por MakeYourself » Mar Jul 20, 2010 1:00 pm
Brandon explica The Wild Trapeze en su facebook:
He estado haciendo discos con mi grupo Incubus durante casi 19 años ahora. Hemos publicado seis Lps, un puñado de Eps y DVDs, así como numeroros Cds en directo, y el año pasado un cd de Greatest hits resumiéndolo todo. Después del último esfuerzo, y de la gira más agradable y exitosa de nuestra carrera, decidimos seguir con lo que había sido un hiato continuado apartados de la gira y las carreteras y el inevitable caos que lleva consigo. Cada uno de nosotros en el grupo nos fuimos a nuestras respectivas esquinas de Los Angeles, y cada uno (a nuestra manera inimitable e única) continuamos con el extraño proceso de descubrir quieres somos como individuos cuando no estamos en el grupo. Un dilema interesante, por cierto. Especialmente cuando tienes en cuenta en la logística de nuestras carreras este momento actual en el tiempo. Cumplí los 34 en Febrero de 2010. Empecé Incubus junto con Mike y Jose cuando tenía 15 años. Muchísimo de mi identidad, tanto personal como creativamente, ha estado ligada y relacionada con Incubus. ¡Para lo bueno y para lo malo! Y sí que creo que cualquier persona, en cualquier rincón del mundo, se preguntan a sí mismos en algún momento de su camino, ¿Quién soy yo
hoy en día? Por tanto esto sí que es un proceso, y asimismo sí que somos maleables, falibles, y me atrevería a decir humanos. (?). Aunque, como artistas, tenemos la única y a veces aterradora oportunidad de VER Y OÍR en efecto quienes somos en el día a día. Nuestro material inconsciente se derrama sobre lienzos y se graba en ondas de sonido. Luego estamos bendecidos y/o maldecidos con la habilidad de realmente mirar y escuchar a lo que está pasando en los sitios más recónditos de nuestros corazones y mentes. Un minero emergiendo de las profundidades del inframundo de hollín, tosiendo carbón pero sujetando delante suyo una reliquia resplandeciente de incalculable valor.
Incubus ha demostrado ser ese proverbial Diamante en mi vida. Y me aventuraría a decir que también ha ejercido de lo mismo para mis Hermanos en el grupo. Con muchos apuros, demasiadas horas en la oscuridad y preguntándose si realmente merece la pena todo el esfuerzo. Pero, al final del día, el diamante es resplandeciente, hipnótico, con ángulos que pueden cortar el cristal e incluso a veces hacer suspirar a las mujeres
Ha ha. Sí. Acabo de decir eso.
Pero, ¿y qué sucede entre tanto con el material que es desenterrado? ¿Qué debería hacer con las cosas que descubro con mis manos desnudas? Con mi leal piqueta puesta a un lado, y escarbando furiosamente sólo con la fuerza de mis dedos. Yo diría que estos esfuerzos son igualmente de importantes. Por razones diferentes. Pero razones que aunque no son tan obvias, demuestran que llevan a esa retorcida pregunta, ¿Quién soy yo
hoy en día?
De hecho, hoy en día, el productor Dave Fridmann y yo estamos mezclando y finalizando mi primer álbum en solitario, The Wild Trapeze. Este grupo de canciones nació de una manera muy diferente a las muchas otras que mi grupo y yo hemos estado realizando durante nuestras casi dos décadas de trabajo hasta ahora. The Wild Trapeze comenzó como escarceos inducidos por la maría con mi oxidada guitarra acústica mientras Incubus estaba fuera de la carretera, y se ha ido metamorfoseando lentamente en cosas que originariamente jamás habría imaginado.
Cuando inicialmente permití la idea de un disco en solitario en mi mente consciente, me suponía que sería componer un puñado de música que otros músicos me ayudarían a interpretar y a grabar. Y en ese punto, yo haría lo que mejor se me daba y lo continuaría desde ahí. Pronto comencé a entender que mis expectativas de cómo saldría esto estaban tan fuera de lugar que harían que la cabeza me diera vueltas. Yo no solo no conozco a tantos músicos, ¡sino que andaba apurado por encontrar a alguien con el que yo quisiera trabajar aparte de los chicos de mi grupo! Un dilema chocante, cuanto menos. Ni era ni es mi intención salirme de Incubus. Todavía hay tantas cosas que tenemos por descubrir creativamente, y todavía nos lo pasamos muy bien haciendo música juntos como para utilizar ese concepto. Pero yo nunca me he considerado a mi mismo como un músico, la verdad sea dicha. Siempre me he visto como un letrista y un cantante. Así que me había obsequiado a mi mismo con el sobrecogedor desafío de hacer un disco sin músicos. Hmmm.
