alternative rock / power pop / pop rock / emo / pop punk / baroque pop
 Weezer
OK Human
ZONA-ZERO
77
8 VOTOS
71
+
Weezer

OK Human

Publicación:
Enero 2021
Sello:
Crush Music / Atlantic Records
Productor:
Jake Sinclair
Género:
pop-rock
Estilos:
pop rock, baroque pop, chamber pop

MEDIA

Tracklist

  • 01. All My Favorite Songs
  • 02. Aloo Gobi
  • 03. Grapes Of Wrath
  • 04. Numbers
  • 05. Playing My Piano
  • 06. Mirror Image
  • 07. Screens
  • 08. Bird With A Broken Wing
  • 09. Dead Roses
  • 10. Everything Happens For A Reason
  • 11. Here Comes The Rain
  • 12. La Brea Tar Pits

Miembros

  • Brian Bell: guitarra, coros
  • Rivers Cuomo: voz, guitarra, piano
  • Scott Shriner: bajo, coros
  • Pat Wilson: batería

Análisis

por el 25 Feb 2021
2882 lecturas
Imagina a un jovencito oriundo de Pomfret, un pueblecito de Connecticut, en su primer día de trabajo en Tower Records costeándose su aventura musical en Los Ángeles. 8 horas diarias escuchando ruidos indiferenciables bajo nombres rocambolescos como Sonic Youth, Pixies o Nirvana. Antes de su primera semana esos ruidos comenzarán a volverse nítidos y distinguibles. La reedición en formato cedé de "Pet sounds" ha salido hace poco y se pincha en contínua rotación: The Beach Boys se convierten en sus nuevos mejores amigos circunstanciales. Nuestro protagónico llega molido cada tarde a su apartamento. En el bus de vuelta a casa sólo piensa en trastear con su cartucho de 8 pistas. Su banda de glam rock se acaba de disolver cuando aún olía a laca y ha quedado como guitarra, compositor principal... Y vocalista. Porque a la fuerza ahorcan. Si no reacciona rápido, su incipiente carrera puede estancarse. O incluso acabar ahí. Toma una decisión. Esa misma noche tanteará terreno grabando su voz y estudiando qué puede sacar de ahí. Al escucharse, lo primero que le viene a la cabeza son los primeros Nirvana. Pero no fue eso lo que le animó a seguir practicando. Lo que le conmovió cerca del llanto fue escuchar lo que sentía.

30 años después, Rivers Cuomo está contando esta historia por Zoom al productor Rick Rubin en Broken Record Podcast. Zoom también era el nombre de la banda cuya ruptura provocó sus pinitos cantando. Ambos bromean con la teoría conspiratoria aparecida hace años en Internet donde se presume la muerte de Kurt Cobain como una escenificación para continuar en el reino de los vivos apartado de la fama. ¿Y quién sería capaz de ser su alter ego construyendo musicalmente sobre su legado grunge, con un perfil más bajo y dirigiendo su arte desde la mente de un adolescente hasta las mentes de otros millones de adolescentes que jamás serán Kurt Cobain? Exacto: nuestro protagonista. Sumando además sus gafas de pasta, el accesorio definitivo para el camuflaje de identidad. Por rumorología como esta tiene hasta gracia que Rivers Cuomo vea en Dave Grohl y sus Foo Fighters a sus eternos rivales por el trono de banda de rock alternativo más popular.

