
y me pareció una bonita fábula con regusto agridulce. Inesperada en ciertos giros, con algún que otro detalle forzado pero con sentido al final, bien interpretada y con unas luces que me encantaron.
PD: éramos 5 personas en toda la sala, se me tuvo que sentar un tipo precisa y justamente detrás (no será por falta de sitios para elegir?) a quien le olían las pezuñas, y que además, sintió la necesidad de colar los pinreles por entre mi butaca y hacerme pensar que sufría uno de mis habituales tics de glúteo... hasta que me di cuenta de lo que realmente pasaba y me mudé de asiento. ¿Era realmente necesario?