Corvo escribió:Gracias GeR,muy didáctico.
Se me ocurren un par de preguntas más sobre teatro para saber de primera mano(ahora estoy como un niño pequeño cuando ve su primera porno). ¿Cómo vuelves a reorientarte en plena actuación si metes la pata? ¿Lo ves como una ventaja o una desventaja respecto al cine o la televisión que se edita y punto?.
Bueno, pues en principio es una desventaja bastante gorda... pero también depende de qué tipo de fallo se trate.
Los peores son los fallos de texto (trabarte en una palabra y tener que repetirla, o decir un texto que no tiene nada que ver). Viene a ser algo parecido a cuando ves a un presentador de telediario equivocarse: chirría un huevo. Hacen que el espectador se salga de la obra, y tienes que sobreponerte y continuar adelante como si nada hubiera sucedido, cuando la realidad es que ha sucedido. Y lo peor no es por tu parte, sino que si además es algo clave para darle pie a un compañero le dejas también vendido a él.
Otra cosa son los fallos porque en regiduría han olvidado poner x objeto en x lugar, o porque algo por lo que sea no está en su sitio: en ese caso, sales adelante como puedes, improvisando como te sale de los cojones. Debo añadir que probablemente las veces en que más he disfrutado de estar vivo en mi puta vida ha sido cuando esto me ha sucedido. Miras a tu compañero y sólo con esa mirada tienes que contarle que hay algo que ha fallado y que tenéis que saliros del guión, el público no debe saber nada de lo que está sucediendo, y a ti te late el corazón tan fuerte que parece que en cualquier momento lo vas a vomitar, ¡pero el público no puede verlo! ¡Tiene que pensar que ESO es el guión!
Así que recuerde a bote pronto, una vez me pasó una del segundo tipo. Estaba en una pieza breve de comedia con máscaras, en que jugábamos a dos niveles: yo en el superior, y mi compi en el inferior, simulando un patio interior (primera planta y planta baja). Eramos dos vecinos, yo el de arriba y ella la de abajo, yo personaje muy tiquismiquis con mi ropa y ella vieja cascarrabias con síndrome de diógenes. Se me caían los calzoncillos que había tendido (¡mi bien más preciado!) y ella no tenía que darse cuenta porque si no me la liaba parda y además se quedaba con mis adorables gayumbos, y toda la pieza consistía en cómo conseguía "pescar" los calzoncillos del piso de abajo. Total, que para su balcón había una tarima que escondía a otra chica que, en un momento determinado, iba haciendo una "lluvia de calzoncillos" desde abajo a escondidas. Desde el público, se veía que desde el patio de abajo salían volando una cantidad ingente de calzoncillos de todo tipo. Pues resulta que al final, cuando la vecina de abajo se iba cabreada a la par de contenta por tener un nuevo tesoro que añadir a su colección, se cayó la tarima de abajo al suelo, dejando al descubierto a la actriz que estaba oculta y que había ocasionado "la lluvia de calzoncillos". Vamos, que se vio de lleno el truco del mago.
Pues no se me ocurrió otra cosa, para salir adelante, que ponerme a llorar porque había encontrado a la vecina del quinto que llevaba cuatro años desaparecida, y que resultaba al final que también se la había quedado como premio la vecina de abajo. Dicho así parece una chorrada (y cuidado, lo es), pero en el contexto de humor popular en el que estábamos el show que montamos fue de escándalo...
Así que en este caso concreto yo diría que fue una ventaja. El rollo es que cuando esto te pasa tienes que acudir a recursos de forma ultrarápida y muy imaginativa, te obligan a ponerte un petardo en el culo para estar a full.
Otra cosa también que recuerdo ahora es, en el montaje del año pasado (como director), a la teclista se le jodió el jack justo 2 minutos antes que tuviera que hacer una serie de solos de piano. Yo, desde la cabina de luces, sudé océanos en cuestión de segundos. La teclista me miraba y yo no sabía que hacer, los actores continuaban a lo suyo y el fatídico momento se acercaba. El guitarra salió al paso rápidamente, desmonto en cable en un plis plas y apañó el conector justo en el momento en que tenía que empezar a tocar. Al final salió bien, pero el mal trago fue de escándalo.
Lilu escribió:@GER me ha encantado tu explicación me has recordado a mi profe de teatro y me ha traído muy buenos recuerdos
Un día que te aburras me recuerdas el tema de las imporvisaciones que me encantaba! protagonista antagonista obejtivo urgencia....
jo que pena
Jajaja, ¡pues qué bien también! Recordar casi siempre es bonito... por lo que dices, supongo que te refieres a improvisaciones "layton", que en realidad no son tan improvisadas puesto que se pone de acuerdo de antemano el guión base de todo lo que va a suceder... yo creo que sirven muy bien para conseguir un sentido de "verdad" en lo que el actor haga, y que también sirven muy bien para sacarle todo el jugo posible a un subtexto. Pero hay género a los que no se pueden aplicar (absurdo, commedia dell' arte, posdramatismo...), aunque he tenido profesores que me han insistido en que sirven para todo.
El rollo es que hay un protagonista (personaje que pide algo) y un antagonista (personaje que es el que se lo puede dar), y a partir de ahí surje el conflicto: un personaje quiere algo de otro (objetivo), pero ese otro le pone obstáculos. Este tipo de impros sirven para potenciar el conflicto y la urgencia, que siempre es elemental en el teatro para que sea interesante. Por ejemplo: supongamos que tengo que conseguir que me sellen un papel para poder viajar al extranjero y conseguir el curro de mi vida. ¿Qué es más interesante trabajar? ¿Que me quedan dos meses para conseguirlo? ¿O que sólo me quedan 2 horas, y si no pierdo el trabajo? En ese segundo caso, además, es que sólo me podría atender el funcionario que estuviera en la ventanilla, por lo que dependería exclusivamente de él, con lo cuál reforzaría el conflicto (este objetivo sólo me lo puedes dar tú). Pero resulta que el funcionario tiene mucha hambre y quiere irse a almorzar, ha tenido un día malo y además no le has caído en gracia, así que va poniéndote trabas y más trabas y más trabas... el rollo es encontrar la mayor cantidad de obstáculos posibles en el camino. Si lo consiguiéramos a la primera no habría conflicto, y por lo tanto, nos aburriríamos. David Mamet lo expresaba bastante claro en "Los tres usos del cuchillo": supongamos un partido de fútbol en el que nuestro equipo gana 14 a 1, ¡y todavía faltan 40 minutos! ¿Nos quedaríamos a verlo? Pues con toda probabilidad no, eso sería un aburrimiento. En cambio, un partido de fútbol en que van 2 a 2, en que parece que un equipo tiene toda la ventaja pero de repente le roban el balón, le tiran a puerta y al final sale a córner, y en ese córner el jugador la pasa y están a punto de marcar, pero el portero la coge y lanza lejos produciéndose un repentino contraataque que blahblahblah... vamos, está claro lo que quiero decir, ¿no? Para que sea interesante tiene que ser "sabrosón", tiene que haber juego (juego de fútbol literal, y juego de teatro metafórico).
Para terminar y al respecto, no olvidemos que aunque aquí en españa utilicemos la pababra "actuar", en otros idiomas está mucho más delimitado el término y se acerca más a la realidad: en inglés, "actuar" se llama "play". Porque no consiste más que en eso, en un juego.