Volvamos de nuevo 30 años atrás. La casualidad de conocer a todos sus nuevos compañeros de banda a través de un amigo en común en Tower Records termina por provocar la existencia de Weezer y su maravillosa demo "The Kitchen Tape" (se ha popularizado por ese nombre aunque en en la cubierta de la cassette ponga "Opposite Sides Of The Same Good Ol' Fence" en referencia a su anterior banda, Zoom). Si todavía te estás preguntando cómo tras "The Blue Album" pudo ocurrir "Pinkerton", lo que necesitas es acercarte a esta reliquia cuya batería fue grabada en una cocina de Amherst Avenue. Todas las influencias acumuladas durante los turnos interminables en Tower Records están ahí, muy balanceadas. Se le ha añadido algo de los The Cure de lágrimas ahogadas y labios apretados, explotando la vena acústica e indie del proyecto. Deleitarte con "Thief, You've Taken All That Was Me" es una de esas cosas a hacer antes de morir. Por entonces también estrecharon lazos con las hermanas Mykel y Carli Allan, las dos primeras personas que desde el principio les acogieron y trataron como si fuesen buenos antes de que nadie en Geffen Records se lo dijera. Y por eso les dedicaron una cara-b en "The Blue Album" que se codea con los mejores temas de la banda: "Mykel and Carli". 1994 se acerca y con él llega el guitarrista Brian Bell a la banda en medio de la grabación de su debut con Ric Ocasek, se suceden los ensayos interminables de 4 horas practicando armonías vocales a piano cual cuarteto de doo woop /barbershop, aparece un joven Spike Jonze para rodar cierto videoclip...

Me has dado suficientes párrafos de ventaja. Es hora de mostrar mis cartas. ¿Por qué estoy rememorando los inicios de la banda? Porque quiero contextualizar el origen de su esencia y reflexionar sobre su evolución hasta ponerla en valor en 2021. Algo muy especial debe haber ahí para que Weezer sigan siendo queridos y populares tras 27 años de carrera y apenas 7 discos destacables entre sus 15 discos publicados. Y luego prometo hablar de "OK Human", a la vez estado de la cuestión y estudio de caso.

El primer y más importante hiato de su carrera estuvo marcado por el fracaso crítico y comercial de "Pinkerton". Las tensiones en la banda desembocaron en la salida del bajista Matt Sharp. El mismo que se quedó embobado escuchando por primera vez las melodías de Rivers Cuomo y definió su forma de componer como "alguien agitando triunfal una bandera gigantesta al fondo de un estadio de fútbol" (al final la cosa quedó en acuñar el término "flag waving music"). Sus arreglos desordenados, sus líneas de bajo ligeramente errantes y sus coros en falsete tenían un peso gigante en la vertiente más emo de la banda. Su talento sigue vivo en The Rentals, y hasta ahí te invito a rastrearlo. Pero antes me gustaría que te fijaras en su actuación del show de David Letterman en 1995. Ese acceso de rabia hacía de los directos de Weezer la mejor actuación del concurso de talentos de cualquier instituto norteamericano. Era una especie de inocencia que no acababa de transicionar hacia vida adulta alguna. Sólo con el saludo al sol de su propio ego Matt Sharp contenía de manera amable y distendida la desbordada energía creativa dominante de Rivers Cuomo. Fue el último baluarte que mantenía al vocalista y compositor principal con los pies en su propia banda. Porque tener mucho talento no es convalidable con saber trabajar en equipo.

La forma de componer y grabar actual del cuarteto se consolidó al final de ese primer hiato. Afanado por escribir la canción de pop perfecta y orgulloso de encontrar claves de liderazgo en biografías de megalómanos, nuestro tímido frontman reaparece bajo los focos tras su periplo estudiando en Harvard y probando suerte en la liga semiprofesional de fútbol. Su nueva obsesión era lograr sistematizar la manera de componer buenos temas. Imbuído en una concepción trasnochada de líder de una formación más cercana a la de un empresario sin escrúpulos, marca las distancias entre el resto del grupo y él. Deja claro quién controla los medios de producción y quién es abeja obrera. Rivers Cuomo es candil de la calle y oscuridad de su casa. El disco que grabaron entonces fue "The Green Album". Consiguió alinear efectivas armonías power pop con letras tontorronas de más. Incurriendo en el olvido selectivo de la dinámica que tanto funcionó en su debut: melodías azucaradas contrastadas con letras tristonas de tintes obsesivos hacia las mujeres que, según el día, pueden leerse como agravantes de una condena por acoso. Ese estilema estuvo presente también en su segunda década, donde lo imperante era sonar directos al corazón dejando a un lado los arreglos indies desaliñados. Esta vez no iban a defraudar a nadie. Iban a gustarles a todo el mundo. Rivers Cuomo acabó pidiendo perdón a sus compañeros y haciendo lo que mejor hace: canciones. "Pardon Me" y, en menor medida, "Back to the Shack". Pero la matriz de cómo componer en Weezer quedó irremediablemente fijada.

