CRÓNICA

Desde bien pronto, ya había gente esperando y haciendo cola para entrar en la sala Razzmatazz a ver a uno de los grupos de moda dentro del emo: My Chemical Romance. Mucha había sido la expectación que había creado la actuación del grupo norteamericano, tanta que hacía semanas que estaban agotadas las entradas. Esta era la segunda vez que visitaban nuestro país (primera como cabezas de cartel), y a diferencia de la primera, traían bajo el brazo un discazo como es “Three Cheers for Sweet Revenge” y un buen puñado de singles de esos que triunfan en cualquier radio o televisión musical.

Con algo de retraso se abrieron las puertas de la sala, que en pocos minutos se colapsó. Hacía mucho tiempo que no veía la segunda sala de Razzmatazz tan llena, aunque en esta ocasión la concurrencia distaba mucho de la clientela habitual de la sala, y es que no sería exagerado decir que el 70% de los asistentes eran chicas con 16 o 17 años. Un ambiente que dista mucho de ser el mejor para disfrutar de un show cañero, o por lo menos esa es mi opinión.

Sin necesidad de esperar demasiado, salieron al escenario Drive By World. La suya fue una actuación más bien mediocre. Para empezar, sonaban demasiado fuerte, en especial el bombo de la batería, que eclipsaba al resto de instrumentos de una forma alarmante. Siguiendo con los fallos de sonido (eso o que el técnico que se encargó de su actuación era nefasto), sorprende que la base rítmica sonase mucho más alta que la melódica y las voces, por lo que el martilleo de la batería y el bajo destrozaban poco a poco los temas. Unos temas que sea dicho de paso, no ofrecían nada.

Los temas interpretados por Drive By World podrían resultar divertidos de inicio, cañeros y con alguna que otra buena melodía, pero a los 10 minutos de actuación, ya todo sonaba igual. Si a eso le sumamos que tenían la responsabilidad de suplir a Every Time I Die, el grupazo que en principio iba a telonear a My Chemical Romance, la decepción se entiende que sea mayor. Otro detalle curioso de su actuación fue que los guitarristas de My Chemical Romance se pasaron buena parte de la actuación de Drive By World lanzando bolas al batería. No sé si era para fastidiar o un juego entre bandas, pero lo cierto es que no favoreció para nada a la música del grupo y a la actuación frente al numeroso público.

Después, tras una inquietante pausa en la que para “amenizar” la espera nos lincharon a base de temas del rapero Jay-Z, salió al escenario My Chemical Romance, ataviados con sus trajes y máscara de ojos. La calidad de sonido mejoró considerablemente, aunque la puesta en escena tampoco fue nada del otro mundo.

Si bien es cierto que My Chemical Romance tienen un repertorio cargado de buenos temas, su mayor virtud en directo como quedó patente esa noche, es la expresividad, teatralidad y carisma de su cantante y frontman Gerard Way. No dejó de gesticular durante todo el concierto, ganándose a los espectadores minuto a minuto con sus detalles (como anunciar el final del partido Real Madrid – Barcelona y su resultado, para alborozo del público culé que era mayoría en la sala).

En cuanto al setlist de la banda de New Jersey, ninguna sorpresa. Dieron un repaso a su disco “Three Cheers For Sweet Revenge”, añadieron alguna canción de su anterior trabajo y finalmente regalaron la interpretación de un nuevo tema, que sonó de pena. Flojo, sin chispa y excesivamente melódico. Los mejores momentos, como era de esperar, llegaron cuando empezaron a sonar sus éxitos. Primero “Helena” (ya hacia la mitad del concierto), después “Hang Em High” o “Ghost Of You” hicieron las delicias del respetable.

Tras tocar su nueva canción y “Prisons”, dieron fin a la primera parte del espectáculo, y tras una breve pausa, volvieron para interpretar “I’m Not Okay” y sin más, dejaron el escenario perdiéndose en el backstage y poniendo fin a una noche musical muy intensa en la ciudad condal. Se puede decir que fue un concierto más, que no pasará a la historia ya que ninguno de los grupos partícipes demostró sobre el escenario que la expectación creada tuviese razón de ser. Visto lo visto, mejor me hubiese quedado en casa viendo a Ronaldinho y cía golear al Real Madrid…