CRÓNICA

A solo dos semanas de que
Narco revienten la
Riviera madrileña, último concierto de la gira para el que ya no quedan entradas y marcado en el calendario por aquello de poner fin a su actual etapa, los sevillanos se sumergían en el último tramo del
tour despidiéndose del norte, segundo hogar para la banda desde sus primeros pasos y aún más especial si cabe con el anunciado parón indefinido.
Y es que ni la borrasca
Bernardo impidió que la gente se movilizara dejando una espectacular entrada en la
Tótem, abriendo la totalidad de la sala como en las grandes ocasiones y ofreciendo a la banda invitada la posibilidad de darse a conocer ante un público más numeroso de lo habitual. La
"experiencia vital" que supone girar con unos golfos como
Narco cayó en estas últimas fechas sobre
Sinaia, una de esas bandas que al igual que
Desakato o en su día
Censurados (de la que precisamente salieron sus dos guitarristas,
Javier Jiménez y
Rodrigo Corredera) encuentran su fórmula en una equilibrada mezcla de
punk,
rock y
metal. La formación, proveniente de varios puntos de la península pero con Madrid como centro de operaciones, ha alcanzado su madurez en
“Sólo humano”, un tercer trabajo muy recomendable que no dudaron en despachar casi al completo.

Basta escuchar temas como “Sangre y cal”, “Declive” o “Platea” para entender esta decisión, pero fue la actitud de la banda, agradecida e ilusionada en todo momento, y su empaque actual, lo que dio un plus a su notable actuación. Tampoco quisieron dejar en el tintero viejos temas como “Ojos cerrados”, “Pulso” o su personal visión del “Valiente” de
Vetusta Morla (hubiera molado más alargar ese fugaz guiño a
Berri Txarrak), que dieron paso a “Ecce Agnus Dei”, dedicada a esa noble institución que tanto adoramos o el tema que más hace caer la balanza hacia el
hardcore, un “Cultura desalmada (Asesinos)” que presenta las colaboraciones de
Juan S.A. y
Tío C Car en su versión de estudio. Poco a poco van abriéndose paso, y no es de extrañar que su nombre vaya apareciendo en todo tipo de festivales.

Tras un cambio algo más largo de lo habitual y la dura pelea de pedir algo en la barra comenzaba a sonar “Suicídate”, tema inicial de
“Espichufrenia” que no solo invita a quitarse la vida de forma irónica, sino que también sirvió para que
Distorsión Morales se disculpara por la accidentada última actuación de
Narco en Pamplona y agradeciera tal fidelidad. Aquél
Iruña Rock fue el epicentro de la polémica salida de
Vikingo M.D., una difícil decisión que la banda solventó tocando con un solo cantante y acortando el repertorio debido a las circunstancias. La presencia del
Chino, sustituto al menos hasta acabar la gira, era otro de los alicientes de estas últimas fechas y sobre todo una incógnita para quienes no tuvimos muy claro el futuro de la banda sin su miembro más representativo. Reemplazar a
Vikingo no es tarea sencilla, pero hay que reconocer que el perfil del
Chino, gamberro y desvergonzado, encaja en
Narco a la perfección. Puede que temas como “A tomar por culo el mundo” o “Son ellos” pierdan algo de fuerza sin ese vozarrón tan característico, pero es en los del último disco (podemos incluir “Vizco” en la ecuación) como “Anticrista”, “Mi madre es una yonki” o “No nos van a echar” donde mejor encaja este estilo más fiestero. Sigo viendo a
“Espichufrenia” como su disco más flojo, pero es innegable lo que ha calado en el público y la confianza que la banda deposita en él.

El papel protagonista recae ahora sobre el propio
Distorsión, aquejado en la noche de hoy de alguna dolencia que bajó su voz hacia un tono más ronco del habitual. Sin embargo, el
flow bastó para llevar en volandas temas como “Por el estrecho” o “La hermandad de los muertos”, momento en el que
El Penitente salta a escena para escenificar una de esas imágenes ya clásicas al tiempo que el público se pregunta
quién reinará cuando salga el sol. Nunca la Semana Santa fue tan celebrada como en un concierto de
Narco. El concierto iba adquiriendo tintes clásicos al ritmo de “Tu dios de madera” o “Ambiente cadáver”, y el especial
“Satán Vive” con el que preparan parte de su concierto final en Madrid dio sus frutos de la mano de “Seke-6”, uno de esos temas del
debut que llevábamos media vida sin escuchar.
“El trapichero” vino a traer felicidad lisérgica, convertir la sala
Tótem en una auténtica
rave y anunciar la recta final de un concierto que acabaría apagándose de un “Chispazo” contra la “Puta Policía”. Tampoco faltó “Yoni el robot” en esta última fiesta de futuro incierto. Ahora toca un periodo de reflexión en el que la banda deberá replantear su futuro. Nosotros, al menos, seguiremos por aquí para la siguiente.
Fotos: Sinaia y Narco.