En su tercera década de vida como formación, el modus operandi de Rivers Cuomo como compositor principal mutó hacia una dictablanda. Se tornó más amable de cara a sus colegas pero interpuso más barreras administrativas entre ellos. ¿Te parece de recibo filtrar doblemente cualquier iniciativa musical de los demás miembros de la banda al vocalista pasando primero por management y luego por producción? Porque yo creo que no lo es. Una cosa es ser realista y asumir que la autenticidad e inocencia de 1994 no van a volver. Otra, sistematizar y jerarquizar el esfuerzo creativo para enmascarar el desencanto. La sentencia de Brian Bell en la entrevista concedida en 2019 a Rockzone es aplastante en este sentido: "Rivers [Cuomo] colabora con gente que escribe hits, y yo no tengo hits que presentar". Entiendo que las discográficas, en su cruzada por conseguir temas con gancho y estribillo adhesivo cual chicle, alienten al frontman a hermanarse más con la figura preponderante del productor musical. Pero coordinar un grupo humano no es eso. Da la sensación de que el compositor principal escucha a todos menos a quien tiene que escuchar. Esta tendencia a aislarse y rodearse sólo de profesionales de éxito reconocido marca esta reciente etapa de Weezer. Rivers Cuomo: dictador norcoreano como jefe y Jefe Infiltrado como compañero. El verdadero problema de esta era es el pésimo criterio seguido a la hora de gestionar el talento. Ensayar los discos como formación, divagar en jams y buscar la electricidad de una nueva idea y seguirla en los ojos de tu compañero quedan como auténticas antiguallas. Ahora cada uno graba sus partes por separado. ¿El resultado? Musicalmente, la mayor parte de estos últimos 10 años se pueden resumir con el vídeo aquel en el que Rubber Band hicieron su versión de 30 segundos de "Undone - The Sweater Song": cuatro prepúberes añaden teclado a una canción que no lo necesita y al intentar ejecutarlo se les cae encima saboteando su propia actuación.

Los primeros segundos de "Living Without You" (para los profanos: cara-b en Gran Bretaña y Japón de un estupendo disco vapuleado sin pudor en 2002, "Maladroit") te sacan antes de la cama que la mayor parte de los temas publicados en esta última década. Estoy hablando de energía y feeling, no sólo de calidad compositiva. Porque hay dos discos que todos conocemos y alabamos publicados en este lapso de tiempo: "Everything Will Be Alright in The End" y "The White Album". No he querido afear su estela ni la de "Everybody Needs Salvation", maravillosa cara-b perteneciente al primero.

En 2021 comienza la cuarta y actual década de vida del cuarteto. Y el disco que la inaugura es este "OK Human". Si esta vez podemos hablar de acierto es porque estas canciones han sido compuestas en torno a la voz, el salvavidas que sacó a flote a Rivers Cuomo en los albores de su carrera. La sección de cuerda la adorna, acompaña y ensalza. Son composiciones pequeñas para las hechuras de una habitación propia, ensanchadas exponencialmente por sus esquinas por un arreglista y una orquesta en los estudios de Abbey Road. Su principal virtud es también su flaqueza primaria: hay 38 instrumentos adicionales, pero todos replican los roles de los 4 instrumentos principales de una banda de rock. No existe un aprovechamiento específico de una orquesta de ese calibre como sí lo hay en "Rock You Like a Hurricane" de Scorpions con la Berliner Philharmoniker. O lo que es lo mismo: si estas estructuras orquestadas de pop rock funcionan en tu oído, en formato enchufado deberían parecerte ya la repanocha. ¿Estoy satisfecho? Sí, porque se nota un mimo especial en lo primordial: voz, letras y melodías principales. ¿Estoy muy satisfecho? No. Al final todo ha salido bien pese a un proceso de preproducción oscurantista. Parece casi cuestión de azar que esto no haya acabado como el Rosario de la Aurora. Hagamos un bosquejo del mismo y te lo demuestro.

