
Discazo infravalorado de Judas Priest, con un Ripper Owens excelso(es un cantante tremendo, por otra parte), unas guitarras inspiradísimas, y la batería de Scott Travis repartiendo como nunca, siendo, para mi, la continuación perfecta de Painkiller.

El mejor disco de Dio de los tres últimos que hizo a partir del 2000. Muy completo, sin ningún tema que sobre. Los solos que mete Doug Aldrich en este disco son, sencillamente, tremendos. Recomendadísimo.