CRÓNICA

Ni descanso, ni paz!
La Polla Records, El Drogas
19 de Octubre de 2019 por Jorge Azcona BEC, Barakaldo 1395 lecturas

Hace escasos meses, y tras dieciséis años de parón, La Polla Records volvían a escena anunciando la publicación de un disco con el objetivo de hacer justicia (económica y en cuestión de sonido) a sus tres primeros álbumes y, sobre todo, una gira por pabellones que se sumaba a la locura actual doblando fechas en todas las ciudades y agotando el papel en cuestión de horas. Puede que esta imagen sea para algunos la antítesis de lo que en su día caracterizó a aquella pequeña y transgresora banda de Agurain, pero no se me ocurre mejor final para una de las formaciones que más páginas ha escrito en la escena de nuestro país.

Y es que pocos eventos son capaces de congregar a tantas generaciones a día de hoy. Las más jóvenes, tener la oportunidad de ver a La Polla Records por primera vez. El resto, revivir una de esas noches que convirtieron a Evaristo y compañía en la mayor banda, o al menos, más icónica, del punk patrio. Quizá por este mismo motivo, El Drogas se olvidó por un momento de “Solo quiero brujas en esta noche sin compañía”, quíntuple nuevo disco editado hace unas pocas semanas y que reservó para su próximo tour por todo el estado, para ofrecer un repertorio en el que todos nos diésemos un pequeño homenaje. No es muy habitual que algunos de los temas del artista invitado hagan temblar un pabellón tanto como los del principal, pero tampoco lo es contar con clásicos infranqueables como “No hay tregua” o “En blanco y negro”, dos de los muchos de Barricada que sonarían hoy al igual que en tantas noches de los ochenta y noventa junto a... sí, La Polla Records. Estos abarcaron la mayor parte del repertorio, secándonos del chaparrón que caía fuera con las prematuras "Okupación" y "En la silla eléctrica", recordando al pueblo de Alsasua en "Barrio Conflictivo" e incluso repescando algún que otro tema más moderno como "Víctima". Pero si alguna vez ha pecado Enrique Villarreal de olvidarse por completo de alguna de sus múltiples caras, esta vez fue todo lo contrario. Con un gusto exquisito y el rodaje de una banda ya consolidada (sería injusto olvidarse de Brigi, Txus y Flako), el set acabaría completándose con una selección muy acertada de las dos etapas de Txarrena ("Empujo pa´ki" y "Azulejo frío"), su carrera en solitario ("En punto muerto" o la emotiva "Cordones de mimbre") e incluso un par de versiones ("Frío" de Alarma y "Enemigo Público" de Cicatriz).

Ya hace mucho que las 17.000 almas abarrotaban el Bilbao Exhibition Centre y vivían la "inusual" experiencia de disfrutar de un telonero, pero en el fondo nadie olvidaba el por qué estábamos hoy aquí. Valencia fue especial por aquello de ser la primera ciudad en resucitar a La Polla Records, Madrid pudo presumir de hacerlo en el día de la Hispanidad (genial coincidencia), pero si había un lugar especial dentro de la gira este no era otro que Bilbao, haciendo valer ese punto a favor de jugar casi en casa. Me pregunto si aún había alguien en toda la ciudad que no supiese que aquella histórica banda alavesa de escatológico nombre tocaba hoy aquí, o incluso desconocía su existencia, pero de haberlo, hubiera estado genial ver su reacción al dirigirse al metro y escuchar la misma tonadilla una y otra vez en cada vagón. Transportándonos de nuevo al recinto en cuestión, y con la misma puntualidad con la que El Drogas saltó a escena, se encendían las pantallas mostrando dos cruces ardiendo y unos cantos religiosos daban paso a la salida del quinteto al escenario con "Salve". Desde la primera fila de la pista hasta el último asiento de la grada del BEC alzaba el puño para corear uno de esos himnos anticlericales que ha pasado de padres a hijos sin perder un ápice de vigencia. "Memoria de muerte", "Así es la vida", "Lucky man for you" y "Nuestra alegre juventud" caían casi de una pieza anticipando un concierto frenético pero con un Evaristo menos comunicativo de lo habitual. Lo que nunca cambiará es su presencia escénica y ese catálogo de gestos que ya son marca de la casa y no podríamos imaginar separado de estas canciones. Junto a él, la formación que grabó el último disco de La Polla y vivió aquél agridulce final en 2003; Sumé, Abel, y los últimos en embarcarse, Tripi y Txiki.

Casi sin pestañear recibíamos otra traca de clásicos formada por "Chica yeye", "Los siete enanitos" o "Come mierda", temas de "Salve" y "Revolución" que han recibido una mano de pintura en el reciente recopilatorio. Tampoco tardaría en caer la propia "Ni descanso, ni paz!", única canción nueva del álbum y que pese a seguir sonándome más a Gatillazo no desentonó en directo. Es cierto que la línea que separa a ambas bandas es casi difusa, pero creo que Evaristo le podía haber dado una vuelta más. La última etapa de la formación llegaba a lo grande con tres temas de "Toda la puta vida igual", curiosamente el disco más utilizado en esta gira con permiso de su debut. Y es que si hablamos de datos estadísticos, todos sus trabajos tuvieron mayor o menor protagonismo salvo dos, "Bajo presión" y "Bocas". Quizá no hubiera estado de más incluir un tema de ambos para que la representación fuera total. Los pogos se extendían más allá de las primeras filas en temas como "Gol en el campo", "Tu alucinas" o "El congreso de los ratones", subiendo la intensidad por momentos hasta llegar a "Txus", uno de los clásicos (y punteos) más cantados en estas latitudes y el clímax esperado por muchos.

Casi tanto como "El avestruz", "Ellos dicen mierda", "No somos nada" o "La solución final", algunos de sus temas más emblemáticos que iban anunciando el final y con los que abandonarían el escenario por primera vez. Las portadas de su discografía e instantáneas significativas se sucedían en las pantallas dando un respiro a banda y público antes de atacar con un primer bis especial para aquellos que tenemos la adolescencia asociada a discos como "Carne para la picadora" y la segunda mitad de los noventa. Al propio tema homónimo (de los más coreados de la noche) le acompañaron "Ya no quiero ser yo", las añejas "Iván" y "Cara al culo" para contrarrestar y "Toda la puta vida igual", uno de esos títulos que nunca tendrán fecha de caducidad. Para el segundo y último quedaron otros como "La justicia", "Johnny" y "Odio a los partidos", igual de vigentes hace más de 30 años como lo son hoy en día. No tendremos ni descanso ni paz, puede que tampoco a La Polla Records a partir de ahora, pero sí el recuerdo de una noche histórica.


Fotos: Poli Karpo

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