• Angelus Apatrida: Diario de gira parte 3

    Publicado el 20 de Abril de 2016 por RockZone
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    Angelus Apatrida: Diario de gira parte 3
    Angelus Apatrida nos cuentan en este tercer capítulo sus experiencias en Panamá, Costa Rica, México y Colombia. Esto se acaba...

    Diario de gira parte 3:
    Panamá es un lugar del que verdaderamente no sabíamos qué esperar, pero en el que las diferencias respecto a lo visto hasta ahora quedaban patentes desde el primer momento. Ahora estábamos en Centroamérica, con su tremendo calor húmedo, que hace que sudes la gota gorda incluso cuando estando sentado, su influencia norteamericana, que siguen siendo los controladores de facto de lo que allí ocurre, aunque sólo sea porque siguen manejando el canal y por supuesto, la evidente presencia de dinero de este paraíso fiscal, que se nota en los coches, los restaurantes, el tipo de visitante, todo.

    Llegamos por la noche, y después de dejar las cosas en el hotel fuimos a la parte de bahía que conecta las islas alrededor de la ciudad desde la que se puede ver el imponente skyline de rascacielos desde el otro lado del mar. Una vista impresionante, la misma que te recibe y despide cuando despegas.


    Allí cenamos marisco, nada que ver con el español. Pero muy reconfortante después de todas las horas que llevábamos de viaje desde Perú.

    Al día siguiente pudimos descansar, lavar ropa, ponernos al día con internet y acudir bien de tiempo a la sala, Hangar 18, donde tocábamos esa noche. Para entonces ya sabíamos que la escena panameña existe, con muy buenas bandas, pero que se encuentra aún en un estado muy embrionario; apenas existen salas o promotores. El hecho de que una banda extranjera fuera a tocar allí es todo un acontecimiento, y eso se notaba en infinidad de matices. El mimo con el que nos prepararon el hospitality, el backline, lo pendientes que estaban de nosotros. Una vez más, se hacía patente la manera de ser local, más relajada y generosa. En este caso, nos dejaron solos en la sala, de tres pisos, porque el dueño tenia que atender un asunto familiar, no sin antes decirnos que nos sintiéramos libres de comer y beber lo que se nos antojara. Aún apátridas, para ellos era importante que supiéramos que estábamos en casa.

    El show fue lo que se esperaba, gente volcada entre la que nos sorprendió la más importante representación de españoles hasta la fecha. Todos ellos trabajadores de empresas españolas allí, que son muchas. Nosotros estuvimos cómodos así que pudimos tocar a gusto. Era sábado, así que acabamos la noche tarde, en el hotel, fumando marihuana que nos habían regalado, intentando no pensar demasiado que teníamos que levantarnos en apenas tres horas.


    Al día siguiente nos esperaba Costa Rica, que fue una escala camino de México que había surgido sólo unos días antes. Se trataba de hacer noche para continuar la gira pero no era un lugar en el que tuviéramos concierto planeado.

    No lo teníamos, hasta que la primera noche en Panamá, después de unas cervezas, nos vinimos arriba con la idea de montar un show DYI. Fantaseamos en voz alta con la idea de intentar localizar alguien a través de redes que nos dejara equipo y una sala. Aquella conversación no pasó desapercibida para una pareja de periodistas que habían venido a entrevistarnos, y de pronto, casi sin darnos cuenta, estábamos en contacto con una chica costarricense llamada Marcia, que se moría de ilusión por hacernos el favor y ayudarnos. Y así fue cómo en 24 horas montamos un concierto en un club de moteros de San José.

    Allí llegamos después de haber dormido apenas 3 horas, medio arrepentidos de  haber perdido la oportunidad de descansar por un día, pero en cuanto llegamos al Coopers Bikers Club nos dimos cuenta de la buena idea que habíamos tenido. El anuncio que habíamos hecho del concierto hacía sólo unas horas había corrido como la espuma. Acordamos con Marcia tocar por una entrada simbólica de $2, y aunque ella nos advirtió de que se trataba de festivo nacional y que a lo mejor la concurrencia se podía limitar a un puñado de personas, para cuando llegamos al sitio había una multitud de personas esperando, como en los vídeos de las bandas de los ochenta, y nos advertían de que el aforo del bar, que era de 100 personas, se había ampliado a 200 por la demanda y que aún así habría gente que se quedaría fuera.


    El equipo era justo, el nivel de decibelios insuficiente, y desde luego se parecía mucho más a los sitios en los que tocábamos cuando empezamos que a las salas en las que intentamos tocar ahora, pero todo lo demás era simplemente perfecto. La acogida, la ilusión con la que la gente había recibido la noticia de nuestro concierto y el ambiente alrededor del concierto, era indescriptible. Todo el mundo involucrado nos trataba como un acontecimiento.