"OK Human" nace de una idea peregrina del productor Jake Sinclair cuya figura, aparte de tener el enérgico y divertido "The White Album" en su haber, ha trascendido por asistir a Panic! At The Disco en el parto de "High Hopes". Se nota su perfeccionismo obsesivo a la hora de entender y hacer crecer un hit cuando escuchas cómo, dos años antes y con otra banda distinta, ya estaba buscando llegar a ese tema construyendo la escalera que conformaban "Thank God for the Girls" y "Jacked up".  Le quería dar ese éxito a Weezer y le honra su empeño. "The White Album" destila un profundo entendimiento de "The Blue Album" y su combo entre surf rock, power chords, arreglos de acústica, formas distintas de cantar los versos, puentes dignos de estudio, cierta experimentación y una batería viva con fills inspirados. No en vano, Jake Sinclair encabezaba en el instituto una banda tributo llamada Wannabeezer. Bueno, que me lío. Resulta que el productor invitó a Rivers Cuomo a su casa y le propuso hacer un disco sin guitarras eléctricas. Sólo con piano y orquestación. Le instó a focalizarse en la composición y en hacer letras curiosas ("Don't try in any way to be successful: you're just going to make your weirdest wildest most riversy weezery record you can make as a songwriter"). Como referencia, le recomendó "Nilsson sings Newman" de Harry Nilsson. Un disco raro, peculiar y que acabó en fracaso comercial. Pero un ejercicio interesante, al fin y al cabo.

Menos el primer tema, que abriendo con ese oboe y glockenspiel te pone en guardia como si esto fuera 1996, el resto de cortes de "OK Human" han sido compuestos ex profeso para el disco. Curioso, porque "All my favorite songs" suena más bien como el molde compositivo del que salen los otros 11 temas. "The perfect Rivers [Cuomo] song", como dijo Rick Rubin en la entrevista que nombré al principio. Para grabar la batería, Jake Sinclair invitó esta vez a Pat Wilson junto a Rivers Cuomo de nuevo a su casa. La idea era que el vocalista tocara y cantara por primera vez los temas en una guitarra acústica al batería y este repentizara sacando sus líneas en 2, 3 o 4 tomas. Esta propuesta buscaba rastrear la vitalidad espontánea resultante del choque entre fuerzas creativas nuevas. Quizás esta perspectiva te ayude a valorar más el trabajazo realizado por Pat Wilson. Las pistas de batería fueron mandadas a un arreglista junto a las demos de piano acústico del frontman y todos los arreglos orquestales se crean a partir de sus líneas de piano. A Londres se mandan sólo las tomas de batería y los arreglos escritos. Las demos de voz y piano se dejan a un lado. Cuerdas, vientos y bajo son grabados en los estudios Abbey Road. Con batería, cuerdas, vientos y bajo ya grabados, Rivers Cuomo graba sus voces y luego hace lo propio Brian Bell con su Hammond y acústica. Y ahora sí: el piano, que debería ser la parte central, vertebrar al resto y ser lo primero en ser grabado, es lo último que se graba. Se trata de un proceso ciego en el que nadie escucha las partes de los demás hasta que no graban sus partes finales. Como ir a Las Vegas y jugárselo todo al 25 negro.

