rearviewmirror escribió:Pero para mi lo primero a la hora de consumir música es la calidad de la propia música.
Ese es el centro del problema. Consumir la música como un producto y no detenerse en las implicaciones artísticas. El arte no es entretener, es difusión de ideas (políticas o de cualquier otra índole). Lo que el caso de Refused nos enseña debería darse en las escuelas. Cuando ellos se separaron el problema era el stablishment de la industria cultural, que había convertido al grupo en parte de una subcultura asimilada y reducido su propaganda ideológica a mera promoción para vender discos. Un caso similar al de Kurt Cobain pero sin llegar a volarse los sesos: en cuanto fueron conscientes de que su música se había convertido en un producto de una industria a la que se habían estado oponiendo desde el principio, se dieron cuenta de que su discurso ya no sería tomado en serio. Si se convertían en estrellas del rock, se acababa su lucha. Refused se separaron porque no soportaban la idea de que la gente se acercara a ellos por su música en vez de por su mensaje. Porque, como artistas, lo que les interesaba de verdad era que su mensaje se entendiera.
Años después los tenemos girando por los macrofestivales más populares (y caros) de Occidente, mercantilizando su nombre como gran reclamo en la cabeza de los carteles. Obligando a sus fans de siempre a gastarse más de 200 pavos para verles, y la gente los paga con la excusa de que "es que tocan de muerte". Paradójicamente, Refused han acabado haciendo dinero olvidándose de ese mensaje que era fundamental para que la banda tuviera sentido. No han sucumbido a su enemigo, se han convertido en su buque insignia. Y nos han dejado claro que ya no les importa si su mensaje es creíble o no. Con su regreso tras aquel comunicado, han terminado obligando a la gente a obviar por completo su mensaje para que vayan a verlos tocar.
Vuelvo al principio: la música es arte, el arte es difusión de ideas. Cuando Refused sacaron The Shape of Punk to Come tenían esto muy claro: su música solo era un medio para difundir sus ideas. Y lo que conseguían gracias a eso es que los que les escuchaban tomaran conciencia de ciertas cosas que quizá no se habían planteado. Solo así consideraban cumplido su objetivo. Hoy, Refused tienen claro que la música no es arte, sino algo que te da dinero. Que es algo que puedes envolver en un papel bonito y la gente te lo compra. Su arte ya no transmite sus ideas y, por tanto, ya no son artistas. Son otro producto más, una marca comercial. Son la más perfecta alegoría de la muerte del arte y la cultura como formas de transformar modos de pensar. Lo único que han conseguido es perpetuar la triste idea de que la música solo sirve para entretener, de que el arte solo tiene un valor estético, y para eso han tenido que traicionar hasta el último de sus principios. Los que criticamos a Refused lo hacemos por eso, porque creemos que la música, y el arte en general, es otra cosa.
No es solo venderte, es cómo lo haces y lo que simbólicamente implica. Las mismas personas que han ido a sus conciertos, o las que se compren el disco cuando salga, son el vivo ejemplo de su fracaso como artistas, de su incapacidad para nadar contracorriente. Es una victoria humillante del stablishment sobre la contracultura. Han conseguido forrarse con lo que odiaban, precisamente gracias a que su mensaje ha quedado en agua de borrajas y todo sigue siendo como cuando se separaron.