Andrew, este finde te pillo por Madrid y me cuentas
Por mi parte, hoy he vuelto al pueblo para apurar las vacaciones. Os hago un "pequeño resumen" de lo que ha sido mi viaje por tierras alemanas y el festival Area4:
Aterrizamos en tierras germanas el miércoles a eso de las 11 de la noche. Tras pasarnos casi una hora buscando la manera de llegar a Weeze (el pueblo donde nos alojamos la primera noche), conseguimos agenciarnos un taxi compartido con una pareja. El ho
stal era una especie de casa rural chulísima. La habitación con dos camas, una de ellas doble enorme. El cuarto de baño era casi más grande que mi casa. Si encima te levantas por la mañana y al salir al pasillo te encuentras la mesa con el desayuno listo… qué más quieres? Lujazo a un precio más que decente.
Nos pasamos la mañana paseando por el pueblo. Muy tranquilito, típicamente europeo con esas casitas pequeñas tan acogedoras. Aunque los únicos negocios que parecían prosperar allí eran los restaurantes italianos y las peluquerías (no me preguntéis porque, pero estaban por todas partes). La tarde nos la dedicamos a recorrer el país en tren hasta llegar a Ludinghausen.
Allí ya nos esperaba el autobús que nos llevaría al Area4 , donde conocimos a unos alemanes que ya iban bastante “perjudicados” (esto sería a las siete de la tarde y aún ni habíamos llegado al festival… no quiero imaginar cómo llegarían para montar la tienda de campaña). Los tíos flipaban cuando les decíamos que veníamos de España únicamente para el festival.
Una vez llegados a la base aérea donde se celebraba el evento comenzamos a flipar con lo inmenso que era aquello. Ya estaba prácticamente lleno, pero al final conseguimos encontrar un hueco muy bien situado, lo suficientemente cerca de la zona de comida y duchas y un poco alejado de la zona de ruido. No teníamos mucho que hacer, así que nos dimos una vuelta de reconocimiento. Nunca he estado en el camping de un festival en España, pero por lo menos aquí los alemanes vienen preparados con todo. Porches desmontables, barbacoas, equipos de música, piscinas hinchables… Nos sentimos bastante novatos, ya que “solo” habíamos traído la tienda y ya.
Eso sí, a la hora de recogerlo son igual de guarros que nosotros, que no os engañen. El día que nos volvimos había una cantidad de mierda enorme, y eso que te daban 10 euros por cada saco de basura que dieses a la organización. Al menos esa noche había conciertos en el camping, así que aprovechamos para desfasar un poquito. El resto de la noche fue imposible pegar ojo con tanta música sonando a todo trapo.
Al día siguiente, empezamos a apreciar como estaba montado aquello. Lo “peor” eran las duchas, había cola de media hora por lo menos, lo mismo para los baños o cepillarte los dientes. Aún así dentro de lo que cabe, soportable. La gastronomía, pues un poco lo de siempre en los festivales: hamburguesas, pizzas, kebabs, bocatas, bretzels… me sorprendió no ver ningún puesto donde vendiesen perritos calientes (esto no era la tierra de las salchichas?). Lo mejor, un puesto donde vendían crepes, cojonudisimo.
Ya dentro del recinto donde se hacían los conciertos, me llamó la atención que tampoco era mucho más grande que los del Sonisphere o el Primavera Sound. De hecho era bastante pequeñito, pero la clave estaba en la distribución. Mientras que en el Sonisphere de este año había cuatro puestos y todos en el mismo sitio, aquí todo estaba repartido por todo el festival (barras, puestos de comida, mesas donde sentarse con sombra…) lo que hacía que la gente se dispersase y no hubiese esa sensación de agobio constante. Nuestro stand favorito, el de Paloma Lemonade: hamacas, sombra, buena música (estaban sonando los Beatsteaks casi todo el rato), juegos de tirar latas y vasos de limonada a 3 pavos. La vida.
Otra de las grandes diferencias que notamos fue sobre todo como te tratan los guardias de seguridad. Estuvimos en primera fila en absolutamente TODOS los conciertos que vimos, así que nos hicimos colegas de los seguratas del escenario principal. Mientras que en España casi tienes que suplicar porque te den un trago de agua, aquí estaban constantemente ofreciéndotela, mojando a la gente con pistolas de agua, soltando manguerazos para refrescar al personal, regalando tapones para los oídos, animando al público, haciendo coñas entre ellos… todo con una simpatía y una profesionalidad que nos enamoró. Los verdaderos héroes del festival.
En cuanto a lo musical, ya me extenderé mucho más cuando haga la crónica para Zona-Zero, pero si tuviese que hacer un Top 3 sería Beatsteaks (si en España sus conciertos son una fiesta, imaginaos verles en su país con 40000 alemanes aclamándolos como dioses), Boysetsfire (lo reputisimos amos) y Letlive (locurón del 15). Ya después destacaría a Touche Amore, Kvelertak, Agnostic Front, Sick Of It All, Graveyard, The Subways (para mi, la sorpresa del festival), The Gaslight Anthem, Social Distortion (aunque con estos dos no soy objetivo), Me First & The Gimmie Gimmies… y bueno, decir que los Gayer For My Valentine se llevaron de calle el titulo de peor grupo del festival: Sonido penoso y una actitud de “hago música de mierda pero mira como molo” que daba mucha grima.
Y eso es todo amigos… ojalá podamos repetir el año que viene porque no he estado en un festival en el que me lo haya pasado tan bien como este. Si no fuese porque el camping ya empezaba a oler a vaca, me hubiera quedado encantado a vivir allí.