No se puede decir que esta banda no experimente. Pero mira tú qué curioso: todos los experimentos se saldan mermando o acabando con la preproducción y con cada músico grabando sus partes por separado. Llueve sobre mojado. Y luego tenemos el asunto de que hay que contar cosas para vender ya no discos, sino escuchas: las tornas han cambiado y sus temas más populares en Spotify son los inamovibles en sus setlists. Este disco se ha promocionado en todos lados con el número de instrumentos de orquesta empleados delante, ande o no ande. ¿La realidad? Algo distinta. En aras de evitar toda pompa, muchísimas de las 38 pistas de orquesta en "OK Human"  han sido silenciadas. Para mayor harakiri del ego, las pistas más damnificadas han sido las de piano. Gracias a este muteado selectivo promovido por Brian Bell, esas demos iniciales abarrotadas de blancas y negras de Rivers Cuomo han dado lugar a armonías vivas dialogando con la orquestación en bellos contrapuntos. Se escucha un esfuerzo más entrelazado y colaborativo entre banda y orquesta.

La secuenciación es el punto más fuerte del álbum. Funciona como un tiro combinada con su ajustada duración. De entrada, es llamativo cómo los temas fluyen entre sí como movimientos de una misma suite. El primer día que escuché "OK Human" cayeron 10 escuchas. No tengo precedentes personales así que voy a darle el crédito al disco. Los 3 primeros temas son los más pop y livianos, discurriendo entre ellos como la seda. El primer corte iba a estar en "Van Weezer" y no sé tú, pero a mí que una canción pensada para un disco lleno de tapping celestial, solos y purpurina se recicle con tanta soltura en una canción orquestal me suena raro. La realidad no es mucho mejor. En origen, era una versión primigenia del tema con el estribillo que conocemos en un estilo country y compuesta por una de las escritoras favoritas del mánager de Rivers Cuomo. No se me ocurre mejor forma de ejemplificar hasta qué punto está descentralizada la composición en Weezer. "Aloo Gobi" tiene un contrapunto mágico y bonito a rabiar durante el puente entre las cuerdas y el piano de Rivers Cuomo. De "Grapes of Wrath" diré que actualiza el concepto de la banda sumando todo lo conquistado en "OK Human": Rivers Cuomo cantando a pleno pulmón con una orquesta de fondo un himno de estadio sobre lo mucho que disfruta escuchando el audiolibro de "The Grapes of Wrath" en sus cascos.

Los 3 cortes siguientes contienen una importante influencia de los grandes musicales de Broadway. Se nota en lo descriptivas del espacio escénico que son las letras. Andrew Lloyd Webber y su "Jesus Christ Superstar" es otra de las obsesiones de nuestro amado líder. Según escribo estas lineas, leo que está trabajando en una musical llamado "Buddha Superstar": es de este y no de otro material del que están hechas mis pesadillas. "Numbers" fue el primer momento que me hizo pararme en la letra y entender hasta qué punto este disco es un puente hacia la empatía. "Playing My Piano" es un espectáculo. Tras el primer estribillo, fíjate en la transición de las cuerdas completando la melodía del piano a su asunción del protagonismo. Es algo digno de escucharse. "Mirror image", también conocido como el tema que emocionó a Anthony Fantano, comienza in media res como si de un reprise se tratase. Es de los temas más maduros y emotivos de Weezer desde "Foolish father". Lo que se escucha al final son las notas de voz de Rivers Cuomo a Jake Sinclair ofreciendo posibles finales para la canción. Compartir ese carácter tan íntimo de tema inacabado me hace pensar en "The Kitchen Tape" y en cómo "OK Human" parece la colección de demos orquestadas más cara de la historia. Tanto por su concepción como por su resultado final.

