: 7 Seconds. Alrededor de 400 personas se reunieron en la sala Estraperlo el pasado domingo 6 de mayo para ver a estos pesos pesados que este año cumplían 32 años ininterrumpidos como grupo.

No se cuando fue la última vez que estos originarios de Sacramento, California, pisaron la península. Lo que sí sé, es que debe hacer mucho mucho tiempo. Tras el fallido intento de traerles el año pasado, muchos nos quedamos con las ganas y con la esperanza de que tarde o temprano volverían. Y por fin, vinieron para dar una lección de autenticidad.

Con unos cuantos kilos de más y rozando los 50, ahí estaban Kevin Seconds junto al resto de la banda para meter el pedal fijo y tirar millas. Todos los miembros eran de la formación original, a excepción del bajista Steve Youth, que fue substituido en este tour. Los que ya hayáis tenido la oportunidad de oír alguno de sus discos, estaréis seguramente familiarizados con su estilo: batería a toca leche, tres acordes, canciones de uno o dos minutos como mucho y letras directas cantadas melódicamente pero sin nada que envidiar a otros grupos de hardcore ochentero con voz gritada. Y así fue exactamente el concierto.

Empezaron la noche bien rápido. Faltaron temas en su setlist, obviamente, siendo un grupo que tiene más de 12 albums en su haber. Pero no faltaron “We’re Gonna Fight”, “Regress No Way”, “Here’s Your Warning”, “Definite Choice”, “The Crew”, “Young ‘til I Die”, “New Wind” o su mítiquisima “Walk Together, Rock Together”. Tampoco faltaron las versiones de “99 Red Balloons” ni de “If The Kids Are United” de Sham 69.

La sala estaba completamente llena y la gente revolucionada. Prácticamente no cabía ni un alma y el que tenía un poco de sitio, se hacía un hueco para subir al escenario y tirarse al público. Creo que todo aquél que estuvo presente, disfrutó de la noche y de ver vivas a estas leyendas del hardcore. Esperemos que no sea la última vez que podemos corear sus “Woooos!”.