Después de un par de salidas en falso con algunos músicos muy talentosos, decidí literalmente llevarme los problemas a casa y seguir forzando la máquina, sin importar cuál fuera el resultado. Mi tenacidad me llevó a través del país, hacia Nueva York, donde empecé a trabajar al norte del estado con Dave Fridmann. Su discografía habla por si misma en efecto. E incluso de camino hacia su estudio rural y remoto, yo todavía no estaba seguro de cómo ibamos a ejecutar esta tanda de canciones. Pero nos llevó apenas un par de horas antes de que yo entendiera lo que necesitaba hacer. ¡Iba a tocar todos los instrumentos yo mismo! Bueno, casi todos. Dave es un mago de los teclados, y yo no iba a rechazar unas cuerdas y teclados chulos solo porque quería satisfacer a mi yo maniático del control. Yo me encargué de tocar las guitarras, batería, bajo, timbales, cascabeles, liras, percusión, palmas, silbatos, flautas y panderetas en este disco. Y aunque pueda sonar como un tipo que no sabe tocar y que entiende esos instrumentos de primera mano
es
yo
umm. Bueno, simplemente lo dejaremos así.
A lo que sí suena, en mi humilde opinión, es a un tipo en una habitación rodeado de juguetes que tiene un infinito entusiasmo por descubrir lo que hace cada uno, y se le ha dado barra libre para que haga tanto ruido como le apetezca.
The wild trapeze es un ejercicio de auto-confianza. Un salto de fe hacia los maneras de proceder de uno mismo. Una fusión de las capacidades periféricas de uno mismo con la esperanza de captar una imágen más grande. Y por encima de todo lo demás, un certero retrato de un Artista en su Proceso alrededor del año 34 de su tiempo en la Tierra. Para bien o para mal, he tocado el 98% de los instrumentos que ois a bordo de esta nave sónica. Y aunque la tentación de arreglar, corregir, amañar y mandar a tomar por las partes que tenían fallos a través de la asombrosa tecnología que tenemos para hacerlo estuvo siempre presente, estoy orgulloso de decir que hay muy poquitas partes editadas. Como me gusta decir, sin trampas. Supongo que de una manera u otra llevo en esto suficiente tiempo como para hacer algo que merezca la pena escuchar, cuando me pongo a mi bola. Un castillo de arena construído no por arquitectos, sino por un niño con sus manos desnudas.
La canción del título, the wild trapeze, cita a Henry Miller en su inspirado libro de contemplaciones y observaciones stand still like the hummingbird. Esta canción imagina a una persona en un camino hacia una realización mayor de su existencia. Un despertar de su potencial y de la dicha que ello conlleva. Solo, sin cargas, radiante y observando una carretera delante de él que sólo se hará más ancha cuanto más lejos camine. Calmado y lleno de gracia entre el ruido del mundo.
Runaway train cuenta una historia breve de un teórico ménage a trois incluyendo al Futuro, yo mismo, y esa perra ramera, Calamidad. Están entrelazados para siempre; cogidos por las caderas y esclavizados el uno al otro.Y yo soy el debutante, curioso pero precavido, que va a su teatro. Plantado en la esquina con los pantalones perfectamente doblados en mis manos, pero llevando aún mi ropa interior puesta, y sin saber ciertamente si debería saltar ahí y dar mi mejor parte de borracho y desmadrado, o si debería primero ir y coger una toalla y quizás un plan para jugar. ¡A esta canción se la reserva el codiciado asiento de llevar el título menos original de la historia de la música moderna! Pero sí que creo que lo que le falta en originalidad, la canción lo compensa por si misma en contenido y servicio. Sí, acabo de hacer una crítica de mi propia canción.
Traduccion hecha por Patri en su web disfrutaincubus