El tercer segmento y final es el más ecléctico e inspirado. "Screens" tiene una energía muy motown revival (hola, The Asteroids Galaxy Tour). "Bird with a Broken Wing" parece una cara-b de "The Red Album", empezando por la asunción del punto de vista de un animal en la letra y acabando por la orquestación clásica y contenida de rock recordando a los Queen de "A night at the Opera". Una de las frases más bonitas del disco es pronunciada durante su minutaje: "But I'll belong to you if you believe in me". Perfecta forma de definir una relación parasocial como la mía con esta banda. "Dead roses" tiene todo el melodrama gótico ocurriendo en sus entresijos. Una pena que la letra sólo se pueda leer con el 112 marcado. Podría estar cantándosela el monstruo de Amstetten a su hija perfectamente. Recuerda: si su letrista favorito es Rivers Cuomo, bandera roja. El interludio que le sigue completa la entrañable sensación de haber pisado "Pinkerton" por unos minutos. "Here Comes the Rain" te insufla ganas desaforadas de vivir tu vida consonantes a las del vídeo de los 1000 músicos italianos tocando "Learn to fly" de Foo Fighters. "La Brea Tar Pits" sabe cómo terminar con clase y un estribillo precioso como los que se marcaban The Shins en "Oh, Inverted World".

Llegados a este punto, permíteme darte mi enhorabuena y hacerte llegar mi respeto por tu pasión. ¿Has tenido la sensación de estar engullendo sin apenas respirar un árbol de Navidad con un montón de adornos en forma de anécdotas y, las menos de las veces, algo de contenido útil? Pues es la misma experiencia de usuario resultante de escuchar en orden cronológico la discografía de Weezer. Hay veces que tienes que llegar hasta el final de un disco, toparte con un tema como "Endless Bummer" (compuesto por Brian Bell, por cierto) y darte cuenta de que lo siguen teniendo. Otras veces no, y sientes que hay más lore y universo expandido que música. Esa es la maldición de esta banda. Compraría un libro de anécdotas de Rivers Cuomo pero no sé si le quiero como jefe. Podría ser mi mejor amigo, pero ni idea de cómo me sentiría al estar a las órdenes de alguien que lo mismo programa su propia web para vender su miríada de demos caseras y sin querer te vende audios del pediatra de su hija dándole consejos como le da por tomarse un Ritalin y tres chupitos de tequila para componer en menos de 2 minutos "Hash Pipe" en su mente. Quizás te hayan sonado muy manidos algunos de los argumentos que he usado. Es posible. Discutir sobre el sentido y la evolución de la discografía de Weezer no deja de ser un duelo de tontos al sol con la boca llena de polvorones, como bien ejemplifica el maravilloso sketch de Saturday Night Live de 2018 protagonizado por Matt Damon y Leslie Jones.Sólo diré: "RIDE OR DIE!".

Como si de un documental true crime se tratase, he dejado para al final dos revelaciones y un corolario. Por si quieres releer este monográfico encubierto con otros ojos. Espero que suenen más a un "por lo tanto" que a un "y además" o lo habré hecho rematadamente mal.

En 1997 Mykel y Carli Allan, las pioneras en hacerles sentir como los mejores aun cuando en Los Ángeles nadie daba un duro por ellos, fallecieron junto a su otra hermana en un accidente de coche volviendo de un concierto de Weezer. Sin querer obviar el dolor sordo de perder a allegados en una tragedia así, se desprende cierta belleza nipona rayana en el honor y lealtad Bushidō del hecho de que la banda que tan felices hizo a las miembros 0001 y 0002 ad finitum del Weezer Fan Club desapareciera con ellas.