    Contamos con la presencia como teloneros de dos bandas locales. En una de ellas cantaba la propia Marcia. Para cuando llegamos al escenario, el lugar era un polvorín. Nos habían avisado de que el público que nos encontraríamos sería más agresivo que lo que habíamos visto hasta ahora. Y así fue, pero de una manera que no albergaba el peligro que una frase como esa pueda hacer imaginar. Se trataba de headbangers en éxtasis, fans que conocían toda la discografía de la banda y que coreaban cada canción como si les fuera la vida en ello. Acabamos empapados, agotados y con agujetas, pero lo recordaremos siempre como uno de los conciertos más especiales que hemos tenido jamás.

    Después, recogida y fotos con el público que se había quedado esperando a hacerse fotos y tras cenar y despedirnos de todo el staff del lugar, Marcia, sus amigos y las bandas que nos habían ayudado. Nos marchamos en la misma furgoneta que habíamos alquilado por $40, eufóricos por haber vivido una noche como aquella, y de alguna manera tristes por dejar atrás a esos nuevos amigos a los que habíamos cogido tanto cariño en un tiempo tan breve. Volveremos seguro, en cuanto podamos.

    Nos acostamos contentos, una vez más, sabiendo que el despertador sonaría a las 3:45AM porque nuestro vuelo a México era a las 6:30 del día siguiente

    El primer concierto en México fue en Monterrey, un día difícil porque era un martes, pero a pesar de ello a la sala acudieron unas 150 personas que nos ayudaron a sobreponernos al enorme cansancio acumulado que llevábamos encima. Ese día conocimos a Bruce, un chico mexicano que era responsable de la producción del evento, pero que se quedó con nosotros para ayudarnos el resto de las fechas en el país. Un tipo tímido pero increíblemente majete.


    Al día siguiente viajamos durante 8 horas hasta Querétaro, otra paliza más, pero lo hicimos de buen gusto porque ese día no tocábamos, y tampoco el siguiente, y por lo tanto pudimos dormir hasta tarde y reponer fuerzas.

    En Querétaro nos esperaba Pedro, que nos alojó en un lugar perfecto, en el que pudimos pasar un día entero de relax, durmiendo, en la piscina e incluso haciendo una barbacoa. Llegado ese ecuador de la gira, poder haber pasado 24 horas desconectados de cargar/descargar, tocar, viajar, fue una bendición. En su lugar, aprovechamos para lavar toda la ropa, reponer las pilas e incluso visitar la pirámide del Cerrito.

    El show de Querétaro ocurrió el viernes y otro conciertazo. El merchandising comienza a escasear porque estamos vendiendo mucho más rápido de lo que esperamos. Ya no nos quedan discos, y ese día se agotó una de las tallas del único modelo de camisetas que hemos podido llevar.

    El viernes nos levantamos con calma para viajar a DF, donde nos esperaba uno de los conciertos más importantes de la gira. Llegamos a la sala, el mítico Foro Alicia, a media tarde, y nada más entrar supimos que iba a ser uno de los mejores conciertos de la gira; la sala era perfecta, el equipo humano y técnico eran de los mejores de la gira la cantidad de fans que esperaban en la puerta nos motivó muchísimo. Y efectivamente, el concierto fue salvaje, con la mayor cantidad de gente subiéndose al escenario que hemos tenido en mucho tiempo, una temperatura altísima y el público más salvaje que hemos tenido hasta ahora. Un delirio.

    La electricidad se fue hasta tres veces, pero no importó, compensamos tocando “Domination” de Pantera como bis y la gente lo agradeció enormemente.

    Ese día volvimos a acostarnos muy tarde y levantarnos muy temprano, a las 5:00AM para viajar a Bogotá, Colombia, donde nos esperaba la gente de Tyrona en el aeropuerto que nos llevó directamente a la sala para hacer la prueba y la promo. El horario era tan ajustado que apenas pudimos descansar ese día, pero ni la fakta de sueño, ni el cansancio físico nos importaron cuando en el momento del concierto vimos que la sala estaba sold out. ¡Más de 400 personas abarrotaron el lugar! Fue una sensación increíble. ¡Había fans en la calle que se quedaron a escuchar el concierto desde la calle! Era justo lo que necesitamos para afrontar la recta final de la gira. Esa noche celebramos hasta tarde porque al día siguiente no había concierto.

    Ahora continúa la marcha y nos quedan Medellín, Sao Paulo, Montevideo y Buenos Aires, algunos de los conciertos más importantes a los que llegamos con las con las pilas del ánimo rebosantes. Don’t stop at the top!



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