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Y para que no sea del todo SPAM, un cacho:
Me acerco a la mesa del salón. Es grande y de madera maciza, así que puede con el peso. Lo bueno es que antes de ponerme a comer ya había desplegado el cuerpo, sabía que ahora me daría pereza hacerlo tras la siesta. Antes de cortar echaré la bolsa de sal en uno de los cazos, será menos cansado que hacerlo después.
Primero despiezo todo lo aprovechable, quitando la grasa (aunque dejando pequeñas vetas para dar sabor) y vísceras. Particularmente, no me gustan, y a mi cliente tampoco. Me ahorra mucho trabajo. El cuchillo sube y baja durante un buen rato, parando sólo para ir al váter a escupir o a tirar lo que no voy a aprovechar a la bañera. Los trozos que voy sacando son gruesos, y los aparto para luego cortarlos en finas lonchas.
Es un proceso tedioso.