Escuchando "The Kitchen Tape " con atención algo comienza a desvelarse. Al final de "My name is Jonas", Rivers Cuomo recita en voz queda: "My name is Weezer". "Undone – The Sweater Song", la primera canción compuesta por Rivers Cuomo para Weezer y a la vez su primer gran single, es un rip-off reconocido de "Welcome home (Sanitarium)" de Metallica resultado de intentar sonar como The Velvet Underground. La metáfora del suéter en el estribillo la usaba el Dr. Eisenstein en sus clases de English 101 para explicar la efectividad de centrar y acotar la formulación de una tesis en un ensayo. Pero la clave está mucho antes de su estribillo. El primer verso refleja el origen del Big Bang que dio vida al proyecto: "I'm me, me be, goddamn, I am. I can sing and hear me, know me". No estás solo, Rivers Cuomo. Lo dejaste de estar cuando tu 8 pistas te permitió escucharte. Cuando te devolvió grabada lo que por derecho ya era tuya: tu voz. Weezer es uno de tus nombres. Pero no te olvides del resto. No olvides que estás donde estás por un inmenso esfuerzo colaborativo de todos los que te rodean. De tus canciones favoritas, de tus bandas favoritas, de tus anécdotas favoritas y de tus personas favoritas. Escucha a tus amigos. Porque no te han abandonado nunca.

Dice Epicteto, en sus "Disertaciones por Arriano" (3.24.17): "Nunca es posible que coincidan felicidad y deseo de lo ausente. Pues la felicidad debe apartarse de todo lo que apetece y parecerse a alguien saciado. No ha de estar unida a la sed ni al hambre". En los inicios de su carrera, Rivers Cuomo ha sido alguien muy reactivo a la recepción de sus discos. Y eso le ha afectado en su esfera personal. Su manera de llevarlo ha sido yendo y viniendo de Weezer. Su deseo de lo ausente le llevó a ser él el ausente. Siempre insatisfecho, ocupándose de otras cosas con las que llenar el vacío insondable que deja la fama. El éxito sobrevenido de su primer y más famoso disco le desbordó. Sabemos de sobra las cosas que hace la popularidad y la sobreexposición en las personas. Te roba tu más preciado tesoro: la autenticidad de tu inocencia. Y para nutrirse y sustentarte te hipoteca de por vida a ser la sombra desacralizada de tu voluntad como artista. Es complicado aceptar que no va a haber más desarrollos instrumentales que se tomen el tiempo y tesón en crecer como el de "Only In Dreams". Pero más complicado es saber que esa ilusión ya no morará en su pecho. De pronto, lo de ser una estrella del rock es casi una maldición. Convertir tu pasión en tu trabajo es un sacrificio irreparable a esos niveles de exigencia. No es raro que la rabia surgida de ver su inocencia interrumpida acabe brotando a borbotones en un estallido de distorsión y gallos como "Pinkerton". Lo raro sería que ese disco no hubiera ocurrido. Este texto no exige ni pide a Rivers Cuomo lo que en Derecho se conoce como prueba diabólica: no tiene que probar a nadie que es inocente. Porque ya ha probado que es humano.


Lo Mejor: Vuelta a la eficacia probada de componer temas desde la voz y el piano. Una producción tan obsesiva y minuciosa siempre es garante de resultados notables.

Lo Peor: Rivers Cuomo sigue buscando ideas para sus discos en productores y eventualidades (su próximo disco, "Van Weezer", existe porque necesitaban tener himnos de rock de estadio acordes a la propuesta de su mánager de girar con Green Day y Fall Out Boy por grandes arenas en The Hella Mega Tour) antes que en sus propios compañeros de grupo. Que todo acabe bien es cuestión de azar. Pero Weezer no son BTS y Rivers Cuomo no es Jimin.
 


COMENTARIOS

8 Comentarios

  • 60 Mediocre

    meneillos
  • 71 Bueno
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    Siva_McCoy
  • 70 Bueno
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    Pachi67
    Si el disco fuese como la reseña sería la hostia.
  • 75 Bueno
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    Wakibu
  • 80 Bueno
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    rearviewmirror
  • 69 Bueno
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    krater
  • 63 Bueno
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    Fuel
  • 77 Bueno
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    MONs
 

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