CRÓNICA

Cualquiera imaginaba allá por mayo que un grupo como Tool, cuyos últimos trabajos han sido editados a intervalos de cinco años y cuyas giras han estado condicionadas tanto a estos lanzamientos como a la carrera de A Perfect Circle, volvería a nuestro país en el plazo de seis meses. En aquella ocasión muchos hicimos un gran esfuerzo para poder verlos y, aun sin teloneros (en Barcelona, en Madrid su actuación se incluyó en el malogrado Festimad), la apuesta mereció la pena. Esta vez se presentaban con Mastodon, una de las bandas que más está dando que hablar en la escena metalera de Estados Unidos. Todo un lujo, como suele suceder en los asuntos que incumben a los angelinos.

Un error administrativo, sumado a la pésima organización de los accesos al recinto, retrasaron mi entrada lo suficiente como para no poder ver el comienzo de los Atlanta. A día de hoy todavía no sé si fue algo negativo o positivo. Era mi primera visita a La Cubierta y, a pesar de estar avisado sobre su acústica, en ningún momento había imaginado el poder escuchar un sonido tan pésimo, más digno de un concierto dado por cuatro amigos que empiezan a tocar que de un grupo que debería llenar salas importantes actuando como cabeza de cartel. Mastodon dieron una demostración de fuerza, rabia y poderío sobre el escenario con un set un tanto cuadriculado, que reunió seis temas de su último trabajo, “Blood Mountain”, y tras ellos cuatro del anterior, “leviatán”. Todos rodeados de una atmósfera de graves que truncaron casi por completo su actuación, consiguieron que no satisficiera a sus fans más acérrimos y dejó un tanto apenados a cuantos pretendíamos conocer más a fondo la música de esta banda.

Con Tool nada podía, o más bien debía, fallar. Y no empezó del todo bien el asunto, con Adam Jones con problemas en alguno de sus pedales y la voz de Maynard algunos decibelios por debajo de lo que debía. Detalles que al fin y al cabo pasaron bastante desapercibidos al estar el público más pendiente de las pintas que traía el propio Maynard, esta vez con una máscara de gas a la que se acoplaba el micrófono y que le permitió una mayor libertad de movimientos en el concierto al no tener que cogerlo con las manos; y de la canción que sonaba, “Stinkfist”, una de esas que no pueden faltar en un concierto de este grupo. Tras ella vino “The Pot”, que no tocaron en la anterior gira y que nos hizo pensar que, para bien de los que asistimos a alguno de los anteriores conciertos, esa noche iba a haber al menos cierta variación de temas. Pobres de nosotros…

Sonando infinitamente mejor que Mastodon, aunque desde luego no tan bien como podían haberlo hecho en una sala o recinto en condiciones, Tool fueron casi clavando el set que ofrecieron en su anterior visita. Algo que sí funcionó a la perfección fueron los efectos visuales, cada día más integrados en este tipo de espectáculos y cada día más sorprendentes, hasta el punto de ser abrumadores. En lo musical, de vez en cuando se podían intuir varios riffs o acordes añadidos a las canciones, algunos más resultones y otros menos, llamando especialmente la atención la modificación hecha en “Schism”, aumentando sustancialmente el ritmo hacia el final de la misma, aunque la venían haciendo al menos desde su anterior gira. Otra de las escasas novedades fue el solo de batería que se marcó Danny Carey entre “Rosetta Stoned” y “Sober”, algo insuficiente para su capacidad pero que dio algo de dinamismo al espectáculo.

Un descanso frente al público, con movimiento de mecheros encendidos incluido (iniciado por Justin Chancellor), y Tool encararon la recta final de su repertorio con tres de sus canciones más conocidas: “Lateralus”, “Vicarious” y “Aenima”. Con ellas mejoró la sensación del concierto y la gente salió bastante contenta. Sin embargo he de decir que a mí me supo a poco, ya que me pareció vivir un dejà vu de la noche de Barcelona, pero peor en casi todos los sentidos. Tocando el mismo número de temas, Tool se las ingeniaron para terminar con un total de unos cien minutos de concierto, acabando seguramente con las críticas que pudieran surgir en este aspecto. Veamos si el próximo verano, tal y como dijo Maynard, volvemos a vernos y entonces se prodigan y nos ofrecen algo más variado. En cuanto a la música, claro está. El resto de lo que ofrecieron es prácticamente insuperable..


Fotos: Rafael García